jueves, 31 de julio de 2008

Alemania (1)

De nuevo aquí.


Del viaje sólo puedo decir que ha sido fantástico en todos los sentidos.


Alemania está llena de historia, de errores, de monumentos y bicis, de salchichas y de iglesias, de protestantes y católicos, de ecología y tiendas, de personas y de bosques..y cerveza....


Cuando regresé a Madrid lo hice con melancolía, me gusta desconectar, no saber nada de la vida que dejo aquí, pero también me brillaban los ojos porque deseaba ver carteles en castellano, escuchar voces conocidas, ver a aquellos que se quedaron...mi blog y mi cama.


Me encantaría inundar mi rincón de fotos y contar todo lo que vivimos allí, pero no tengo memoria suficiente y podría estropearlo, así que he preferido dejar algunas fotografías que muestran mi punto de vista del viaje y en las próximas actualizaciones hablaré de un tema que me ha llegado muy dentro, mucho más de lo que lo tenía: el holocausto judío.


Allí nadie pronuncia el nombre de hitler (lo pongo en minúscula para potenciar el desprecio que siento hacia eso, ni siquiera puedo considerarlo persona) y el hecho de haber caminado, tocado y sentido cada lugar, piedra o escalera donde hace años ocurrió aquella masacre, te hace reflexionar...





Un adelanto: Estuve en el lugar donde se quemaron los 22.000 libros, la famosa hoguera que los nazis utilizaron para simbolizar su soberanía sobre la propia cultura. Debajo de mis pies estuvo el monumento, son grandes estanterías vacías que puedes ver a través de un cristal, simbolizando el lugar donde deberían estar esos libros. A lado, una placa rezaba una frase en alemán que hizo que todos los allí presentes, los 50 españoles que escuchábamos al guía, quedásemos en silencio y no pronunciásemos palabra en un buen rato; quién sabe si fue por la trascendencia de aquella frase, si fue por los pensamientos que asaltaron nuestras mentes o por la tristeza que se respiraba en aquel lugar.



"Quién empieza quemando libros, acabará quemando personas"

Heinrich Heine

Gracias por esperar, por leerme y por seguir visitando este rincón.


lunes, 21 de julio de 2008

Desde lo más profundo


Seguro que este año habría estado muy nervioso, preguntándose si llamar o no, si yo estaría bien o si tendría ganas de tirar la toalla. Habría vivido con miedo el día en que me dijesen mi nota de Selectividad, del mismo modo, con el mismo ajetreo en el corazón que el día que nací, cuando le dijeron que tenía una clavícula rota y él ya se temía lo peor, aunque no fue nada de nada.

Seguro que habría estado despierto una hora antes de mi llamada y habría acordado decirme la misma felicitación fuese una buena noticia o no, a él no le importaba poner una sonrisa sólo para reconfortar al prójimo. Sé que se habría ilusionado muchísimo al enterarse y que sus ojos habrían brillado tanto que, sólo con mirarle, cualquiera sabría al instante qué había ocurrido.

Seguro que en el momento que hubiese sabido que lo había conseguido, habría temblado su voz, sus piernas y hubiese saltado como un niño chico, rebosante de alegría.

Sé que no ha podido llamar, ni esperar una llamada. No ha podido sonreírnos porque no le habríamos visto, ni tampoco nadie le ha preguntado qué ocurre. Pero también sé que, en el momento en el que abrí esa carta de la universidad, esa sensación, como si una mano cálida me acariciase suavemente la mejilla, no fue imaginación mía, sé que él estaba ahí a mi lado, saltando como un niño chico.


Por si nunca te lo he dicho, muchas veces las fuerzas que iban mermando crecían de nuevo gracias a ti. Estés donde estés, te echo mucho de menos, muchísimo.

