sábado, 28 de febrero de 2009

Gloria Fuertes

Ella me enseñó a ver el mundo de otra manera.
Quizás fue la primera persona que, a través de sus libros, me animó a escribir.
Nunca lo sabrá, se fue hace tiempo y nunca llegué a conocerla.
Pero siento que se marchó sabiendo quién era yo y lo que representaba ella para mí.
No olvidaré su voz ronca, tan única y reconocible entre miles.
Su pelo corto y blanco y su media sonrisa pícara.
Aún recuerdo sus versos: de elefantes, arcoiris, caramelos, colores, abecedarios y abuelos.
Y aún conservo en mi cabeza las rimas y la alegría de sus cuentos.

De ella aprendí que "Hay que encender los libros y apagar los televisores".

Si hoy tengo algo bueno en mí, lo que sea, ella tuvo algo de culpa.

Por los bordes del arcón,
donde guardo el camisón,
la carcoma va y se asoma,
¡que carcoma más carcoma!
(...)
Hace días la muy pilla,
se ha metido en la capilla,
y se está comiendo a un santo.
¡Uy qué espanto!



Son tantas las poesías...y los libros...desde sus adivinanzas a sus definiciones del Diccionario Estrafalario...
Una de las mejores poetisas de este país y del mundo entero.

Hace unos días descubrí, indagando en su biografía, que no sólo escribió para niños, también para adultos y qué sorpresa la mía cuando leyendo y releyendo me mostró una parte de ella que nunca conocí siendo niña.
Quizás es lo que siempre quiso, que siendo mayor encontrase la mitad que me faltaba de ella.

Y la encontré.

Al aire puro,
al aire puro,
no le gusta acariciar banderas.

(Gloria Fuertes)


Gracias Gloria. Fue usted mi tercera abuela.



miércoles, 25 de febrero de 2009

Cena en Madrid

Tiene hambre. El sonido de sus tripas retumba en las calles vacías. Es tarde, es lunes, no hay nadie. Sólo ella y su viejo pastor alemán, el señor Vejestorio, de un tiempo a esta parte más conocido como Cofi, en honor a aquel turista extranjero que (sería agosto o junio, no sabe) la encontró adormilada en una esquina, le entregó un vaso de papel verde y le dijo algo como " Teik dat, teik dat plis, cofi is cofi" y aunque ella no entendió ni una palabra, le agradeció el gesto y se bebió aquello que sabía igual que el café.
Sería café. Y a lo mejor fue lo primero que bebía en varios días. Así se quedó el perro con el nombre.
Tiene 36 años. ¡No miento! Es verdad. Aunque si la mirases ahora mismo de perfil creerías que tiene 56. Y si la miraras de frente te sería imposible quedarte cerca, no aguantarías el olor que desprende.
Ella lo sabe, por eso si se levanta con buen pie a lo mejor entra en algún bar que esté abriendo y se lava la cara y las manos. Después las axilas y luego se peina como puede esa maraña rubia.
Cofi la espera en la puerta, nunca se escapa. Seguramente también se sienta muy solo.

