domingo, 31 de mayo de 2009

Un hasta siempre

El mundo es una caja de sorpresas.
Es en este instante, mientras estudio hojas y hojas llenas de transposones, DNA cíclico, recombinaciones, usos de la ingeniera genética... cuando me quedo ausente, pensativa, porque me vuelve a asaltar la duda de si todo tiene una explicación racional.

¿Por qué lo pienso?

Esta mañana recibí una noticia muy triste, el abuelo de una amiga mía había fallecido.
Y una hora después sonaba el teléfono,
un bebé nacía en Salamanca,
muy pequeñito, sólo 2 kilogramos,
y descansaba plácidamente en la incubadora.

Y aquí sigo. Pensando en si hay alguna fuerza sobrenatural que decida esto.
Que sepa cuando una persona ha vivido el tiempo que le otorgaron y por ello deba marcharse ya,
dejándole su espacio en el mundo a otra persona que viene de camino.

Me entristece la muerte, pero el cuerpo humano es una máquina imperfecta, es sólo un átomo más en un ciclo de materia y antimateria, no somos los mejores, sólo nos dieron la capacidad de comprender esta realidad.

Por eso nos arrugamos a medida que avanzamos.
Y cuando llegamos a la cima vemos como la cuna que un día fue nuestra ahora pertenece a otro que va por detrás.

"Es ley de vida" dicen los ancianos en los entierros.
Y quizás no teman a la muerte, o por lo menos lo disimulan bien.

Quizás sea hora de asumir que no somos eternos, simplemente para empezar a vivir como si el futuro fuera ayer.

Y desde aquí le deseo un feliz viaje al abuelo de Ángela, vaya a dónde vaya, y a los suyos que se quedan aquí les digo que no se preocupen porque él siempre podrá volver (sólo se necesita creer que jamás se fue)

Gabriel García Márquez - La Marioneta (Uno de los escritos más bello que he leído en toda mi vida)

Si por un instante Dios se olvidara
de que soy una marioneta de trapo
y me regalara un trozo de vida,
posiblemente no diría todo lo que pienso,
pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más,
entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos,
perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen,
Despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan,
y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida,
Vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol,
dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón,
escribiría mi odio sobre hielo,
y esperaría a que saliera el sol.

Pintaría con un sueño de Van Gogh
sobre las estrellas un poema de Benedetti,
y una canción de Serrat sería la serenata
que les ofrecería a la luna.

Regaría con lágrimas las rosas,
para sentir el dolor de sus espinas,
y el encarnado beso de sus pétalo…
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida…
No dejaría pasar un solo día
sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.
Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos
y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están,
al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen,
sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas,
pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte
no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres
He aprendido que todo el mundo quiere vivir
en la cima de la montaña,
Sin saber que la verdadera felicidad está
en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido
aprieta con su pequeño puño,
por vez primera, el dedo de su padre,
lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre
sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo,
cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes,
pero realmente de mucho no habrán de servir,
porque cuando me guarden dentro de esa maleta,
infelizmente me estaré muriendo.

viernes, 29 de mayo de 2009

Una canción

Es fantástico ver como la percepción que tienes acerca del mundo cambia según avanzas o retrocedes.
Es bello descubrir cómo las palabras de un adulto construyen con ladrillos de curiosidad la mente de los niños.

Una vez mi padre estaba escuchando una canción en inglés y para mí carecía de interés, era pequeña.
Entonces me dijo que el grupo era uno de los más grandes de su época, aún así siguió sin llamar mi atención.
Entonces me miró a los ojos y me dijo que la canción contaba una historia, pero no tenía palabras.
Sólo hacía falta cerrar los ojos e imaginarlo todo siguiendo el ritmo de la melodía.
La siguiente vez que la oí, nada volvió a ser igual.
Y hoy en día me sigue poniendo la piel de gallina cuando suenan las trompetas.

Y aunque la mayoría de los que la oyen digan que habla de la humanidad, de como a lo largo de la historia las personas se han comportado como borregos que apoyan en masa a líderes autoritarios, de como Churchill predijo lo que ocurriría con Hitler, de voces manifestándose, de la propia historia...
cuando la oigo mi corazón le dice a mi memoria lo que mi padre me contó:

Él me dijo que la canción habla de un manicomio, lleno de locos
y que éstos no comprenden que hacen retenidos, no entienden a los cuerdos
ni a quién decide que grado de locura tienes que tener para no ser normal,
por eso están allí, tristes y vencidos.
Pero de repente, suenan sus voces en el patio
y al sonar el reloj la voz de un hombre les dice que tienen que huir de allí,
y por eso, tras oírse las trompetas,
escapan.

Y mi corazón se escapa con ellos.
Y me veo a mí misma montada en el coche imaginándolos en el motín del manicomio.
Me imagino huyendo con ellos.