Un abrazo de tu nieta, impresor.


domingo, 20 de julio de 2008

Hasta pronto

Después de un curso totalmente devastador que consiguió mermar mis fuerzas, mi estado de ánimo, mis ganas de luchar y de seguir, hoy creo que por fin soy consciente de que es verano. Aún habiéndome ido de vacaciones, habiendo acariciado la sal y la arena con las yemas de mis dedos, sentía un continuo hormigueo por dentro que no se acababa nunca. Supongo que es obvio decir la causa: esperar una noticia que se encuentra en la cuerda floja entre el sí y el no, todos hemos vivido así, uno más que otros...
No sólo fue el curso, entre estrés, falta de tiempo, acumulación de hojas y saberes, exámenes, tardes cortas...también fue la forma de acabar, al salir del aula con cara de..."se terminó" y sin ganas de celebrar nada, sólo de dormir.
Por fin puedo decir que es hora de descansar, cuando ya no espero noticias que me tiene en un estado de nerviosismo permanente, ahora voy a hacer lo que llevo deseando mucho tiempo: estar con mi familia.
Nos vamos. A un lugar que ha sido cuna de la cultura, de la filosofía, del cambio. Con sus etapas negras, como todo, pero ahí está.
No importa dónde vayamos, lo que importante es que lo hacemos juntos.
Hasta dentro de 10 días.....

viernes, 18 de julio de 2008

Ocaso

Si Dios bajase un día y me dijese que está cansado y necesita unas vacaciones, le aconsejaría que se marchase.

Si me comentase que no le dijese nada a los demás, porque podrían preocuparse, le guardaría el secreto.

A cambio sólo le pediría hacer algo que nunca nadie ha hecho en el mundo.


Le pediría que me dejase amanecer.


jueves, 17 de julio de 2008

Volvió a sonreír

Llevaba esperando 20 años para hacerlo. Durante esos 7300 horribles días se sentó cada noche delante de la foto de su hija y, agachando la cabeza, rezó por ella y por su recuerdo y maldijo a aquel hombre que destruyó todo lo que tenía sentido en sus vidas, llevándose la de ella.
Hoy, 17 de julio de 2008, Santiago Merino se levantó con nerviosismo. Su mujer lo esperaba en la cocina y al verle entrar le regaló una breve sonrisa que significó mucho, pues llevaban mucho tiempo sin hacerlo ninguno de los dos. Sobre la encimera brillaban 2 velas en una tarta.
- Feliz cumpleaños.
- Gracias.
Algunas llamadas interrumpieron aquel día los quehaceres diarios del matrimonio. Cecilia, su mujer, recogió los platos, fregó el suelo y arregló las habitaciones, pensando siempre en que algún familiar se acordaría y pasaría a saludarles. Santiago se mostró más ausente que de costumbre. Se olvidó de cerrar bien la lavadora, no bajó como cada jueves a por su revista semanal del kiosco de Favi y tampoco reparó, cuando salió a tender la ropa al patio, en que llevaba puesto el pijama.
- Hoy estás muy distraído Santi.
- Lo sé, no me pasa nada, es el calor mujer.