¿He dicho se levanta? No tiene porqué...muchas veces duerme de pie, o no duerme porque esa noche tiene la sensación de que está en peligro. Y escondida entre los matorrales se incorpora cada vez que escucha un chasquido, aunque sea a 200 metros.
Hace tiempo que se acostumbró a no ser un habitante de Madrid, sino una de esas personas en las que todos se fijan, pero se esfuerzan por no ver.
No quiere hacer nuevos amigos, ni siquiera le gusta charlar con el acondroplásico que vende cupones, ni con la gitana que vende medicamentos cerca del Corte Inglés, ni con los rumanos y africanos que se prostituyen en Sol por 4 duros...
Ella no es una más, no quiere pertenecer a nada sólo huir de su propia realidad.
Hoy tiene tanta hambre que por un momento se ha preguntado si sería capaz de matar por sobrevivir: la respuesta ha sido no, de momento. A lo mejor Cofi sí lo haría, pero no se lo ha preguntado. Hace mucho tiempo que desistió en enseñarle a hablar, es demasiado viejo ya.
Mientras camina arrastrando unas deportivas "del año la polca", recuerda aquellos zapatos de tacón que se compró para su graduación en el instituto. Eran morados, con tacón medio alto. Iba guapísima. Recuerda también la ilusión que le hizo ver allí a su abuela, la pobre mujer tan mayor y tan decidida a no perderse un día muy importante.
Ojalá hubiese vivido más días importantes, ojalá alguien se hubiese preocupado por animarla a seguir estudiando o trabajando...simplemente alguien que la reprendiera por llegar tarde a casa, por irse con malas compañías...alguien.
Alguien que nunca tuvo.
Sola, siempre sola. De casa de acogida en casa de acogida.
Y para ella aquel 23 de marzo no fue histórico por poder enseñar un DNI en una discoteca proclamando "Soy mayor ya", sino la seña del camino que le decía "eres adulta, se acabó tu esperanza".
Y no hubo alguien que le dijese no te vayas. Y se fue. Y se perdió por las calles creyendo ser una Madonna joven, pero no lo fue, no tuvo esa suerte. No sabía cantar.
Que injusta era la vida. Unos tanto, otros nada.
Odia a esos jóvenes del metro que cada sábado se emborrachan sin límite ni control.
Si ella hubiera tenido esa suerte...un hogar, unos padres que se morirían de vergüenza al ver a esos hijos "universitarios" tirados en el suelo tarareando canciones absurdas....
A lo mejor nunca habría conocido a Cofi,
ojalá nunca hubiese conocido a Cofi, piensa,
y en su lugar hubiese tenido un gatito o un periquito en una casa del centro.
Después de pensarlo se siente culpable. Ese perro es su familia. El único que no la mira como si fuera un despojo humano. Se para un momento y lo acaricia y él, puro y bello como sólo puede serlo un animal, le lame la palma de la mano.
A lo lejos divisa unos cubos de basura. Son las 00:00, ya hay mucha gente.
Está el matrimonio de ancianos que no llegan a fin de mes, la viuda delgada que nunca habla con nadie, dos niños chinos que sólo recogen fruta, los drogadictos, alguna prostituta más...Remueven las bolsas y encuentran bandejas de comida, hortalizas, pedazos de pan, algo de carne...y poco a poco llenan sus carros y sus estómagos.
Hablan de la crisis y sonríen, los que pueden. Otros escuchan mientras mordisquean y tragan en la oscuridad. Uno de los drogadictos empieza a bailar y todos aplauden, otro grita que ha salido en la tele, en Callejeros...
De repente aparecen 5 policías, gigantes. Algunos asustados salen corriendo, nadie los persigue.
Uno de ellos se tropieza, cayendo al suelo y abriéndose la cabeza. Le sale sangre. Uno de los policías se acerca y lo tranquiliza, sólo es una brecha. El hombre comienza a llorar y entre todos le dicen que no pasa nada, que se pondrá bien.
Mientras tanto los compañeros se acercan a los comensales y les avisan:
"La Comunidad de Madrid ha establecido una nueva ley...bueno, a ver, ustedes no pueden seguir abriendo las bolsas de basura y recogiendo los alimentos, desde ahora está prohibido. La multa es de 150 euros"
Maldita Esperanza, ya podría llamarse Angustias - dice un anciano que está comiendo un tomate picado pero de buen color.
Todos ríen, incluso los policías.
¿Tenemos que pagar? - pregunta una mujer que sostiene a un bebé en brazos.
- No, claro que no.

Cofi traga el último pedazo de pollo. Satisfecho se tumba sobre los pies de su dueña, para darle calor. Son las 3 de la madrugada. Sólo quedan ellos y el drogadicto bailarín que duerme en unos cartones cerca de un portal.
Ella lo acaricia de nuevo. Su pelaje está sucio, pero es suave. Lo quiere muchísimo.
Con el estómago lleno todo parece menos desesperante.
Gracias a dios hay gente buena en el mundo, piensa.
Ojalá no se cansen nunca.
Ojalá nadie olvide que estamos aquí.

lunes, 23 de febrero de 2009

Cuentos

Estaba hoy en clase y una amiga mía, Camino, ha cogido una hoja de papel y me ha escrito en ella un cuento, era este:

On sale: baby shoes, never worn.

Le he preguntado, ¿qué es? y me ha respondido "Es un cuento".
Y al volver a leerlo he tenido la misma sensación que al terminar de leer un libro.

Traducido al castellano el cuento dice:

En venta: zapatos de bebé, sin usar.

Y el escalofrío repentino que sube desde el ombligo al esternón, por lo menos para mí, ha sido inevitable.

Este cuento lo escribió Ernest Hemingway utilizando sólo seis palabras.

Y yo que creía que el cuento más corto era aquel de Augusto Monterroso:

"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí"

Me parece maravilloso que puedan resumir la belleza literaria de cientos de hojas en una sola frase.

Aquí os dejo un blog que he encontrado, está dedicado a microrelatos, microcuentos, greguerías...una maravilla para quién le apetezca reírse y reflexionar un rato.
Y si os apetece, inventad vuestros propios cuentos.


http://cuandodespertoeldinosaurio.blogspot.com/


jueves, 19 de febrero de 2009

Perdiendo el tiempo, ese que no me sobra

Es la primera entrada que escribo fuera de casa, fuera de mi portátil. Aquí estoy, en una hora de descanso mientras espero a que acabe el último grupo y poder ir a comer...Nunca había escrito rodeada de gente, es un poco incómodo porque sientes como todo el mundo está más pendiente de tu pantalla que de la suya propia (ojalá lea esto la que está a mi lado).
No tengo nada qué decir, supongo que la inspiración está en mi estantería, en mi cuarto.
Por lo tanto...es la entrada menos interesante que hago =), pero era importante para mí.

martes, 17 de febrero de 2009

Limpiando la alcoba

Una vez me dijo mi padre,

"Yo me di cuenta de que me había hecho mayor cuando los cómics dejaron de gustarme"


y hoy limpiando mi habitación he descubierto que me he hecho mayor.

