lunes, 29 de junio de 2009

Musical "A" de Nacho Cano


No tengo palabras.
Simplemente reí, lloré, me emocioné, reflexioné y aplaudí.
¿Lo mejor? Sentir la euforia en el pecho y
en ese momento girar la cabeza, para ver las caras de papá, mamá, Ana, Man y Pepe sonriendo a la vez, con los ojos brillantes.
Fue la música, los acróbatas, la calidad de los actores y actrices, los bailarines, las luces, el olor...
y el mensaje.
Sólo puedo dar gracias por haberlo visto.
Gracias una y otra vez.


Aquí dejo la primera canción, la que relata el nacimiento
y habla con pureza, sin error, con el corazón
pues no usa palabras.

http://www.youtube.com/watch?v=_3v1Sx_Ct0U&feature=related


Y esta es una de mis favoritas:

http://www.youtube.com/watch?v=-w9VERMCdKc

Musical "A" de Nacho Cano

viernes, 19 de junio de 2009

Ánimo



Cuando me cuesta creer en los valores humanos,
cuando me hundo, a veces, porque mi estado de ánimo tambalea por circunstancias adversas de mi vida cotidiana,
cuando pienso qué sentido tiene ser bueno en este mundo
o que nos queda a los que soñamos con la verdadera amistad,

recuerdo por qué estoy aquí,
porque me gusta tanto el sol
y la lluvia
y cada pequeño detalle singular y ostentoso de este planeta.

Pienso en las caras de la gente,
en aquellos más valientes que yo que luchan por un poblado empobrecido, por una asociación de enfermos, por ayudar a un hermano drogadicto o por alimentar a 3 bocas hambrientas con un sueldo de 700 euros al mes.
Pienso en la suerte que tengo y en lo pequeños, pequeñísimos que son mis problemas
entonces lloro, me desahogo y me levanto con la resposabilidad de hacer algo bueno por el mundo.

Y vivo con ese pensamiento.
Y, si en algún momento sin quererlo me hundo, me paro de nuevo, reflexiono
y espero a que una cría de mono se suba en mi pie
esa es mi señal
para nunca rendirme.

martes, 16 de junio de 2009

Lluvia

Hoy escribo dos entradas el mismo día porque quería subir esta foto tan bonita.
La he hecho desde mi balcón, tras la tormenta que ha habido esta tarde.
Nunca se me dio bien la fotografía, tampoco tengo una cámara perfecta, pero con paciencia y muchas repeticiones que han terminado en la papelera de reciclaje, al final obtuve una instantánea así.
No sé, me quedo absorta mirándola.
Porque son pedacitos de agua. Gotas inocentes y apaciguadas que curiosean por mi cristal, cuando sólo unos minutos antes irrumpían en la vida urbana,
empujadas por la furia de un viento huracanado que pegaba puñetazos a los árboles.
Ahora duermen.
Y yo he captado esa paz que emanan mientras esperan diluir atraídas por la más persuasiva gravedad.
Ya es de noche.
Y ahí siguen.
Acabo de sorprenderlas riéndose, vanidosas, porque han visto que son las protagonistas de mi entrada.
Pues sí, para vosotras.

Explora tu mundo


Cuando mamá abrió los ojos, sólo anheló encontrar sana y salva a su pequeña cría.


y el diminuto jaguar se quedó absorto mirando a la camára, ajeno a la extinción que el ser humano le empuja a sufrir.

lunes, 15 de junio de 2009

A.G


Estás lejos, hada.
Demasiado lejos para rozarte con mis pestañas
cuando te miro,
justo en ese instante fugaz que antecede
a un abrazo repentino.

Me pregunto qué hacer,
no hay respuestas.
No es la solución un perdón de mi lengua
o uno de tus labios.
Ni siquiera un falso asentimiento
que nos obligue a creer que nada cambió.

Buscamos culpables que vienen de fuera,
cuando el problema
fuimos tú y yo.

Cometimos el error de no saber
cuidarnos,
de escoger un "yo primero"
antes que pararnos a pensarlo,
y decidir "mejor las dos".

Echo de menos tu risa constante,
tu pelo brillante,
tus manos heridas, tu cara dormida,
tu voz hilarante,
tu olor.
Tu cara en mi hombro,
mi susto y tu asombro,
mi "sí" más sincero
tras tu invitación.

Por cada aventura,
los silencios eternos,
ahora no puedo, me asaltan las dudas
te miro de lejos
y no veo fulgor.

¿Qué hacemos, hada?
Nada.
Y parece que los edificios siguen queriendo tapar el sol.

Te extraño,
No estás, aunque nunca te has ido.
Quizás nos equivocamos cuando afirmamos
que lo que había entre una y otra
duraría hasta el último latido.