Pero no era el calor. Después de 20 años había llegado el momento y Santiago veía lo que había estado temiendo durante los últimos meses: no se atrevía a hacerlo.
Al caer la tarde Cecilia se metió en la habitación de su hija y comenzó a llorar. Llevaba 20 años haciéndolo, desde aquella noche de domingo cuando supieron de boca de aquel guardia civil que su pequeña había sido asesinada.
- ¿Quién? ¿Quién ha podido...? - era lo único que podía balbucear Santiago mientras las lágrimas y la desesperación salían a borbotones de su cuerpo.
- Su ex - pareja señor, ya le hemos identificado y ha reconocido los hechos.
Y así fue como su pequeña se convertía en una víctima más contando sólo con 19 años. Y así fue como comenzó el infierno en la vida de un humilde matrimonio que sólo pedía justicia.
El joven alegó durante el juicio que le movieron los celos porque no podía vivir sin ella. Al escucharle Cecilia sintió como todo su dolor se transformaba en odio visceral y levantándose de su asiento le llamó asesino, pidió que aquella bestia no viera nunca la luz del sol, y deseó con todo su corazón que todas las desgracias del mundo cayeran sobre él.
Terminado el proceso, fue condenado a 30 años de cárcel de los que sólo cumplió 13. El último día antes de que el asesino de su niña entrara en prisión, Santi se acercó al banquillo de dónde él se estaba levantando. Al momento, 6 policías le rodearon y le pidieron que se marchara, que no hiciera nada de lo que se pudiera arrepentir, que no le merecía la pena mancharse las manos y por ello ser condenado. Él lo sabía, había perdido una hija, no perdería a su mujer.
Aquel padre desolado sólo pudo contenerse y murmurar con toda la firmeza posible: "Juro por ella, por Laura, que si la justicia no te castiga lo haré yo".
El segundo peor día de sus vidas fue aquel en el que encontraron mancillada la tumba de su hija, llena de pintadas obscenas y un carta a los pies que decía "Soy libre y nadie me ha castigado viejo, tienen suerte de no tener más hijitas"
La rabia, el dolor, la injusticia...
20 años llevaba esperando.
Cuando escuchó, como tantas veces lo había hecho, el llanto desgarrador de su esposa mientras acariciaba los peluches de Laura, Santiago despertó del sueño en el que llevaba dormido tanto tiempo. Se vistió, se arregló y cogió las llaves del coche.
Antes de salir, se acercó a la foto de su hija y rezó.
- ¿Santi, dónde vas tan tarde?
- Vete a dormir, mañana será otro día.
Y tras abrazar fuertemente a su mujer abrió la puerta y se marchó.
El día 18 de julio de 2008 unos guardias civiles se personaron en casa de Cecilia y Santiago.
- ¿Qué ha ocurrido? - preguntó asustada.
- Nada mi vida, nada. Vuelve a dormir. - respondió él mientras se vestía para irse con ellos.
El primer guardia bajó con él hasta el coche y el segundo se quedó con ella.
- ¿Qué es lo que ha hecho mi marido, señor? ¡por favor dígamelo!
- Aunque no deba decirlo señora...su marido ha hecho justicia.

