martes, 28 de octubre de 2008

Un beso


Un beso vale más que mil palabras.
Puede significarlo todo, o no significar nada.
Puede darlo Judas, un nervioso novio en un altar, dos adolescentes con miedo, una mujer a otra sin pararse a pensar, una niña a su bebé de plástico, una boca nostálgica a una foto de carnet, un anciano a su nieto recién nacido, una prostituta que sólo quiere acabar su papel.
O puedes lanzarlo con tu mano a un cristal.
O soplarlo y verlo volar.
Escucharlo reír al chocar con una mejilla.
Un beso es como un cajita de cosquillas, es suave, es tierno...
Es cercano, es sincero, es un beso.
Es frenético, es ardiente.
Es algo que nunca se olvida cuando se pierde.
Que no puede guardarse ni mantenerse.
Es aquello que se echa tanto de menos cuando no vuelve.

domingo, 26 de octubre de 2008

Amigos - Asos

- Es dificíl decidir en la vida ¿no crees Ariel?



Y menuda razón tenía aquella mezcla entre pulpo y mujer llamada Úrsula que le robaba la voz a la preciosa pelirroja aventurera.

A veces la vida nos pone en aprietos emocionales. A veces temes actuar por miedo a no hacer lo correcto, me refiero a tomar decisiones que pueden traer consecuencias desconocidas, o caer en situaciones que para ti son vivencias y para otros errores.

Los amigos están ahí para guiarte.

Una persona que siempre te dice "Sí" o "¡Que bien!" cuando le consultas dudas que te persiguen, no es un amigo. Porque no le importa lo más mínimo que te puedas equivocar y sufrir, no le preocupas en absoluto.

Un verdadero amigo se enfada contigo si no le gusta lo que haces. Intentará comprenderte, pero te recordará cosas que para nada se acercan a tu visión rosa del mundo. Pero es así, quién bien te quiere te hará llorar.

Nadie busca encontrar una amistad basada en el "yo te hago feliz siempre, diciéndote lo que quieres oír, sin decirte nunca la verdad, así cuando te metas el castañazo también estaré ahí para verte llorar".
No...
Queremos una amistad que no nos juzgue, que no malinterprete nuestros sentimientos o pensamientos, que comprenda que somos una olla a presión en la que burbujean cientos de hormonas e impulsos, que sepa que estamos vivos, que nuestro corazón es como un ente vivo que cada día se despierta de un humor, o con un sentimiento.
Que nos diga lo que no queremos oír.
Que sonría cuando nos vea disfrutar.
Que nos crea cuando le digamos que vamos a estar en pie.
Que nos mire a los ojos, y se ilusione con nuestra alegría más insulsa e insignificante.

Dos personas que fuman porros juntas no son amigos.
Que cantan, se abrazan y saltan juntos cuando están borrachos.
Que se provocan para realizar malos actos, que se mueven por envidia o materialismo.

La sociedad, por comodidad, utiliza el denominativo amigo con una facilidad pasmosa.
Y es erróneo.
Tener el título de amigo es costoso y gratificante, y al igual que un título real, lleva tras de sí un continuo de esfuerzos, horas aplicadas, sudores y penas, risas y felicidad. Eso es la amistad.
Y si te paras a pensarlo tendrás realmente pocos amigos y todos muy distintos entre sí.
Y luego muchas personas que están ahí, a las que tú también llamas amigos, pero sabes que sólo son conocidos, gente que aprecias o con la que puedes hablar.
Deberían inventar una palabra nueva, "asos", por ejemplo (es lo primero que me ha venido a la cabeza) para designar a todos aquellos que están ahí pero no han conseguido el verdadero título.
Quizás voy a crear moda con esto. (No creo, ni que mi blog lo leyera alguien de la Real Academia Española).
Hoy me apetecía reflexionar sobre mi entorno.
Y como tantos domingos le doy al botón "Publicar entrada" con una sensación de bienestar.
Tengo mucha suerte, tengo muchos amigos y son de esos que también me hacen a veces llorar.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Cosas que me gustan del metro