Mortadelo y Filemón me ha mirado con ojos vidriosos cuando les he abandonado en un armario.

Qué sensación más...extraña. No me había dado cuenta de lo que vamos cambiando. No soy consciente. Será porque me miro al espejo todos los días y no le dejo tiempo al tiempo para que me lo enseñe.
Sólo cuando me meto aquí y leo textos que escribí hace tiempo veo cómo he cambiado, veo post a post mi vida escrita; también están las fotos, que me muestran cómo fui; aún mejores son los vídeos, porque me escucho (siempre con esa voz que no reconozco) y sobre todo me descubro: es curioso...daría lo que fuera por ser por un día otra persona y conocerme.
- Hola soy Patapum.
- Hola, soy Laura.
¡Qué miedo! ¿Y si no me cayese bien a mí misma?

Me gusta crecer. Cambiar. Avanzar. Pero me entra una nostalgia por las costillas...porque en ese momento sí que soy consciente de que todo queda atrás.
Como decía aquel anuncio de la serie "Cuéntame": "Cada palabra que digo ya forma parte del pasado" y salia un niño montando en un triciclo..

Antes de terminar de escribir esto he corrido al armario de la terraza y he abierto uno de mis cómics.
Sí, han dejado de engancharme, ya no meriendo pegada a un tebeo (la mayoría están llenos de manchurrones de leche, yogurt y derivados) ni me los llevo a todas partes, ya no los compro en aquella tienda cerca de la playa, ni les pongo pegatinas para numerarlos, pero forman una parte vital de mí por eso aunque ya no me gusten, aunque ya sea "mayor"...
siempre hay un rincón de mi corazón lleno de Doctores Bacterio, Supers, Ofelias, 13 Rue del Percebe, Botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio...y mis queridos amigos: Mortadelo y Filemón.


En homenaje a uno de mis ídolos de la infancia (y actuales), gracias Señor Ibáñez.

lunes, 16 de febrero de 2009

Pero no te lo digo


Quédate a mi lado. No sé, hace frío...y esta noche seguro que, si sales por esa puerta y te alejas, vendrá el Coco y me meterá en su saco....¿o ese era el Hombre del saco?
Bueno, da lo mismo, no te vayas.
No te rías tanto, que me enfado. Me enfado y me acurruco a tu lado bajo la luz de ninguna vela, a oscuras, cuando sólo brillan tus pupilas curioseando en la nada.
Te quiero, pero nunca te lo digo por miedo a que, ya sabiéndolo, te canses de mí muy rápido...
Me gusta tu pelo, enredado, mojado, cuando huele a sofá o a champú.
Mis pies cuelgan, sentada en tus rodillas y desde ahí arriba te pregunto si las estrellas son tan grandes como la luna o si realmente son globos que se le escaparon a algún niño y se quedaron allí.
Tú meditas la respuesta, saboreas el momento y después de toser, pegas tus labios en mi frente y esperas a que te diga..."venga, no te hagas el interesante y responde", entonces te apartas y, colocando tu dedo índice sobre mi nariz, murmuras cerca de mi oreja "las estrellas son globos que se escaparon" y yo, satisfecha, me lo creo.
Luego se me ocurren muchas preguntas tontas, pero por hoy ha sido bastante.
Te abrazo y me quedo así para siempre, para no perderte.
Y se escucha tu voz en la penumbra: "pequeña, pequeña, pequeña..."
Y te quiero, en fin, para qué ocultarlo, pero no te lo digo.