Porque lo único que sé es que mi padre quiso que me gustara esa canción.
Y lo consiguió.

Fool's Overture de Supertramp

http://www.youtube.com/watch?v=TLbYL10c1zo

lunes, 25 de mayo de 2009

Vida


Él la sujeta con sus manos. No puede creerlo. Rosa es tan pequeñita que teme hacerla daño sólo con mirarla. La ve tan débil que siente miedo de lo que pueda ocurrirle, siente miedo de no estar ahí siempre para protegerla. Es entonces cuando ella respira tranquila y le sonríe, no le ve, pero le siente. Sabe que esas manos grandes que la sostienen y tiemblan, son de su papá.
Y si esas manos están cerca, todo irá bien.


Rosa marca el número de teléfono. Espera. Un primer tono, un segundo, un tercero, un cuarto, un quinto...no hay respuesta. Aún así sigue, con el rostro inexpresivo, hablándole mentalmente, gritándole que responda a la llamada. Nadie contesta. Entonces cuelga y se dirige a la cocina, coge unas llaves, sale de casa y camina durante 10 minutos.
Se detiene ante una pequeña casa de paredes rosadas.
Papá las pintó cuando ella tenía 3 años.

- Pintaré la casa rosa, como tú, así Dios sabrá dónde vives y podrá cuidarte siempre que yo no pueda- le decía Papá.
Y la niña sonreía satisfecha mientras él se subía a la escalera, como un trapecista,
y coloreaba cada recoveco de la casa.

La puerta del jardín está entreabierta, como siempre.
Las rosas ya no huelen a verano, a sus interminables veranos adolescentes y agonizan a lo lejos, reclamando un poco de atención.
Entonces entra.
No se oyen ruidos, todo parece en calma.
Rosa se adentra en la casa, su casa y va al salón.
Allí está él.
De pie, parado, como si no la hubiera oído llegar.
Con la mirada fija en el teléfono y las manos extendidas en el aire.
Mueve sus brazos, como si dirigiera una orquesta invisible, incluso puede escucharse la melodía, disonante, arítmica, cuando los arpegios se suceden sin orden.

- Papá

Al oír su voz desde el umbral, papá sonríe.
Y a Rosa se le hunde el corazón.

Entonces se detienen todos los relojes de la casa rosa y, sin prisa, padre e hija comienzan la ardua tarea de llevarle a la habitación.
Él no pierde la sonrisa.
Porque su niña de 40 años está con él.

Y ella le sujeta con sus manos. No puede creerlo. Papá está tan delicado que teme hacerle daño sólo con mirarlo. Le ve tan débil que siente miedo de lo que pueda ocurrirle, siente miedo de no estar ahí siempre para protegerle. Es entonces cuando él respira tranquilo y le sonríe, no la ve, pero la siente. Sabe que esas manos suaves que le sostienen y tiemblan, son de su hija.
Y si esas manos están cerca, todo irá bien.

domingo, 24 de mayo de 2009

Dedicado a los que siguen afirmando que el cambio climático es mentira

http://www.youtube.com/watch?v=W24yiFN_5kg

Quería subir este vídeo, pero últimamente tengo problemas con la herramienta de vídeos, por lo que dejo aquí el link para quien quiera verlo.
Simplemente es increíble.
Y la sensación que te deja al terminar de verlo, brutal.

(Gracias Eva por enviármelo)

jueves, 21 de mayo de 2009

lunes, 18 de mayo de 2009

Y, hoy, La literatura llora


Se ha ido.
Pero aquí sigue.
El tercer abuelo, el que tanto me enseñó sin conocernos...

Le despido,
desde este diminuto lugar, uniéndome a los literatos de corazón encogido
que le recuerdan con orgullo y veneración.
Le decimos adiós con las manos y las plumas.
Y con los ojos vidriosos,
porque no nacerán más flores de su tinta.
Y con el alma en pedazos,
por haber leído de sus dedos
la pureza de lo que el corazón le dice a la cabeza.
Grandísimo Benedetti.
Sólo su apellido ya es poema.
Y poemas son la sangre de sus venas.
Por eso se ha ido.
Pero aquí sigue.


Y aquí dejo uno de sus poemas, de mis favoritos, no porque sea el mejor, sino porque en estos momentos lo que usted dijo se cumplirá.

Todo verdor perecerá

Dijo la voz de la escritura
como siempre,
implacable

Pero también es cierto
que cualquier verdor nuevo
no podría existir
si no hubiera cumplido su ciclo
el verdor perecido

De ahí que nuestro verdor
esa conjunción un poco extraña
de tu primavera
y de mi otoño

seguramente repercute en otros
enseña a otros
ayuda a que otros
rescaten su verdor

Por eso
aunque las escrituras
no lo digan
todo verdor
renacerá.