Hoy vuelve a llover. De camino a la universidad me he calado hasta los huesos, es cierto que por muy deprisa que andes te mojas igual, pero si voy más rápido llego antes y me mojo menos...
¿no? Hoy no toca filosofar...
Me gusta el olor de la lluvia, el olor del pan caliente, y más el olor del pan caliente cuando también huele a lluvia. Y el calor humano del metro cuando allí afuera hace tanto tanto frío...
También me gustan los ancianos que visten en vaqueros, y si también se ponen zapatillas de deporte me gustan más.
Me gustan las madres que llevan despeinados a sus hijos, y les visten con colores que no combinan, me gustan los bebés que chupan las barras del metro...
Y los señores que tienen cara de bondadosos porque van ausentes esperando que llegue su parada mientras ponen una media sonrisa, porque se les encuentra pocas veces entre los pasajeros, esos pasajeros que ponen cara de asco cuando te miran.
Me gustan los matrimonios, de esos que llevarán casados toda la vida, porque el marido susurra "siéntate" al ver un asiento vacío, y la esposa le responde "que no que no que voy bien", y él se queda pendiente, observándola, esperando que ella le pida algo para dárselo al momento.
Me gustan los niños de 13 años que por primera vez van al instituto, y les brillan los ojos porque se sienten adultos cogiendo solos el metro.
Me gusta ir en silencio, y ver como contorsionistas desconocidos doblan sus cuellos, vencidos por el sueño, porque parece que van a romperse de un momento a otro.
Y mirar fijamente a alguien, porque sabes que te mirará y al segundo mirará hacia otro lado, pero al segundo volverá a mirarte esperando no coincidir otra vez, y si coincidís, esperará otro rato...y luego volverá a mirar.
Me gusta la gente que va leyendo el periódico al de al lado, y también los que escuchan las conversaciones de los demás. Podrías inventarte una vida, decir que eres millonario y que se te ha estropeado el yate, pues por unos instantes te sentirás importante pensando que esa viejecilla de anteojos diminutos cree que es verdad.
Me gusta pensar que mientras yo estoy aquí, en otros trenes, a otras horas, otras gentes viajarán, irán y vendrán...con sus vidas metidas en los bolsillos.
Me gusta equivocarme cuando juzgo a alguien por su aspecto, porque a veces (que tonta soy) me olvido de que detrás de un estilo de vestir, un peinado, un maquillaje o una forma de hablar, hay mucho más que no se ve a simple vista.
Me gusta...que no me guste nada madrugar.
Porque cuando llego al tren se me olvida todo al ver a otro viejecillo con vaqueros.

sábado, 18 de octubre de 2008

¿Qué se dirá aquella pareja?

Quisiera colgarme de tu mano y pasear sin pensar en nada más, sentir la lluvia morir goteando hacia las alcantarillas desde los charcos, ver cómo Madrid nunca va a despertar, porque nunca se irá a dormir.
No me importa nada, nada más, si estoy contigo.
Nada más que no sea mirarte tontamente sin motivo.
Me gustaría vivir un cuento idílico, donde tu seas el calor y yo un abanico...de encajes.
Tu la flor, yo las abejas. Y si sigo con metáforas me dejas...no te gustan las cursilerías que puedo inventar por molestar...
Ríes...y el mundo no se detiene, dejémonos de tonterías, lo único que ocurre es que me enciendes las pupilas, las mejillas...mi propia vida,
se detiene porque ríes cuando me miras, y yo me río porque me hace gracia como se enrojece tu naricilla.
Sí. Cómo quisiera colgarme de tu mano todos los días y esperar a que venga alguien que nos diga "despídanse ya...", porque tú y yo solos no sabemos ni contar 1,2,3... ¡y qué le voy a hacer! si mi cabeza se vacía para llenarse de adjetivos que te describan.
Bésame...
Y cierra los ojos conmigo, que aunque sepa que esto no es "Romeo y Julieta", sé a ciencia cierta que si tú te vas...me iría contigo.

jueves, 16 de octubre de 2008

De tren en tren.