viernes, 13 de febrero de 2009

La enfermedad de Daniel

Sentadas frente a ella van cuatro jovencitas, por su acento serán colombianas y parece que hablan de irse mañana de compras en vez de acudir a clase. Elena las escucha y piensa en su juventud, cuando ella no hacía nada diferente a lo que hace ahora, bueno quizás sí, quizás sonreía más.
De repente aparece su reflejo en el cristal del vagón, entran en el túnel. Asustada aparta la mirada, no quiere verse. Rápidamente intenta desviar su atención fijándose en el resto de viajeros, pero esa imagen de una mujer rubia, con grandes gafas y mirada acusadora no se van de su mente.
Se mira las manos. Echa de menos un anillo que nunca recibió. Quizás sea hora de asumir que su vida siempre estuvo escrita y ya no hay razones para soñar con un futuro distinto.
Llega su parada. Con cuidado se pone su bufanda y sale. Camina junto a personas desconocidas que ni siquiera se percatan de su existencia. Sólo es una mujer casi obesa, con mechas castañas y una vida poco importante. Eso piensa ella y nadie le dice lo contrario.
Un sol conciliador la recibe en la calle, pero Elena no tiene tiempo para disfrutarlo. A medida que avanza hacia el bloque de oficinas siente cómo las lágrimas se van acumulando en sus ojos e irremediablemente echa a llorar.
Recuerda aquellos veranos en la playa, cuando su única preocupación se llamaba Daniel.
Cuando le llevaba de aquí para allá, cuando le cogía, le reprendía o le besaba.
Y ahora su realidad sólo le impone, día tras día, que está sola, totalmente sola.
No todos los inviernos fueron tan tristes como éste. Cuando conoció a Bernardo descubrió que en pleno diciembre puedes sentir calor. Y vivió la historia de amor más efímera y romántica de toda su vida, es más, el fruto de aquel invierno tuvo un nombre propio que ahora vive en su corazón.
Aquel hombre desapareció dejándola sola. Sola con su fruto.
Y ese fruto se llamó Daniel.
Y aún siendo muy joven e inmadura invirtió toda la tristeza y el desamor en amar y proteger a ese pequeño, su hijo.
Mientras espera a que cambie el semáforo, siente como se agotan las lágrimas. Saca un pañuelo del bolso y se suena la nariz. Espera. Los coches paran y ella sigue su camino: son las 7:46.
Sabe que hoy será un día duro. Montones de documentos, llamadas pendientes y reunión de plantilla. Y Elena, como siempre, afronta el día sin ninguna ilusión, no tiene motivos.
De repente vuelve a su mente la imagen del metro. Se ve a sí misma. Con sus ojeras, sus arrugas y esa boca que ha olvidado qué se le dice a los músculos para que se muevan y hagan el gesto de sonreír.
Piensa en él.
En cómo es posible que se fuera tan rápido.
Ni siquiera pudo enseñarle a dibujar.
A veces siente que nunca lo tuvo, que no le dieron tiempo suficiente, que mataría por escucharle hablar otra vez, aunque se fue cuando sólo sabía decir "Mamá" y "Apete" (chupete).
Y le aterroriza saber que hoy tendría 19 años.

"Señora...le estamos diciendo que la enfermedad de su hijo es genética, no se ha infectado con nada; un niño normal tiene cosas normales en sus células, para que usted me entienda y su hijo las tiene mutadas y eso las hace no funcionales..."
Por qué...
¿Quién decidió aquello? ¿Dios? ¿La selección natural?
Sentada en su escritorio abre Google y escribe www.ntsad.org , después abre el traductor de páginas porque no entiende nada de inglés y, copiando y pegando, lee los las noticias recientes publicadas.
Realmente no siente ninguna satisfacción por hacerlo, quizás sea su inconsciente, como si de alguna manera haciendo eso está más cerca de su hijo.

"...No señora, esto no es como la película que usted nos cuenta, cada enfermedad es diferente y ese "aceite de Lorenzo" se administra a niños que padecen adenoleucodistrofia, no lo que tiene su hijo. Lo sentimos muchísimo, pero no hay tratamiento para Daniel..."

El jefe de Elena la observa desde su mesa. Sabe que no está trabajando, pero no irá a decirle nada. Desde que supo lo de su hijo , hacía ya muchos muchos años, decidió acogerla como una más, aún sabiendo que su aporte a la empresa sería innecesario pues no tenía currículum ni había trabajado nunca antes.

"Tengo depresión. No soy la mejor para este puesto. Sé que no es una buena presentación, pero prefiero ser honesta y decirles la verdad. En la vida hay cosas más importantes y no podemos perder el tiempo fingiendo o mintiendo a los demás, ¿no cree usted?. Hace 7 meses perdí a mi único hijo, tenía un año y dos meses. Murió porque tenía un defecto genético en sus células y su Sistema Nervioso se fue degenerando: se llama enfermedad de Tay Sachs. ¿Sabe? En el mundo hay un porcentaje muy pequeño de personas que sufren enfermedades así, se llaman "raras" aunque es más correcto el denominativo "huérfanas", porque nadie invierte dinero en su investigación, al no afectar a un porcentaje alto de la sociedad. ¿En qué momento decidimos que el dinero regía la vida y la muerte? Inventamos la moneda hasta tal punto de ser esclavos de su poder...¿con qué fin? ¿Acaso somos más felices? ¿Dónde está la bondad sin afán de lucro?...Sólo soy una madre que ha perdido el sentido de su vida. Pero nadie más lo sabrá. Usted y yo."

Elena viaja de regreso a su casa. Sentados frente a ella van una madre con su hijo.
Aparece el reflejo y ella le sostiene la mirada.
Vuelve a mirarse las manos y piensa que debería hacer alguna dieta porque está empezando a engordar.
El niño pequeño la mira y la sonríe.
Elena, después de mucho tiempo, sonríe también.
Y al llegar a casa comienza a llorar.