Y mientras el coche se alejaba de allí, Santiago respiró tranquilo. No le habían esposado, no lo necesitaba porque no huiría. Con 70 años recién cumplidos conocía perfectamente las leyes y sabía que a su edad no iría a la cárcel. Después de 20 años, volvía a sonreír. Y sabía que su hija lo estaba haciendo desde el cielo.

miércoles, 16 de julio de 2008

Descríbete en una palabra: Médico

Me tiemblan las manos. No me lo creo. No puedo creerlo. Pellízcame y dime que esto es real.
Hoy es uno de los días más importantes de mi vida. Por fin ha llegado a mí la razón, el papel que tengo en esta vida. Una vez, hace muchos años decidí que quería trabajar en algo que no sólo me gustase, que no sólo me diese estabilidad. Quería verme levantándome cada día con ganas de seguir y sabiendo que mi profesión era útil para el resto de personas.
Hoy empieza ese sueño.
La nieta del impresor...estudia Medicina.
Gracias a todo el que creyó en mí.

Créeme, yo creo

De camino a casa, a las 2:00, no he tenido miedo de la oscuridad. Nunca lo tengo, es más, lo disfruto. Y más hoy, cuando las calles estaban más desiertas que nunca porque ha llovido sin parar.
Hoy, tras meter mis manos en los bolsillos y encorvarme ligeramente e alzado la vista al cielo y he llamado a la puerta.
"¿Estás?"
Como siempre, acudo a él cuando me inundan las preocupaciones. Es curioso lo mucho que cuesta decirlo y lo poco que cuesta creer en él. Sí, hablo de Dios.
No soy especialmente católica, no voy a misa, no creo en los curas, en las monjas, en los ritos ni en la Biblia. Creo en Dios y con él me basta. Porque hablar con él es hablar conmigo misma.
Dios es como escribir en mi blog,cuando no puedo sentarme aquí a escribir, cuando me voy a dormir y algo no me deja.
Una de las razones que mantienen mi fe, tras superar terribles obstáculos como son los golpes de la vida, estudiar filosofía y y pasar sana y salva de la adolescencia rebelde, es que saber que mi abuelo sigue vivo en algún lugar, con mi tía Mª Jose, con mi abuela Dora, mi abuelo Antonio, con Beatriz, con todos ellos...y si ellos lo están tiene que haber alguien que esté con ellos.
Parece curioso, son ellos los que mantienen mi fe.
Hoy volví a hablar con él después de mucho tiempo y, como siempre, le entretengo con tonterías, mis tonterías comparadas con los verdaderos problemas que tiene el mundo.
Qué fácil es pensar en las injusticias que te están tocando vivir...qué fácil es quejarse, engañarse a uno mismo, acariciarse la cabeza y decirse que eres el más desgraciado del planeta. Que fácil es alegrarse de una, valga la redundancia, desgracia ajena.
Qué difícil tener valor para enfrentarse a la vida.
Aunque en mi opinión las creencias religiosas son personales y de ámbito privado, no me da vergüenza decir que mientras caminaba he ido hablando con él, le he contado lo que me preocupa, le he dicho que siento recurrir a él sólo cuando necesito ayuda, le he prometido mucho a cambio, luego he sentido que algo volaba por encima de mí...mientras caminaba.
Es curioso, el ser humano fue hecho para cuestionárselo todo y aún cuando me veo hablando sola por la calle (mentalmente), a veces vuelvo a dudar de todo.
No sé qué será de mí...no sé qué hago aquí, no sé cuál es mi función en la vida.
Sólo sé que si pudiera, me dedicaría sólo a escribir.
Porque es aquí dónde Dios, mi abuelo, mis dedos y los molinos de viento se funden en un sólo ser.

martes, 15 de julio de 2008

She so lovely

Una canción que me motiva.

Dedicado a todos los que hacen de mi blog el rincón más confortable y seguro que tengo.

Gracias.

La nieta del impresor.

lunes, 14 de julio de 2008

Paz

Mientras el sol se asoma por las ventanas cerradas, Paz ya lleva un rato disfrutando de la oscuridad que la rodea. Sentada sobre su cama cruza sus pequeñas manos mientras refunfuña palabras ininteligibles. A las 9 en punto la auxiliar abre su puerta y le pregunta a gritos si está despierta. Paz espera, escucha su voz y le pregunta quién es. La jovencita dice su nombre de nuevo a gritos y Paz le responde que no quiere verla, que la dejen en paz. La chica deja un vaso de zumo sobre la mesa y vuelve a cerrar con llave la puerta. Paz sonríe en la oscuridad mientras escucha como el carrito se aleja por el pasillo. Después de unos minutos se levanta y recorre con el dedo anular algunos de los recortes de periódico que tiene pegados en las paredes. Muchos son artículos de escritores importantes, sacados de El País u otros periódicos que mi madre suele llevarle todos los días. Él último que llegó a sus manos fue la foto de Ingrid Betancourt tras ser liberada y lo ha puesto junto al mapa político que tiene del continente africano.

En silencio y a oscuras saca una libreta del armario y comienza a escribir con fina caligrafía. A veces interrumpe su actividad para reírse, para quedarse mirando fijamente la puerta o para romper de golpe la hoja y tirarlo todo al suelo. Cuando vuelve a oír el carrito por el pasillo, sonríe. Hoy le apetece reírse.