Y así será, maestro.

domingo, 17 de mayo de 2009

Ríos de leche

Ríos de leche cubren el suelo.
El poeta no escribe con metáforas, no canta que nieva en mayo.
Sólo grita que hay ríos de leche en el suelo.
Leche de vaca, esa que bebes, que tomas en la taza, con café, chocolate, con vainilla, con miel...
Esa que te da sostén, la que te acompaña, la que entrega el calcio que luego usan tus neuronas para comer.
Leche, blanca, esa que probaste por primera vez de los pechos de mamá.
Y el poeta llora al verla discurrir por las aceras y calzadas, como un río que se suicida para poder ver el mar.
Y los ganaderos toman las calles, esas que sus manos no han creado, para pedirles ayuda a los que "vuelan en Metro por Madrid" y discuten en el Senado.
Y cuando éstos les dan la espalda miran al pueblo, con sus manos ásperas llenas de callos, con sus sombreros de paja y las botas cubiertas de barro, con los brazos morenos y las manos blancas,
blancas...como la leche que hoy tiran para reivindicar su causa.

Pero tú dices "Lo sé, lo siento, pero la francesa es más barata..." y si no es esa, es la portuguesa y si no...
Y él se arruina. Y yo me tomo mi café.
¿Qué podemos hacer?
¿Por qué primero lo de fuera y después lo de dentro?
¿Por qué?
¿Por qué los productos extranjeros están por encima de los nuestros? ¿Por qué?
¿Por qué es más caro lo nuestro? ¿Por qué?

Y lo mismo pasa con los rojos tomates, los nacarados huevos, las verdes lechugas...
Ayudemos al sector agrícola.
Nos necesitan.
Unámonos contra un liberalismo que absorbe al que planta la semilla y enriquece al intermediario.
No permitamos que la tradición de este país, con sus campos y animales se sienta huérfana.


Y llora el poeta. Porque le duele no encontrar respuestas.
Porque ve a los niños que mueren de hambre, los ve en la otra orilla esperando
a que esos ríos de leche lleguen para alimentarlos.
Porque es un sufrimiento ver como algo que tanta falta hace en un lado,
debe tirarse porque no se quiere,
en otro.

domingo, 10 de mayo de 2009

Mayos en mayas


- ¿Eso es El Carro?
- Sí, fijate "pam", "pam" "pam" "pam" "pam" - respondiste dibujando las líneas con tu dedo.
Y nos sentimos inmensos en un planeta diminuto.
Una noche de verano se escapó de agosto para vestir nuestros ojos,
y tú y yo nos limitamos a mirar el cielo.
Y a descalzarnos sobre la hierba mojada por la primera tormenta del año.
Primavera de colores, caminamos abrazados,
entre las sombras la vida nocturna se esconde, se recrea en lo oscuro observándonos.
Y juntos olvidamos que allí a lo lejos los jóvenes bailan y beben entre luces,
y me besas la frente, con ese gesto tan típico tuyo, sonrisa cerrada.
Suena tu móvil, pero no lo coges.
- Te dije que hoy toda mi atención es tuya.
Y no puedo aguantarlo y te abrazo.
Me entran ganas de llorar..."qué tontería", pienso.
Pero es que cada vez que nuestros corazones se acercan demasiado, siento la fuerza de los latidos y me asalta el miedo de perderte algún día.
Entonces susurras,
- Tengo mucha suerte.
Y pregunto por qué...
- No sé quién sería hoy en día si no te hubiese conocido.
Y las ganas de llorar me asaltan otra vez.
Después nos caemos ladera abajo, o nos dormimos en un banco perdido, nos peleamos con la alergia, con el sueño, y rendidos nos miramos, sonrientes.
- Te quiero mucho.
- Yo también.
Y soltamos una carcajada al unísono, nos sorprende ser tan tiernos.
Y nos olvidamos del tiempo, soñamos despiertos.


Pasa una ambulancia, nos quedamos parados.
- Cuando tú seas policía y yo médico de ambulancia nos veremos cuando haya algún accidente de tráfico.
- Y cuando te vea diré ¡Un momento por favor! Y dejaremos todo en un segundo plano, para abrazarnos.
Nos reímos, como niños. Pensamos en el futuro, como jóvenes. Nos queremos, como si llevásemos juntos toda la vida.

sábado, 9 de mayo de 2009

El Paseo de Recoletos

Era la mujer más bella del mundo.
Cuando la vi por primera vez sentí cómo se me llenaba de aire el pecho, cómo si al verla una nube de aire puro hubiese nacido entre la contaminación de Madrid y se hubiese metido en mis pulmones.
Tuve mucha suerte de estar ahí en ese momento.
Me sonrió. No sé si fue a mí o si ese gesto estaba siempre dibujado en su cara, pero pude ver una línea de luz a través de sus dientes.
Siguió caminando, sin que se diera cuenta la seguí.
Podría haberse asustado, a esas horas de la noche nadie parece de fiar, pero al verme de lejos me hizo un gesto con la mano, como despidiéndose hasta el día siguiente.
Y volví a casa totalmente enamorado de la joven que vivía en el Paseo de Recoletos.