Sólo quería dedicar mi entrada a esas enfermedades "huérfanas" que nadie conoce, que matan a tantas personas, que tienen a mucha gente postrada en camas o perdiendo capacidades motoras y cognitivas, perdiendo calidad de vida. Animo a todos a que confiemos en esos médicos y científicos, biólogos y bioquímicos que día tras día dedican sus vidas a encontrar tratamientos para ayudar a estas personas, para hacer nuevas vacunas, para salvar vidas o mejorarlas.
No veáis a las farmacéuticas como grandes monstruos (aunque algunas lo parezcan...)sin ellas el siglo XXI seguiría sufriendo epidemias o no se habrían erradicado muchas enfermedades infecciosas. Creed en que todo es posible. Que algún día no habrá enfermedades "huérfanas" y el cáncer pueda asemejarse a un catarro. Porque somos capaces de conseguirlo.
Por todas esas familias que están en hospitales, que viven con las enfermedades, que luchan.
Por ellos.

jueves, 12 de febrero de 2009

Discurso Steve Jobs

Este es el discurso de Steve Jobs (el vídeo de mi entrada anterior, espero que os guste)

Me siento honrado de estar con ustedes hoy en su ceremonia de graduación en una de
las mejores universidades del mundo. Yo nunca me gradué de una universidad. La verdad
sea dicha, esto es lo más cerca que he estado de una graduación. Hoy deseo contarles tres
historias de mi vida. Eso es. No es gran cosa. Sólo tres historias.
La primera historia se trata de conectar los puntos:
Me retiré del Reed College después de los primeros 6 meses y seguí yendo de modo
intermitente otros 18 meses o más antes de renunciar de verdad. Entonces ¿por qué me
retiré?.
Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era joven, estudiante de
universidad graduada, soltera, y decidió darme en adopción. Ella creía firmemente que debía
ser adoptado por estudiantes graduados. Por lo tanto, todo estaba arreglado para que
apenas naciera fuera adoptado por un abogado y su esposa; salvo que cuando nací,
decidieron en el último minuto que en realidad deseaban una niña. De ese modo, mis padres
que estaban en lista de espera, recibieron una llamada en medio de la noche
preguntándoles: “Tenemos un niño no deseado; ¿lo quieren?”. Ellos dijeron “Por supuesto”.
Posteriormente, mi madre biológica se enteró que mi madre nunca se había graduado de
una universidad y que mi padre nunca se había graduado de la enseñanza media. Se negó a
firmar los papeles de adopción definitivos. Sólo cambió de parecer unos meses más tarde
cuando mis padres prometieron que algún día yo iría a la universidad.
Luego a los 17 años fui a la universidad. Sin embargo, ingenuamente elegí una
universidad casi tan cara como Stanford y todos los ahorros de mis padres de clase obrera
fueron gastados en mí matrícula. Después de 6 meses yo no era capaz de apreciar el valor
de lo anterior. No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida y no tenía idea de la manera
en que la universidad me iba a ayudar a deducirlo. Y aquí estaba yo, gastando todo el dinero
que mis padres habían ahorrado durante toda su vida. Así que decidí retirarme y confiar en
que todo iba a resultar bien. Fue bastante aterrador en ese momento, pero mirando hacia
atrás fue una de las mejores decisiones que tomé. Apenas me retiré, pude dejar de asistir a
las clases obligatorias que no me interesaban y comencé a asistir irregularmente a las que
se veían interesantes.
No todo fue romántico. No tenía dormitorio, dormía en el piso de los dormitorios de
amigos, llevaba botellas de Coca Cola a los depósitos de 5 centavos para comprar comida y
caminaba 11 kilómetros, cruzando la ciudad todos los domingos en la noche para conseguir
una buena comida a la semana en el templo Hare Krishna. Me encantaba. La mayor parte de
las cosas con que tropecé siguiendo mi curiosidad e intuición resultaron ser inestimables
posteriormente. Les doy un ejemplo: en ese tiempo Reed College ofrecía quizás la mejor
instrucción en caligrafía del país. Todos los afiches, todas las etiquetas de todos los cajones
estaban bellamente escritos en caligrafía a mano en todo el campus. Debido a que me había
retirado y no tenía que asistir a las clases normales, decidí tomar una clase de caligrafía
para aprender. Aprendí de los tipos serif y san serif, de la variación de la cantidad de espacio
entre las distintas combinaciones de letras, de lo que hace que la gran tipografía sea lo que
es. Fue hermoso, histórico, artísticamente sutil de una manera en que la ciencia no logra
capturar, y lo encontré fascinante.
Nada de esto tenía incluso una esperanza de aplicación práctica en mi vida. No obstante,
diez años después, cuando estaba diseñando la primera computadora Macintosh, todo tuvo
sentido para mí. Y todo lo diseñamos en la Mac. Fue la primera computadora con una bella
tipografía. Si nunca hubiera asistido a ese único curso en la universidad, la Mac nunca habría
tenido tipos múltiples o fuentes proporcionalmente espaciadas. Además, puesto que
Windows sólo copió la Mac, es probable que ninguna computadora personal la tendría.
Si nunca me hubiera retirado, nunca habría asistido a esa clase de caligrafía, y las
computadoras personales no tendrían la maravillosa tipografía que tienen.
Por supuesto era imposible conectar los puntos mirando hacia el futuro cuando estaba en la universidad. Sin embargo, fue muy, muy claro mirando hacia el pasado diez años después.
Reitero, no pueden conectar los puntos mirando hacia el futuro; solamente pueden
conectarlos mirando hacia el pasado. Por lo tanto, tienen que confiar en que los puntos de
alguna manera se conectarán en su futuro. Tienen que confiar en algo – su instinto, su
destino, su vida, su karma, lo que sea. Esta perspectiva nunca me ha decepcionado, y ha
hecho la diferencia en mi vida.