Tiene el cabello rubio entrecano, melena corta por las orejas y ronda casi los 60 años. No mide más de un metro y medio y su espalda se ha ido corvando hasta dejarle una pequeña joroba en la espalda. Usa gafas con montura de oro y tiene los ojos grises, sin reflejo de vida. Aún así su mirada está llena de sentimiento, te escudriña, te hiere o te comprende de la misma manera que pasa las hojas de su libreta de papel. Algunos ancianos me dicen que está loca. Ella me ha dicho que las locas son las auxiliares.
Hoy le apetece horrores fumar un cigarrillo. Sabe perfectamente que nadie la dejará fumar allí, ni siquiera tiene un paquete o un encendedor. Tampoco le importa, las ganas de fumar se diluyen junto al zumo que ha vaciado por el lavabo. Sonríe.
Hoy tiene una larga tarea: escribir una carta a la directora de la residencia para que la permita tomarse unos días de vacaciones; otra a una mujer que trabaja en el banco porque se llama Carmen y quiere felicitarla en el día de su santo, hacer una lista con los libros que mi madre tiene que comprarle en la librería (Evangelios Apócrifos y Un guardia civil en la selva) y pedir que la de la limpieza se lleve todos los periódicos que ya no necesita.
Cuando llegamos a su puerta ella ya sabe que voy a verla. Nadie se lo había avisado, pero al entrar en la penumbra de la habitación y gritar mi madre "Te he traído una sorpresa", ella sólo responde "Es tu hija, tengo una corazonada" y se ríe. Sí, me acerco y me abraza con tanto cariño que me da pena separarme de ella. Después se coloca las gafas y me pregunta qué tal estoy y si vivo en la misma casa que mi madre. No sé que responder, menos mal que vuelve a reírse y saca la lista de tareas.
Ante mí se encuentra una mujer que trabajó en la Embajada Española en Londres, donde estuvo residiendo muchos años y fue una figura importántisima para las relaciones entre ambos países. Domina el inglés, obviamente y conoce todas las capitales de todos los países del planeta. También lee mucho, me dice que Benito Pérez Galdós es magnífico y sabe debatir sobre cualquier tema. Pasa de política a economía, de filosofía al amor, después se ríe tapándose la boca y susurra ¿tienes novio? ¡seguro que tienes muchos pretendientes! y vuelve a reír.
Después de un rato mi madre le dice que tenemos que irnos y que se llevará los periódicos que ella no quiera.
"¿Pero no los tirarás no? ¿Los llevas para que los lean otros no?"
Y mi madre asiente, pensando en dónde va a dejar ella 20 periódicos llenos de páginas rotas o recortadas de hace semanas.
"¿Seguro que quieres que me los lleve? Que luego me echas la bronca porque los querías"
"Espera, déjame quedarme con éste, y con éste y éste también"
Los tira todos al suelo y se aleja corriendo hacia la butaca, me mira y sonríe.
Antes de irme, le digo adiós con la mano.
Paz me mira sonriendo. Es tan menudita y regordita que podría confundirla con una niña de 11 años. Ella se queda en su oscuridad, con sus ventanas entrecerradas, con sus artículos, sus escritos, sus libros, su soledad. Al otro lado del pasillo, mientras mi madre cierra con llave la puerta que nos separa, sé que sigue ahí mirando el techo, creyendo que el mundo es muy diferente ahí fuera, pensando que todo va como siempre y muy pronto se irá, cuando le apetezca, de allí.
De repente se acerca una mujer cantando y mirándome le dice a mi madre, "¿es tu hija?" y agarrándome de la mano me lleva a su cuarto para presentarme a su marido, los dos delgaditos y sonrientes, que me muestran con orgullo los dibujos que han coloreado y pegado en la pared.
"Mamá, ¿por qué Paz tiene su puerta cerrada con llave?"
"Porque es una mujer admirable a quién la vida respondió equivocadamente...o no."
De la puerta de enfrente sale otra auxiliar que se ríe y me responde:
"Es esquizofrénica"
Mi madre no se ríe: "Sí, esquizofrénica, pero sin ninguna duda es una mujer admirable"
Y nos alejamos del pasillo de demenciados, mientras sigo sintiendo su mirada triste, loca pero llena de cordura, alegría y necesidad de compartir.
Mi madre tiene razón (como siempre), Paz es un ejemplo a seguir.
Mientras escribo esto me la imagino durmiendo en esa cama de madera, soñando que habla con Dios y le pide que le de unas pilas nuevas para su radio, porque sino cómo cree Él que va a escucharla, aunque los coloquios políticos son como un gallinero y se cansa muy pronto de ellos.
Sueña con su juventud, conmigo, con las poesías que escribe en inglés, con la libertad.
Tras su sonrisa se esconde alguien que en cualquier momento puede odiarte o desconocerte, pero no la temas, ella no tiene miedo de ti.
Si vas a verla se tapará la boca y se reíra. Entre esas cuatro paredes parece mucho más feliz que todos nosotros. Quizás por fin lo sea.