De tren en tren...miles de caras, de olores, de gestos y miradas...pestañeos, suspiros, bostezos y preocupaciones. Me entretengo al mirar por la ventana, los mismos prados, y puentes, y polígonos y carreteras, aunque todavía no consiga aprenderme el orden exacto de las paradas.
Tranquila...tienes 6 años para hacerlo.
Por las mañanas....si cierras los ojos mientras el tren camina escucharás sonidos...primero parece que cruzamos un bosque lleno de árboles de papel de aluminio (ALBAL), y sus hojas vibran con el aire que producimos, después silencio...y al momento volvemos a cruzar otro bosque parecido.
Como cambia todo...a veces me gustaría quedarme quieta un ratito, sabiendo que no estoy perdiendo el tiempo porque se ha parado, y dejar de pensar en el futuro, dejar de versar improvisando, abandonar el cansancio en el vagón y bajarme como si fuera la primera vez que tomo contacto con el mundo.

martes, 14 de octubre de 2008

Desvariando en mitad de octubre

Me quito los tacones, no quiero deslumbrarle, ni parecer más alta, no me importa quedarme en calcetines o pasear descalza, es más, prefiero darle la espalda y seguir correteando, si sigo parada hablando al final no veré como amanece hoy. No me importa que me traigan rosas en su nombre, en carros infinitos que vienen del sur. Prefiero colgar sobre mis hombros una toalla recién lavada, y tumbarme a buscar un trébol de color azul. No quiero pensar en los hombres, quiero volar como un halcón...y marcharme, me he hartado de recoger chatarra de esa que luego nadie quiere comprarme...
¿Qué dices? ¿Qué me dices corazón?
¡Dios mío me había olvidado de ti!
Pareces hambriento...toma, come....¡cómete el mundo!
Y luego descansa...te avisaré si llega alguien.
Ah, ¿que no te moleste nadie? ¿y si es importante?
Bueno, si tú lo dices...
¿Sabes corazón? No sabía que existía alguien que sin avisarme antes pudiera despertarte.
¿Cómo dices que se llama?
¿Qué? ¿Cómo? ¿Todavía no lo sabes?
Escribiré una nota y la meteré en un globo....
"Ven pronto...¿vale?"

domingo, 12 de octubre de 2008

Yo creo en los niños que adoptan elefantes

No lo comprendo. Intento tolerarlo pero me resulta imposible.

Un día me preguntaron por qué razón no era creyente, y respondí que sí era creyente, creo en Dios, pero no en la mierda que los seres humanos hemos inventado. ¿Cómo es posible?

Cuando lees la Biblia todos te hablan del amor, de perdonar, de la igualdad...y esos valores maravillosos los predican hombres, de los cuales una gran mayoría son homófobos, extremadamente conservadores y machistas. Digo mayoría porque no puedo negar que hay buenos sacerdotes en el mundo, por supuesto.

Díganme señoras, ustedes que son aquellas que los domingos se emperifollan hasta las pestañas para acudir a la Iglesia a rezar, tomar el pan y luego visitar el bar de la esquina para tomar el aperitivo...¿se han parado a pensar alguna vez que dentro de la organización ustedes son consideradas inferiores?

Sí...háblenme de las monjas, de las voluntarias, de la importancia de su trabajo en la institución...sí...

Entonces, si una mujer puede hacer tanto y tan bien, ¿por qué razón no podemos ser "curas", es decir, sacerdotisas?

¿Acaso no podríamos dar la bendición, leer la Palabra de Dios y hacer la Liturgia de igual manera que un hombre?

Entonces me dirán que según la tradición sólo los hombres...bla,bla,bla...

Miren, si han conseguido interpretar a su manera el 90% de lo que se dice en las Sagradas Escrituras no creo que nadie se de cuenta de que vuelven a cambiar algo. Dios habló de igualdad...entonces, ¿por qué razón no le hacen caso?

No me extraña que no quiera arreglar el mundo, nos mandó a la mierda hace mucho tiempo.

Por favor...es un llamamiento a los católicos, podemos cambiar esto.

En la Antigua Grecia la religión era un motivo de fiesta, de descanso para los ciudadanos. Nosotros hemos convertido la religión en una telaraña política y social que absorbe a todo aquel que se acerca.

Cuando estuve en Alemania entré en una Iglesia, en Munich, realmente preciosa y grandiosa.

Me senté en uno de los bancos y me santigüé.

Le di gracias a Dios por haber conseguido entrar en Medicina. Cuando el cura empezó a leer y todo el mundo escuchaba atento, me di cuenta de que yo sobraba allí, de que no era mi sitio, incluso me sentí privilegiada porque sé que puedo llamar a su puerta esté donde esté. No necesito ningún altar. Quizás todas aquellas personas no tuviesen esa suerte, porque se encierran en las pautas que les han puesto otras personas.