Estás lejos, hada.
Sólo espero que nunca sea demasiado tarde
para evitar los escarceos cobardes
y convencernos de que al llamarnos amigas
no hubo duda ni error.

sábado, 13 de junio de 2009

Mi derecho a morir

Nadie le preguntó si quería nacer.
Quizás si se hubiera encontrado en la situación de poder elegir, habría decidido ser un delfín, básicamente por la sensación placentera y única que produce el roce del agua con la piel.
Pero bueno, le tocó ser hombre. Sus 46 cromosomas le dieron todo: el cuerpo, la salud, la enfermedad y el espíritu.
Y no se arrepintió de haber nacido, pues su familia fue buena, su educación, la necesaria, el amor fue el motor de su vida y el conocimiento su adicción.
Realmente no fue un gran filósofo, prefirió divagar menos y comprender más.
Pero llegado el momento tuvo que preguntarse algo que nunca se había cruzado por su mente.
Tras aquel accidente de tráfico su cuerpo quedó dormido, aletargado, quizás enfadado con su cabeza y desobediente, porque nunca más quiso volver a escucharla.
Sus miembros dejaron de recibir órdenes y pasaron a ser partes inmóviles de un cuerpo todavía vivo.
Fue duro, muy duro para él.
Y entonces algo asaltó su cabeza; igual que en su día se preguntaba porqué nunca pudo ser delfín, esta vez pensó algo menos bello, ¿quién decidía sobre su derecho a morir?
Entonces miles de motitas de filosofía cubrieron sus párpados, sus labios, sus yemas, su ombligo, sus rodillas, entraron por su garganta, en su sangre, en su voz...
"Libertad..." "Decisión" "Moralidad y ética" "Poder" "Ley" "Estado" "Religión y fe"...

Mientras crecía nunca quiso morir. Realmente era algo que no le asustaba, no todavía.
Es eso con lo que todos crecemos, eso que todos negamos, porque es difícil pensar en algo que no tiene un después.
Por eso creamos las religiones, por eso vivimos con fe: para creer en algo que no pueda fallarnos.

Y cuando él decidió que no quería vivir el mundo le señaló con el dedo y le llamó enfermo.
Sí, estaba enfermo, porque sufría tetraplejía.
Pero a él le llamaron enfermo por querer morir.
Le llamaron loco, le quitaron toda credibilidad a su palabras, pensaron que su nueva percepción del mundo le asustaba tanto que elegía la opción más fácil: morir.
Pero él estaba totalmente cuerdo.
No negaba que su percepción del mundo había cambiado: realmente ahora su visión había descendido varios centímetros por sentarse en una silla y muchos de sus sueños se perdieron con los restos del vehículo en aquel cruce.
Pero sabía que todo era un proceso y que no quería vivir.
No se afanaba en proclamarlo, no quería quitarse la vida, le asustaba mucho más que estar así.
Para él hubiese sido maravilloso poder transformarse directamente en un delfín.
Pues no necesitaría sus brazos ni piernas para sentir el roce del agua...
Le dijeron que tenía depresión: no tenía.
Le dijeron que el suicidio era un trastorno psicológico: él lo afirmo, también lo pensaba, pero él no quería suicidarse, nunca lo había querido.
Él amaba la vida, pero no quería vivir así.

Y claro...ahí estaba la duda, la polémica, el debate, el problema...
La esperanza se sentó frente a él y le dijo claramente que no se quedaría por mucho tiempo.
Y cuando ella se marchó, las ganas de vivir se fueron de su mano.
Él quería hacer tantas cosas...
Veía a otros inválidos en sus sillas, felices, luchando por un mundo de igualdad y
así les envidiaba.
Le habría gustado que su cerebro hubiese encontrado la nueva situación como un reto más, no como un obstáculo, pero ahí residía la diversidad humana, no todos sabemos ni podemos actuar igual.
Por eso nadie le juzgó cuando pidió morir.
Porque todos entendieron que era su elección.
Fue como si en el viaje de la vida tomase un atajo para llegar a su destino.
Cuando todo terminó escuchó una voz profunda y acogedora.
- ¿Qué quieres ser?
Y pidió ser delfín.


Entonces el reloj de la vida comenzó a correr, otra vez.

miércoles, 10 de junio de 2009

Filosofando...


Ojalá en este mundo todos fuésemos animales, plantas o niños.
Las únicas criaturas puras del planeta.
De ese modo no habría países, sino un Nunca Jamás gigante, que abarcaría ambos hemisferios.
Los niños nacerían de burbujas de los océanos.
Y los animales de burbujas del aire.


Entonces Jesucristo no tendría que morir para salvar a nadie, porque no haría falta una religión que predicase el amor como valor, sencillamente la moral y la ética no tendrían que escribirse en tablas para ser cumplidas, pues todos y cada uno de los seres del planeta vivirían en paz.
Nadie querría controlar a nadie.
Los niños aprenderían de mamá Gaia.
Y ella mantendría el equilibrio natural, como siempre ha hecho desde aquel azaroso y necesario Big Bang.
No habría políticos, no habría prensa del corazón.
Nada que hiciese ruido de máquinas.
El petróleo seguiría durmiendo en sus bolsas bajo tierra.
Y la capa de ozono sería gordita en todas sus partes.
No existirían los libros, pero sí la poesía.
Porque ésta no nace de las hojas sino de la naturaleza.
Y el aire se llenaría de notas musicales, de las carcajadas de los niños
y las voces de los animales.
Y todas las ciencias seguirían su curso, la física con sus leyes, las matemáticas con su precisión y la química con sus formas.
El ser humano no ha inventado nada, sólo descubre lo que ya existía.
Por eso todo puede existir sin nosotros.
Por eso somos tan prescindibles.
Los niños y animales disfrutarían de una existencia común.
Y llegado el momento de crecer, simplemente, volverían a convertirse en burbujas y a diluirse en su origen.
Girando así en el maravilloso ciclo de la vida.