Palacio de la Senectud

Esta mañana fui al trabajo de mi madre para hacerle una visita. El imponente palacio se alzó ante mí y antes de subir las interminables escaleras ya me sentía maravillada, como siempre. Unos minutos más tarde me encontraba recorriendo con ella los pasillos, las puertas, las escaleras torcidas y los infinitos ventanales. Sí, mi madre trabaja en un palacio.



Fue construido durante la Regencia de Mª Cristina (viuda de Fernando VII) y su historia pasa por muchos cambios: fue propiedad de los jesuítas, hospital militar y refugio republicano durante la guerra civil y, actualmente, es una residencia de ancianos.


Cuando me acerco y asciendo por sus escaleras no siento respeto hacia la magnitud del edificio que se alza ante mí, sino hacia quiénes se encuentran dentro de él.


Podría pasarme horas describiéndoles a uno por uno, detalladamente. Podría pasar días enteros escuchando sus historias, sus demencias, sus consejos y sus ganas de aferrarse a la vida.


Porque cuando entro en ese palacio y me reciben con ese cariño desbordante, me quedo sin palabras, son tantas las historias que allí sobreviven que esta nieta de impresor no tiene tinta suficiente para escribirlas todas. Aunque intente, a través de mi relato en los siguientes párrafos, que entiendas lo que he sentido hoy, sé que nadie podrá llegar a sentir esa sensación hasta que no vaya a un lugar igual y deje que sean ellos los que se descubran.


Bienvenidos a su mundo, al Palacio de la Senectud y de la vida.


(Mis relatos siempre se basan en la realidad, pero todo sale de mi imaginación. Las historias de hoy son totalmente reales, con nombres y apellidos que no diré por respeto a ellos. Y quién quiera conocerlos...ya sabe dónde ir)

El primero va dedicado a una mujer admirable a quién la vida le ha respondido equivocadamente...o no.

domingo, 13 de julio de 2008

Violines, champán y azúcar


Cuando quieras...nos perdemos y nos vamos dónde quieras.
Y que todos se pregunten dónde estamos y por qué nos fuimos.
Dejemos que sean las huellas las que nos persigan y sólo
el mar sea testigo de las idas y venidas
de los besos.
Si prefieres...nos quedamos y dormimos en silencio.
Y las noches dejarán de darme miedo porque sueñas a mi lado.
Impidamos que lo malo se acerque a asustarnos y dejemos
que la luna se tape los ojos al mirarnos
desnudos.
Huyamos...cuando todos miren.
Y si no miran nos subiremos a lo más alto para que nos vean.
Y si tienes ganas de abrazarme, no lo dudes.
Que he aprendido a ver la vida con tu alma.
Que los años a tu lado no son losas en mi espalda,
son regalos...
que la vida me dio por haberte encontrado.

viernes, 11 de julio de 2008

Amparo


Se mira las manos, todo parece envejecer con ella. Las arrugas surcan cada centímetro de su piel mientras permanece ausente, observando desde la ventana de la oficina cómo unas chicas esperan en la parada de autobús, riendo, porque seguramente irán a la piscina. Y Amparo se recuesta en la silla giratoria y mira con resignación el techo. Parece que podrá respirar durante unos segundos, pero al momento su compañera Pilar entra en la sala con una montaña de portafolios en cada mano. Nada, a darle duro de nuevo. Ambas se sonríen con complicidad, diciéndose sin hablar que intentarán llevar estos días con el mayor optimismo posible. Claro, con cuatro compañeras de vacaciones el trabajo se reparte y siempre parece que nunca vas a terminar.