No lo olvides...

Tu religión y tus creencias las creas, sientes y padeces, cultivas, desarrollas y olvidas tú mismo/a.

No dejes que nadie te diga cómo (dando dinero), cuándo (todos los días de la semana de tal hora a tal hora), dónde (en una Iglesia, capilla, catedral...) y por qué (porque bla,bla,bla...) debes de ser católico, protestante, budista, musulmán, judío...

Tú decides.

Yo, por ejemplo, también creo en los niños que adoptan elefantes...

jueves, 9 de octubre de 2008

Lejos, muy lejos de la ventana.

"La madre no es la que pare, sino la que cría" y absorta en ese pensamiento Olga leía su novela, inmersa en la macabra historia de una niña maltratada que había vivido con padres adoptivos, y siendo ya adulta regresaba al hogar biológico para vengarse. Qué cosas tiene la vida...

Sintiendo como el sopor pesaba sobre sus pómulos dejó el libro en el sofá y caminó hasta la cocina, despacio, le gustaba sentir las frías baldosas bajo sus plantas descalzas.

Una montaña de sudokus se amontonaba junto a la pared, otra de crucigramas sobre la mesa del comedor y la encimera. María Luisa había dejado un par de notas en el corcho "Vendré a verte mañana a las 10", y mientras la releía impaciente, Olga se preparaba el desayuno.

Siempre puntual su mejor amiga llegaba con las bolsas de la compra. Después de colocar todo en los estantes y armarios, ambas se sentaban a conversar. María le contaba qué pasaba en las calles, en las cafeterías, como había sucedido la cena de la noche anterior en la que se habían reunido todos los compañeros de la universidad después de 6 años. Todos menos Olga.

Mientras se imaginaba cómo estarían todos, unos casados, otros divorciados, trabajando, parados...no podía evitar entristecerse al no poder ponerles caras más envejecidas.

- Lo peor fue cuando llegó Eli, en silla de ruedas tía, tuvo un accidente de coche; su novio se mató

y ella se quedó así. Mira...nos dio una pena, pero bueno sigue viva ¿no?.

Olga sintió una oleada de rabia que al momento pasó a ser culpabilidad, una sensación que no se fue hasta que María se despidió de ella para ir a trabajar.

- Mañana vuelvo a la misma hora, te quiero pequeña.

El día transcurrió como siempre. Entre plantas, ordenadores, la wii, libros, baño, bailes, tele, comida, limpieza, juegos, poesías, siesta, mails, videollamadas, y largos ratos encogida en el sofá bajo la manta, lejos...muy lejos de la ventana.

Pero la diferencia con el resto de días fue que no pudo sacar a Eli de su cabeza.

La imaginó con 24 años, ahora tendría 30 pero quizás no habría cambiado mucho. Con su sonrisa blanca y sus muñecas de cristal, quizás habría conseguido aprobar el MIR y el accidente le habría truncado la vida en mitad de las prácticas en su especialidad. Aún así Olga sentía envidia. Y se sentía culpable por ello. Por lo menos Eli había conseguido llegar a trabajar.

Pensaba en todo el mundo, todos alrededor suyo compadeciéndola por estar atada a esa silla, pero ¿y ella? ¿Acaso su vida no era peor? Nunca le gustó sentirse desgraciada, pero no entendía que los demás se hubiesen acostumbrado a verla como alguien normal.

Ella no tenía una vida normal.

Cada día, cada mañana, los pequeños detalles se le escapaban arrojándose por las ventanas y por la puerta. Y lo peor es que era incapaz de perseguirlos.

Al día siguiente, cuando María Luisa subía de dos en dos los escalones escuchó gran barullo en el piso de arriba. Arrojando las bolsas al suelo subió corriendo y se quedó horrorizada al ver el panorama que encontró.

Una vecina nueva en el edificio había llamado a la policía porque Olga se había negado a acompañarla a su casa a ver la gotera que estaba haciendo la bañera en el techo de su salón.

María observó horrorizada como los policías intentaban arrastrar a su amiga fuera de la vivienda para llevarla a comisaría, alegando que se negaba a colaborar con la autoridad. La pobre Olga gritaba aterrorizada, diciendo cosas ininteligibles, llorando y gimiendo como si la estuvieran torturando.