Cómo comenzamos a intimar es una historia un tanto curiosa.
Me gustaba sentarme a observarla, a riesgo de parecer un obseso, pero pareció entender que sólo me agradaba estar cerca, incluso fue ella quién me habló por primera vez.
Su primer hola me costó una coca - cola y un bocadillo de calamares, que devoró como si llevase una semana sin comer.
El hablar de mi vida fue sencillo, soy parlanchín en paro de poca monta; el hablar de la suya me costó caro, nada de daño al bolsillo, pero sí verla llorar.
Aún con ese comienzo un tanto triste, rápidamente nos dimos cuenta de que nos queríamos.
Mi casa era el lugar idóneo para los desayunos, comidas y cenas, sin olvidar que se adueñó del baño cosa mala.
Pero por mucho que insistí desde el primer día, se negaba a quedarse a dormir.
Así al llegar las 12 la acompañaba a casa y la dejaba segura en el Paseo de Recoletos.

Nuestra historia fue la comidilla de mis amigos.
Cuando la vieron por primera vez se quedaron sorprendidos, yo pensé que era por lo guapa que era, envidia sana, pero cuando comenzaron a criticarla me rompieron el corazón.
Aprovecharon ese momento en el que ella se entretenía en mi baño, sentada sobre la taza del báter, oliendo el jabón.
Y yo ahí, hundido en el sofá, escuchando cómo rompían mis ilusiones.
Me amenazaban con romper nuestra amistad sino la dejaba, decían que me había vuelto loco, pero yo estaba más cuerdo que nadie, más cuerdo que todos ellos.
La llamaron sucia, la llamaron diferente, dijeron que yo estaba en otro nivel.
Para mí fue horrible tener que discutir con ellos,
tener que defenderla.
Tener que reconocer delante de ellos que quizás tenían razón.

Pero descubrirla llorando tras la puerta del salón fue lo peor.
Y verla salir corriendo de mi casa sin mediar palabra.
Y darme cuenta de que se había hecho añicos mi corazón.

Aquella noche cogí mi cartera, me puse ropa limpia y un saco de dormir que tenía de las excursiones al camping cuando fui universitario.
Cerré la puerta de mi casa dejando tras de mí mi vida.
Y caminé decidido hasta el Paseo de Recoletos.
Una vez allí bajé al paso de peatones subterráneo y la encontré.

Sentada, como siempre, como la primera vez, en sus dos cartones.
Con sus vaqueros sucios y su jersey rosa fucsia de algodón.
Con sus manos ennegrecidas por rebuscar en la basura y su cabello corto enmarañado.
Con su bote de cerveza y las deportivas rotas.
Con su olor a orina y las yagas en sus manos.
Y con esa sonrisa...

No supe cómo pedirla perdón sin decirla que la amaba.
Y no sé si me perdonaría o no, porque cuando me besó los labios no dejó de sonreír.

jueves, 7 de mayo de 2009

La dueña de mi pulsera

A veces me pregunto si tú lo supiste mucho antes que todos nosotros...
por eso preparaste tu despedida, disfrutando del calor de nuestras risas,
y luego esperaste, para despedirte sin que faltara nadie,
y me dejaste sujetar tu mano, tu blanca, tierna y dulce mano, unos segundos
antes de marchar.

A veces intento buscarle porqués a la vida, siempre partiendo de ese
"¿Por qué no estás?"
supongo que se me hace difícil creer en el destino, cuando desde que te fuiste
hay un asiento vacío en la palabra humanidad.

Y recuerdo nuestro viaje al país de las cabinas rojas y tiendas de té...allí donde nos dijiste con los ojos que no te quedaba tiempo suficiente, donde nos entregaste tu alma en cada sonrisa, en cada caricia y cada gota de lluvia que cayó.

Tu cabello corto, tus gafas, tu nariz respingona, tu miel en el café, tus anillos, tu mirada...
Tengo tantas cosas que contarte...y es un dulce engaño pensar que te las podré enseñar.
Pensar que me estás viendo crecer, que conoces mis triunfos y mis errores,
que he podido agradecerte que estuvieras ahí,
que te he dicho que te quiero.

Serán cientos los poemas que lleven tu nombre...
serán miles las veces que te podré pensar...
seremos tú y lo que nos dejaste...
somos infinitos recuerdos.

Aún lloro escuchando esta canción que me traslada a aquel viaje a Londres, esta letra que me cantas tú, que me invita a no rendirme.
http://www.youtube.com/watch?v=sxRblt_krPY (Alex Ubago . A gritos de esperanza)

Para ti, estés dónde estés.