Amparo es funcionaria y trabaja en la comisaría del pueblo. Nunca pensó, cuando empezó a estudiar la carrera de Traducción e interpretación de idiomas, que acabaría en aquella sala ocupada por 5 mesas, acompañada por 12 personas y dedicándose a ayudar a los "pobres desgraciados", así los llama ella, que vienen de África y buscan regular su situación. "Quién me mandaría a mí especializarme en esto", se pregunta, pero ahí está ayudando cada día a numerosas familias que sólo quieren su propia oportunidad.

Cuando entras en la rutina laboral siempre acabas aburriéndote, "quizás por eso algunas de mis compañeras todavía necesitan vivir emociones fuertes, como cuando Lola se tiró en paracaídas, ¡que locura!" piensa.

Sí, a veces se pregunta si ésta es la vida que imaginó antes de crecer y tiene miedo de responderse que no, por eso suele engañarse y mirar el techo, recordando que hay muchas personas en el mundo que se encuentra en peores condiciones.

Muchas veces siente compasión hacia los que se acercan allí, pero últimamente se está dando cuenta de que no se diferencian mucho de ella.

Puede que Amparo llegue mejor a fin de mes y se pueda permitir llevar ese collar, esas gafas nuevas, una comida fuera cada dos semanas o ir al gimnasio 12 veces en 30 días, pero cuando se pregunta por su vida muchas veces piensa que no es feliz.

Le habría gustado vivir de musical en musical, ser actriz, ser azafata y viajar por el mundo, escribir novelas, ser enfermera, diseñar un edificio o pilotar un avión.

Quizás su destino se equivocó y ella no debía haberse casado tan pronto, ni debía haber tenido aquellos dos maravillosos hijos...quizás debería haber sido egoísta o más impulsiva, haber dejado a un lado esa búsqueda de estabilidad y haberse arriesgado a vivir.

Toda una vida entre aquellas paredes. Toda una vida al servicio de un marido, de un trabajo, de unos hijos ya adultos, de un sueldo, de unos gastos.

A sus 59 años sentía que no estaba satisfecha con su vida. Durante unos segundos se imaginó a sí misma dejando los papeles en la mesa, levantándose y desapareciendo por la puerta sin despedirse dejando un caramelo Solano sobre el escritorio de Pilar, como hacía siempre. Esa vez la mesa de su amiga quedaba vacía porque Amparo no iba a volver nunca. Ni allí, ni a su casa. Se veía conduciendo su pequeño Corsa negro hacía ningún lugar.

"Que absurdo", pensaba. "Jamás podría hacerle eso a mis seres queridos por mucho que no me guste mi vida"

Pero, ¿y si había llegado el momento de vivir?

Aquella tarde Pilar regresó de hacer sus recados más tarde y al llegar la sala ya había quedado vacía. Apagó las luces y cerró las ventanas, le sorprendió mucho no encontrar el caramelo Solano sobre su mesa.

jueves, 10 de julio de 2008

He vuelto



Lo prometido es deuda y yo prometí volver. En el último momento quise detener el tiempo en esa parada de autobús y pedirle al "chófer" que me dejara despedirme de la alegría gaditana, pero el tiempo es oro y los momentos se acaban demasiado rápido.

Parece que ha sido hace unos minutos cuando me he parado a escribir aquel "me voy...".

Y aquí estoy dejando un "He vuelto".

Vuelvo más dorada.

Más feliz.

Menos joven.

Con el saco de vivencias más pesado.

Con arena en las pestañas y calor en la maleta.

Hoy en el autobús de vuelta descubrí que cada día que pasa me conozco más.

Me veo más adulta...y me gusta. Veo que crezco por dentro y por fuera y lo que más me satisface es que soy consciente de ello. Vamos, que no crezco sin enterarme.


He disfrutado al posar mi mejilla sobre la arena y, aún sabiendo que me manchaba, sentir cada minúsculo grano sobre mi piel.