- ¡Suéltenla joder! ¡Quítenle las malditas manos de encima estúpidos!

Ambos policías se quedaron atónitos mientras veían cómo Maria sujetaba a Olga por los brazos y la llevaba hasta el sofá.

- Señorita, identifíquese y tendrá que acompañarnos si...

- ¡No me toquen! ¿Acaso saben algo de ella? ¡Tiene agorafobia joder!

- ¿Agora..qué?

- Estúpido...

- ¡Oiga señorita que...!

- Es un trastorno, no puede estar en espacios abiertos, tiene miedo de todo y de nada, es vivir pensado continuamente que puede tener un accidente y morir. ¿Saben que podían haberla matado? ¿Un infarto? ¿Un ataque de ansiedad? ¡Habría muerto ahogada!

- Disculpe no sabíamos nada y aquí la señora, que es su vecina...

- Déjelo..váyanse...yo pagaré lo que sea para arreglar esa gotera pero lárgense de una vez.

Y allí encogida, Olga pensaba en Eli, paseando por la ciudad en su silla, y en esos guardias que se irían con su coche a patrullar, y en María, que podría bajar cuando quisiera a casa de la vecina para discutir con ella. Se sentía mal, inferior, ¿por qué a nadie le ocurría lo que a ella? Pensar en la calle la aterrorizaba, ni siquiera ir pegada a la pared o pasear cerca de hospitales calmaba su ansiedad.

Allí, en su hogar, cerca del teléfono de emergencias, de sus medicinas, de sus paredes...allí nada podría pasarle, allí debajo de su manta resguardada en su sofá, lejos...muy lejos de la ventana.

viernes, 3 de octubre de 2008

Me gusta

Me gusta...que te quedes callado mientras hablo sin parar, mirándome a los ojos, reflejándote en ellos, tocando con la punta de tu dedo mi mano, mientras yo trazo círculos invisibles sobre tu rodilla, y los pájaros pían en el árbol de al lado...y hace frío, y huele a tostadas porque acaban de abrir un bar cercano...¿desayunamos? y el azúcar cae sobre la piedra del banco porque me lo intentas robar...y luego en el tren cierras los ojos, y te toco las pestañas...¡que largas!, y yo me concentro en el silencio del vagón, mientras pasa a nuestro lado el revisor, nos mira mal, "quite los pies del asiento por favor"...y te mueres de vergüenza, mientras yo me escondo bajo el periódico que ya ha sido fichado por un jubilado..."¿lo quiere señor?" y se lo lleva mirándome agradecido, aunque por dentro sabe que no era mío...Me besas de repente, no sabes por qué, yo tampoco lo sé, sonríes y me preguntas si me gustó el café...y las tostadas, yo te acaricio el cuello y no digo nada, porque me gusta quedarme colgada mirándote sin pensar, me tocas la frente con tus labios, y yo deseo "por favor, que se quede pegado...", pero el reloj no se para y en 20 segundos llega tu otro tren.


Me dices adiós con un guiño, con la mano, con un abrazo inesperado, con una sonrisa, con risa, con resignación, con ilusión.


Me gusta ver como te alejas porque sé que no lo haces para siempre.
Me gusta que me guste todo de ti, hasta lo que no debería...gustarme.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Punto seguido. Nueva humanidad.