La segunda historia es sobre amor y pérdida:
Yo fui afortunado – descubrí lo que amaba hacer temprano en la vida. Woz y yo
comenzamos Apple en el garage de mis padres cuando tenía 20 años. Trabajamos duro y en
10 años Apple había crecido a partir de nosotros dos en un garage, transformándose en una
compañía de US$2 mil millones con más de 4.000 empleados. Recién habíamos presentado
nuestra más grandiosa creación – la Macintosh – un año antes y yo recién había cumplido
los 30. Y luego me despidieron. ¿Cómo te pueden despedir de una compañía que
comenzaste? Bien, debido al crecimiento de Apple contratamos a alguien que pensé que era
muy talentoso para dirigir la compañía conmigo, los primeros años las cosas marcharon
bien. Sin embargo, nuestras visiones del futuro empezaron a desviarse y finalmente tuvimos
un tropiezo. Cuando ocurrió, la Junta del Directorio lo respaldó a él. De ese modo a los 30
años estaba afuera. Y muy publicitadamente fuera. Había desaparecido aquello que había
sido el centro de toda mi vida adulta, fue devastador.
Por unos cuantos meses, realmente no supe qué hacer. Sentía que había decepcionado a
la generación anterior de empresarios – que había dejado caer el testimonio cuando me lo
estaban pasando. Me encontré con David Packard y Bob Noyce e intenté disculparme por
haberlo echado a perder tan estrepitosamente. Fue un absoluto fracaso público e incluso
pensaba en alejarme del valle. No obstante, lentamente comencé a entender algo – Yo
todavía amaba lo que hacía. El revés ocurrido con Apple no había cambiado eso ni un
milímetro. Había sido rechazado, pero seguía enamorado. Y así decidí comenzar de nuevo.
En ese entonces no lo entendí, pero sucedió que ser despedido de Apple fue lo mejor
que podía haberme pasado. La pesadez de ser exitoso fue reemplazada por la liviandad de
ser un principiante otra vez, menos seguro de todo. Me liberó para entrar en uno de las
etapas más creativas de mi vida. Durante los siguientes cinco años, comencé una compañía
llamada NeXT, otra compañía llamada Pixar, y me enamoré de una asombrosa mujer que se
convirtió en mi esposa. Pixar continuó y creó la primera película en el mundo animada por
computadora, Toy Story, y ahora es el estudio de animación más exitoso a nivel mundial. En
un notable giro de los hechos, Apple compró NeXT, regresé a Apple y la tecnología que
desarrollamos en NeXT constituye el corazón del actual renacimiento de Apple. Además, con
Laurene tenemos una maravillosa familia. Estoy muy seguro de que nada de esto habría
sucedido si no me hubiesen despedido de Apple. Fue una amarga medicina, pero creo que el
paciente la necesitaba. En ocasiones la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza. No
pierdan la fe. Estoy convencido que lo único que me permitió seguir fue que yo amaba lo
que hacía. Tienen que encontrar eso que aman. Y eso es tan válido para su trabajo como
para sus amores. Su trabajo va a llenar gran parte de sus vidas y la única manera de
sentirse realmente satisfecho es hacer aquello que creen es un gran trabajo. Y la única
forma de hacer un gran trabajo es amando lo que hacen. Si todavía no lo han encontrado,
sigan buscando. No se detengan. Al igual que con los asuntos del corazón, sabrán cuando lo
encuentren. Y al igual que cualquier relación importante, mejora con el paso de los años. Así
que sigan buscando hasta que lo encuentren. No se detengan.
La tercera historia es sobre la muerte
Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía algo parecido a “Si vives cada día como si
fuera el último, es muy probable que algún día hagas lo correcto”. A mí me impresionó y
desde entonces, durante los últimos 33 años, me miro al espejo todas las mañanas y me
pregunto: “Si hoy fuera en último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de
hacer hoy?” Y cada vez que la respuesta ha sido “No” por varios días seguidos, sé que
necesito cambiar algo.
Recordar que moriré pronto constituye la herramienta más importante que he
encontrado para ayudarme a decidir las grandes elecciones de mi vida. Porque casi todo –
todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el temor a la vergüenza o al fracaso –
todo eso desaparece a las puertas de la muerte, quedando solamente aquello que es
realmente importante. Recordar que van a morir es la mejor manera que conozco para
evitar la trampa de pensar que tienen algo que perder. Ya están desnudos. No hay ninguna
razón para no seguir a su corazón.
Casi un año atrás me diagnosticaron cáncer. Me hicieron un scanner a las 7:30 de la
mañana y claramente mostraba un tumor en el páncreas. Yo ni sabía lo que era el páncreas.
Los doctores me dijeron que era muy probable que fuera un tipo de cáncer incurable y que
mis expectativas de vida no superarían los tres a seis meses. Mi doctor me aconsejó irme a
casa y arreglar mis asuntos, que es el código médico para prepararte para la muerte.
Significa intentar decirle a tus hijos todo lo que pensabas decirles en los próximos 10 años,
decirlo en unos pocos meses. Significa asegurarte que todo esté finiquitado de modo que
sea lo más sencillo posible para tu familia. Significa despedirte.
Viví con ese diagnóstico todo el día. Luego al atardecer me hicieron una biopsia en que
introdujeron un endoscopio por mi garganta, a través del estómago y mis intestinos,
pincharon con una aguja mi páncreas y extrajeron unas pocas células del tumor. Estaba
sedado, pero mi esposa, que estaba allí, me contó que cuando examinaron las células en el
microscopio, los doctores empezaron a llorar porque descubrieron que era una forma muy
rara de cáncer pancreático, curable con cirugía. Me operaron y ahora estoy bien.
Fue lo más cercano que he estado a la muerte y espero que sea lo más cercano por unas
cuantas décadas más. Al haber vivido esa experiencia, puedo contarla con un poco más de
certeza que cuando la muerte era un útil pero puramente intelectual concepto:
Nadie quiere morir. Incluso la gente que quiere ir al cielo, no quiere morir para llegar
allá. La muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y es como
debe ser porque la Muerte es muy probable que sea la mejor invención de la Vida. Es el
agente de cambio de la Vida. Elimina lo viejo para dejar paso a lo nuevo. Ahora mismo,
ustedes son lo nuevo, pero algún día, no muy lejano, gradualmente ustedes serán viejos y
serán eliminados. Lamento ser tan trágico, pero es muy cierto.
Su tiempo tiene límite, así que no lo pierdan viviendo la vida de otra persona. No se
dejen atrapar por dogmas – es decir, vivir con los resultados del pensamiento de otras
personas. No permitan que el ruido de las opiniones ajenas silencien su propia voz interior. Y
más importante todavía, tengan el valor de seguir su corazón e intuición, que de alguna
manera ya saben lo que realmente quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario.
Cuando era joven, había una asombrosa publicación llamada The Whole Earth Catalog,
que era una de las biblias de mi generación. Fue creada por un tipo llamado Steward Brand
no muy lejos de aquí en Menlo Park, y la creó con un toque poético. Fue a fines de los 60,
antes de las computadoras personales y de la edición mediante microcomputadoras, por lo
tanto, en su totalidad estaba editada usando máquinas de escribir, tijeras y cámaras
polaroid. Era un tipo de Google en formato de edición económica, 35 años antes de que
apareciera Google: era idealista y rebosante de hermosas herramientas y grandes
conceptos.
Steward y su equipo publicaron varias ediciones del The Whole Earth Catalog, y luego
cuando seguía su curso normal, publicaron la última edición. Fue a mediados de los 70 y yo
tenía la edad de ustedes. En la tapa trasera de la última edición, había una fotografía de una
carretera en el campo temprano en la mañana, similar a una en que estarían haciendo dedo
si fueran así de aventureros. Debajo de la foto decía: “Manténganse hambrientos.
Manténganse descabellados”. Fue su mensaje de despedida al finalizar. Manténganse
hambrientos. Manténganse descabellados. Siempre he deseado eso para mí. Y ahora,
cuando se gradúan para empezar de nuevo, es lo que deseo para ustedes.
Permanezcan hambrientos. Permanezcan descabellados.
Muchas gracias.