He dejado que mi cuerpo caminase por la orilla y me convencido de que soy la más bella, la más grácil y la más afortunada.

Luego he tropezado y todos han sonreído, entonces lo he afirmado, soy bella, soy grácil y soy afortunada.

¿La más? Nadie es el o la más. Basta con creer que algo lo eres.


He pensado que el mar jamás perderá ese misterio que esconde en sus entrañas, esa magia que a veces se pierde entre gritos, basura, pieles quemadas y bañistas maleducados.

He recuperado la paz.

Y lo hice mucho antes de irme, lo hice sólo con pensar que sino me ilusiono con lo más pequeño y absurdo de mi vida nada de lo que haga tendá sentido.

Y me ilusioné porque me he pintado las uñas de los pies de color vino.


He vuelto. Me siento diferente. Y me gusta.

Lo llaman desintoxicarse. Sienta bien.


Sé que soy capaz de conseguir mis metas, de sufrir por ellas y disfrutarlas.

Lo que más me satisface es poder decírtelo a ti, decirte que si yo puedo tú puedes.

Desabarata la rutina aunque tu verano se diferencie poco del resto del año.

El mar, la piscina, la bañera.

La montaña, un columpio, un jardín.

La brisa, el abanico, el ventilador.

El moreno, los amigos, leer una novela, comprarte un helado de limón.

Súbete la falda y bájatela sólo cuando te la quites.

Ponte guapa para ir a comprar el pan.

Dale las monedas de la vuelta a algún mendigo.

Pierde la tarde entera bailando salsa en ropa en interior.

Di muchos te quieros.

Da muchos abrazos.

Disfruta...

La felicidad es ese granito de cristal, ése que sólo ves cuando incide la luz en él, aunque siempre viaje contigo.


martes, 1 de julio de 2008

Me voy...


Me voy al sur.

Con la arena.

Me voy de aquí, con la confianza plena en disfrutar...del sol, de la sal en los labios, en el pelo ondeando, de los sueños que vuelan con las cometas, de los castillos que simulan ser nuestra única preocupación en la vida.

Me voy al sur y volveré menos blanca y más llena de emociones.

Adiós, hasta pronto...me llevo mis palabras, ellas también me piden un poco de luz...

Volveré dentro de una semana...sonreíd.
El maestro Alberti me espera para que vaya a venerarlo...eso haré.

Todos

Dicen que las calles se cubrieron de un extraño fulgor rojizo y que aquel día no hubo región que no estuviera expectante. Dicen que aquel día los ateos rezaron a Dios y los cristianos se olvidaron de ir a misa. Dicen que las diferencias quedaron arrinconadas cuando dos completos desconocidos se fundieron en un abrazo, dicen que sólo se habló un idioma al grito de "gooool".
Dicen los viejos que en este país hubo una...fiesta, y las dos Españas quedaron tan unidas que las izquierdas, las derechas, y los centros sólo tenían significado deportivo.
Por unos minutos la roja ocupó todas nuestras vidas, la vida del padre, la madre, el hijo, el camarero, la cirujana o el profesor.
Dicen que aquel día los que querían irse se quedaron y los que discutían decidieron poner fin a las disputas. Dicen que aquella noche la primera palabra de un bebé fue "podemos" y la última de un anciano fue "yo lo viví".
Cuentan que en aquel momento el mundo entero observó maravillado como un país superaba el nacionalismo con la simplicidad de reconocer el amor a un deporte, el cariño a una familia, el respeto a un sueño y la fe hacia un equipo. Republicanos y monárquicos sonrieron cuando el rey sonreía, sin presentar diferencia alguna entre unos rostros y otros.
Dicen que aquel día los satélites de la NASA dieron aviso de que en España había un neblina de un intenso color rojo y que la temperatura estaba aumentando sólo en ese país.
El calor de una afición que se cuenta por millones.
Como dice mi padre, "esto sólo lo consigue el fútbol".
Gracias, Selección.
Podíamos.