lunes, 8 de junio de 2009







Anatomía.
No hay palabras para definir esta asignatura.



http://www.thevisualmd.com/index.php
todas las imágenes han sido tomadas de esta página.
Enhorabuena a sus creadores, es una verdadera maravilla.

sábado, 6 de junio de 2009

Esther y Manuel


Ella tiene una de las sonrisas más bellas de toda la ciudad.
Pero ahora la esconde, bosteza, juega con el piercing de su labio, mira el reloj, son las 21:50...
Las montañas de apuntes cubren la mesa, los bolígrafos, los esquemas, algún dibujo fruto del aburrimiento, subrayadores gastados...
Parece mentira que los exámenes estén tan cerca, aún así puede oler la arena del mar a lo lejos.
Pero todo se disuelve en las palabras que lee y memoriza.
La sala de estudios se va vaciando, poco a poco los estudiantes ponen fin a la jornada y regresan a casa, satisfechos, culpables, dormidos, confusos, hambrientos...
Y ella los ve marchar, mientras piensa en las horas que le quedan todavía allí.
Él mientras tanto camina ajeno a los ruidos de la urbe.
Con la mirada perdida en el cielo, silba, y guía a las luciérnagas a sus hogares.
Cuelga de su mano una bolsa de plástico, dentro, dos bocadillos.
Allí arriba alguien da un portazo y aquí abajo un hombre grita: ¡Menudo trueno!
Él sonríe, le gustan las tormentas de primavera.
Al llegar a la biblioteca un guardia detiene su paso.
- Perdona, ¿eres Manuel?
- Sí - responde extrañado.
- Ven
Y ambos hombres caminan en silencio hasta el descansillo de una escalera, dónde alguien ha colocado cuidadosamente un mantel con dos refrescos.
Entonces el guardia le da una palmadita en la espalda y se asoma a la sala de estudios.
Él se sienta en el escalón, sonríe y espera.
Y puntual como siempre, a las 22:00 aparece la sonrisa más bella de toda la ciudad.

Silencio. Dos miradas. Un abrazo. Un cruce de respiraciones.
Amistad.
Y la biblioteca se convierte en un restaurante privado para dos.

- Es la mejor cena que he tomado en mi vida
- Anda exagerada
Y los dos ríen.

Fuera llueve.
El guardia de seguridad se siente cómplice de una aventura.

Y los dos saben que uno junto al otro son capaces de continuar.
Ella piensa en los libros que la esperan dentro, pero no se entristece, porque cuando él está cerca todo parece más fácil, menos raro, una fantasía.
Él piensa que hace mucho, mucho tiempo, que ella le robó la atención cuando le sonrió por primera vez.


(Esta historia no es inventada, es real y por eso se la dedico a sus dos protagonistas, amis dos amigos: a ella para animarla en esta época tan dura y a él para que siga siendo quién es, porque egoístamente, nos alegra la existencia a todos)

miércoles, 3 de junio de 2009

M.G.H


Miguel.
Sí, ya conocéis ese nombre.
No, no es el dueño mis poemas e historias de amor,
ésas pertenecen a otro...
Otro, el amor de mi vida,
mi pequeña suerte de ojos verdes,
ése que no siente celos de Miguel.
Porque Miguel y yo,
no nos queremos,
no nos amamos,
no nos idolatramos,
ni nos soltamos cursilerías,
tampoco solemos caminar de la mano
ni mostrarnos como somos en público.
No perdemos el tiempo en demostrarnos nada
sencillamente vivimos esperando que todo salga bien.
Y lo conseguimos.
Sí, Miguel, es mi mejor amigo.
Es mi suerte.
Un ángel que esconde las alas bajo la camiseta
con el dibujo de una corbata.
El que se untó de helado la cara para robar una risa.
El que compró la luna a dios
para regalársela a algún amor quinceañero.
Ese que se muestra natural, transparente
aunque el cielo se ensucie.
El que no sonríe. Sólo deja que su cara nos enseñe cómo se siente hoy.
El que sueña despierto.
Y jamás duerme.
Ese que día tras día decide seguir a mi lado.


Y, cuando cada mañana,
me mira,
y me señala con el dedo,
como diciendo,
acércate, te vuelvo a elegir,
yo respiro tranquila,
segura,
sabiendo que por un día más tendré la suerte en mis manos.

Entonces nos sentaremos en cualquier acera,
mirándonos con los ojos brillantes,
cómplices de alguna travesura.

Y soplaremos pompas de jabón con nuestros labios.

Miguel, eres "mi muy mejor amigo".
Gracias, por cada minuto y cada rizo.