Se alejan. Aprieta la mano de esa desconocida que se ha sentado a su lado. A ambos les pitan los oídos, les duelen las articulaciones, les da vueltas la cabeza y sienten ganas de vomitar. Y parece que el resto de personas se sienten igual. Aún así, Jesús se aferra a esa mano y la oprime con la suya, intentando transmitirle su malestar, sin entender realmente si lo hace para compartirlo o para librarse de él.
Quién se lo iba a decir...a sus 79 recién cumplidos, que se iba a encontrar ahí. Antes de subir pensó que si siendo niño hubiese sabido que un día viajaría en una nave espacial, habría pasado toda su vida ilusionado, al fin y al cabo iba a cumplir su sueño, pero los motivos reales le causaban tanta angustia que ese recuerdo, él rodando metido en una caja de cartón, se desvaneció en cuestión de segundos con los gritos de los soldados.
Mientras ascienden piensa que su vida ya no tiene ningún sentido. Sus raíces se quedan ahí sepultadas. Una voz metalizada da instrucciones, pero parece que nadie escucha. Surcar el cielo parecía algo maravilloso cuando se recitaba en poesías, pero hacerlo mientras ves cómo tu planeta está muriendo y tú le abandonas...no tiene nada de feliz.
Jesús vuelve a llorar. Las evacuaciones han sido tan rápidas en cuestión de meses que no recuerda cuando empezó todo. Sólo sabe que él siempre tuvo esperanzas en que los ricos y poderosos solucionasen lo que estaba ocurriendo, pero parece que se equivocaba.
Primero fue el agua..., lo cubrió todo. Las televisiones no dejaban de repetir que Islandia, Venecia, ¡Las Islas Baleares!, todo estaba desapareciendo bajo los mares y océanos.
Su mujer le decía desde su mecedora: Jesús...la Tierra se está suicidando...
Y él no sabía si creer a esa anciana ya demenciada o seguir creyendo que era imposible que fuese verdad.
Después llegaron las sequías y lo primero que desapareció fueron los cereales, detrás el ganado, y después miles de ganaderos y agricultores manifestándose por las calles. Jesús lo veía todo por su pequeño televisor, y no daba crédito. ¿Será verdad?, pensaba aterrorizado, y su mujer le repetía que no se que "Gaya" o "Gaia" se estaba vengando por fin de todo lo que le había hecho la humanidad.
El amor de su vida murió a las pocas semanas, unos días más tarde el gobierno envió camiones con bombas de oxígeno a las poblaciones. El aire se estaba acabando.
La televisión dejó de emitirse porque nadie iba a trabajar. La lucha por sobrevivir hizo resurgir la cara más cruel del ser humano: los robos, asesinatos incluso, el hambre, el miedo a lo desconocido...
Jesús se resguardaba en su sillón mirando por la ventana. Hacia varias semanas que el calor era insoportable. En pleno enero y en Burgos había 42 grados.
Quién lo diría...
La voz metalizada ha cesado. Jesús se despierta. La mujer que está a su lado le dice que se desmayó al no soportar la presión. La gente aplaude. Están fuera de peligro dicen.
Lentamente se asoma por el ventanuco de la nave. Todavía se ve la Tierra.
Siente un escalofrío porque piensa en todos aquellos millones de personas que se quedan allí agonizando. África está oculta bajo nubes negras, Europa casi no se distingue, el color marrón se extiende por todos los continentes, no hay nada verde, Colón llora desde algún cielo al ver como el océano se traga América.
Y Jesús llora con él.
Lo hicimos...piensa. Y lleva razón, al final matamos a Gaia cuando ella nos lo estaba dando todo. Y Dios no hizo nada, simplemente se dio cuenta de que si no sabíamos valorar lo que teníamos, era mejor empezar de nuevo con otra humanidad.
En su cabeza retumba la voz de su esposa: "Y cuando llegue ese día no tengas miedo, sólo piensa que al final teníamos razón. A la mierda las guerras, las naciones, los himnos y las fronteras. A la mierda los idiomas, las costumbres y la religión. ¡A la mierda todo! Cuando todos nos vayamos al foso, Jesús, lo único que importará es ser persona y aún así los que tengan buenos gobiernos se salvarán ¡los pobres no!. Maldita sea que no esté yo para vivirlo...A la mierda las leyes que no se cumplen, y las cárceles, y los sanatorios. Los hospitales...las medicinas...¿de qué sirve un economista ahora? ¿eh Jesús? ¿Y un presidente de la ONU? ¡A la mierda todos! Si no sabemos cuidar el planeta de que nos sirve...¿De qué nos sirve estar vivos si no somos conscientes de dónde estamos? Una panda de egoístas es lo que hemos sido Jesús y así nos ha ido...pero por nuestra culpa morirán los únicos seres puros, los animales y plantas...la madre que nos parió Jesús...que pena damos. Por eso no tengas miedo, tú sonríe, y despídete de Gaia con un gracias por todo, porque detrás de nosotros vendrá algo mejor, seguro. Un planeta con nuevo nombre y nuevos dueños. ¿Quién te dice que no fue así alguna vez...?"
Cuando la Tierra ya sólo parece un punto a lo lejos...Jesús sonríe.
Gracias por todo - susurra.
Y la fuerza de su mano se desvanece para siempre...