martes, 10 de febrero de 2009

Discurso de Steve Jobs



Este vídeo nos lo pusieron hoy, en el seminario de Bioquímica. Son increíbles las ganas y la ilusión con la que, aquellas personas que ya están donde nosotros aspiramos a llegar, nos reciben a nosotros, esos proyectos de médicos, en un hospital y nos animan a no rendirnos nunca.
A pesar de que el cáncer siga siendo la lacra con la que combatir,
aunque el ser humano siga pareciendo un maldito monstruo carente de bondad,
aunque nos sigamos preguntado si existe un Dios en algún lado,
siempre hay personas que te invitan a no rendirte y sacar partido a la vida, aunque ésta se tuerza.

Es un discurso. Son las palabras de un hombre. Un hombre como tú y como yo.
Palabras que sin rimas, ni romanticismo, me han hecho llorar.
Espero que a ti también te ayuden a sentirte lleno en esta vida.

sábado, 7 de febrero de 2009

Ella...ella...ella...

Ella tiene las manos frías, frías como la escarcha.
Y las calienta junto a las mías, mías y suyas, se entrecruzan y se abrazan.
Mis manos son grandes, las suyas muy blancas.
Mías, de ella, nuestras. En este momento no sé
a quién pertenece cada pedazo de piel.

Me mira. Me mira y estallo por dentro.
La observo y vuelco el cielo con mi pensamiento, para regalarle todo lo que este universo
contiene.
La vida, la antimateria, la materia, lo inerte.

La amo. La amo tanto que no puedo contenerla en mi pecho.
Y se me escapa su fragancia por la boca.
Me contengo, me callo, evito hablar muy alto. Elijo el silencio.
Así se queda en mí, entre mis pulmones, formando parte de ellos.
Así cuando mi corazón late siente que está cerca, siente que la toca.

Respiro. Respiramos. Expiro sin ella.
Mi bella doncella con labios de estrella, me muero sin ella, ella, ella...

Soy el constructor del mundo si está conmigo.
Millonario vagabundo. Sedentario trotamundos.
Cielo profundo.
Como sus ojos negros.

jueves, 5 de febrero de 2009

Moraleja



Gracias Mª Ángeles.
Este vídeo me lo ha enviado mi tía, es magnífico.
Da mucho que pensar.

miércoles, 4 de febrero de 2009

No te sueltes jamás


Es algo más que una mano agarrada a un dedo.
Es un motivo para sonreír.
Una fuerza invisible que se cose en ese instante entre ambas pieles y deja constancia de que estarán unidas eternamente.
Es una imagen preciosa.

martes, 3 de febrero de 2009

El señor Martín

Es un anciano o por lo menos lo era la última vez que lo vieron por la calle. No es conocido por nadie ni por nada. No es extravagante ni ejemplar, es uno más, un desconocido más, otro DNI en España.
Y él no quiero dejar de serlo. Es más, a pesar de que nunca estudió, pues siempre tuvo sus manos ocupadas arreglando automóviles y cualquier máquina estropeada, está seguro de ser el mayor filósofo que ha existido y existirá. Aunque nadie lo llegue a saber nunca.
Entre esas paredes descorchadas y un techo que alguna vez fue blanco, el señor Martín se sienta sobre una butaca granate de reposabrazos ennegrecidos y respira tranquilo.
Tranquilo de momento, hasta que comiencen a llegar esos pensamientos fruto de días enteros de reflexión.
¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Y, mientras nos hacemos esas preguntas, ¿qué hacemos? ¿Por qué vivimos? ¿Quién decide?
Después entra en terreno más concreto, donde sus temas preferidos son ¿Qué es la locura? ¿quién decidió que era una enfermedad? ¿Por qué el ser humano hace daño? ¿Está en nuestra naturaleza ser crueles? ¿Las reglas existen para recordarnos que no somos libres?
¿Acaso sabemos que es la libertad? ¿El amor y la amistad son egoísmo e intereses?
Y todos los días, mientras fuma cigarros y bebe coñac, se pregunta, se pregunta, se pregunta.
Se pregunta, pero jamás lo deja escrito. Tiene la creencia de que la idea, una vez que se plasma en una hoja, pierde parte de su pureza sólo porque nos entretenemos en buscar las mejores palabras que la expliquen.
Quizás por eso la mayoría de las veces la conclusión a la que llega es que el problema del ser humano es ser humano.

Pero el señor Martín divaga sólo durante unas horas, ya sean, 3, 9 o 13 y cuando termina olvida las reflexiones y baja a la calle a pasear.
Es entonces cuando intenta descubrirse a sí mismo.
Pero nunca recuerda por dónde empezar.

Si alguien le ve le saludará diciendo "¿Cómo está señor Martin?", pero nunca se parará a escuchar su respuesta.

Pero a él no le importa, sabe que este mundo va demasiado deprisa, él se dio cuenta hace mucho tiempo. Por eso prefiere preguntarse todo, por si algún día algún ángel o visitante del futuro aparece en su salón y así él pueda tener, con él o ella, un tema de conversación importante.

domingo, 1 de febrero de 2009

Desvaríos de febrero

Si fuese un poeta de esos que recitaban con calzas largas y tuviese que despedirme de mi amada antes de morir...


Déjame mirarte antes de irme.
Ya oigo el repicar del carro que me espera,
entre las nubes vuela,
tirado por caballos.

Déjame besarte como nunca lo hice.
Tatuando en mis viejos labios,
despacio,
tu efímera presencia.

Para llevarte conmigo lejos.
Para que nadie vuelva a amarte.
Para llevarme tu esencia.

Dame tus manos y tus ojos. Y a cambio te daré los míos.
Para que tú veas lo que yo hago, para sentir lo que tú tocas.
Y creamos, ingenuos, que estamos juntos.

Quiero ser tu energía.
Tus fluidos.
El aire que hay dentro de ti.

Para quedarme siempre a tu lado.
Aunque desde este carro de muerte en el que voy montado,
sólo siento que me alejo eternamente de ti.