domingo, 31 de octubre de 2010

¿Qué es?


Enriquecerse es llegar a un lugar desconocido y aprender del mismo sin intención de alterarlo.
Es mirar unos ojos y desear protegerlos.
Y que ellos te cuiden a ti.

martes, 26 de octubre de 2010

26 de octubre

- ¿Estás preparado?
- No lo sé madre, me da un poco de miedo todo.
- Es normal, tranquilo, el temor es un síntoma bueno significa que estás humanizándote poco a poco. Eres especial, ¿has visto? estás consiguiendo avanzar en menos tiempo que los otros, porque tu corazón está lleno de ganas de empezar.
Mírate, parece que fue ayer cuando te encendiste de repente en el cielo, cuando se abrió tu semilla bajo la tierra... eras tan diminuto, tan luminoso. Tenías las alas más frágiles que había visto jamás, por eso no te permití volar hasta que no se fortalecieron bebiendo leche de mariposas y jugo de coco.
Luego volabas raudo e inestable, primero te dabas de bruces contra las vides riojanas y cuando lograste alzarte más alto, chocabas contra los cedros libaneses y con los naranjos valencianos.
Con los únicos que aprendiste a aterrizar fue con los plátanos canarios, por eso te dejaré nacer allí.
Ahora tus alas son perfectas, tienen todas las cualidades que te darán los instrumentos para llevar a cabo tu papel.
Acogerán a los que se acerquen a ti, calentarán a los desalentados y harán cosquillas a los que las toquen. De ese modo serás apoyo, serás medicina y serás risa.
- Tengo tantas ganas de empezar...
- No queda nada para que te vayas. He tardado mucho en dejarte ir porque temía que el mundo te alterase a ti, estabas demasiado inmaduro todavía. Eres tan bueno que pueden herirte con demasiada facilidad, por eso te daré paciencia, pero también la inteligencia suficiente como para no dejarte engañar. Tendrás también picardía y sobre todo alegría, tu cualidad más envidiable.
- ¿Sabes ya quién será mi madre allí a dónde voy?
- No, no lo sé, pero lo intuyo. Yo no puedo elegir a vuestras madres, sois vosotros quienes las buscais. Os une una magia, una energía especial, la misma que une a los seres humanos entre sí.
- ¿Y si me equivoco?
- No lo harás.
- Te echaré de menos madre, echaré de menos estar aquí. Me gusta cuando me acunas en tus mares y me bañas en los ríos, cuando me tumbas en las selvas y me soplas desde el oeste hacia el este. Echaré de menos tus labios cálidos del desierto y tus manos suaves de arena.
No será igual irme a dormir a las nubes del Tíbet sin ver tus ojos en los corales australianos.
Te extrañaré tanto.
- No, hijo, no sufras. Cuando seas totalmente humano no recordarás nada de lo que fuiste antes, no me recordarás a mí criándote ni esta conversación.
- ¡Pero yo no quiero olvidarte!
- Tampoco me olvidarás del todo. Cada vez que veas el mar estaré ahí y en las montañas, en esos lugares te daré mi paz y en cada minuto de tu vida terrenal te rodearé en todos los animales y plantas, creciendo contigo, respirando a tu lado y muriendo cuando tú mueras.
- Entonces pensaré constantemente en ti
- Y yo en ti, hijo. Es hora de irte. Se fuerte. A partir de ahora todo será muy diferente. Sufrirás, amarás, enloquecerás y disfrutarás de la experiencia de aprender. Vas al mundo para ayudarlos, para recordarles que son parte del planeta y deben cuidarlo, deben cuidarme y sólo lo conseguirán amando y amándose entre ellos.
- Te quiero madre
- Mucha suerte pequeño ricitos





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- ¿Cómo fue el parto doctora?
- Muy bien. Fue un niño, grandecito y sanote. Apunta en el parte la talla y el peso, ya está con la madre. Da gusto mirarlos, es puro amor. Ahora te firmo ahí abajo, sí, sí, hoy es 26 de octubre de 1989.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Mis tres pedazos de risa

Hoy han terminado de robarme el corazón. Ha sido rápido, casi ni me he dado cuenta. Lo tenía bajo el pecho como siempre, protegido bajo el abrigo y el cinturón del bolso y aún así él supo dónde estaba y me lo arrebató.
Le bastó con coger mis dedos mientras jugaba con él, balanceándose risueño sobre el regazo de su madre, para después llevárselos a su cara y apretar su mejilla contra la palma de mi mano, cerrando los ojos.
Así terminó de robarme el último pedazo de este corazón, ese que ya hace mucho tiempo sus dos hermanas habían saqueado.
Porque esas tres almas son mucho más que tres niños, son mucho más que los sobrinos de Jesús, son mucho más que tres risas constantes.
Son dos ojos de cuarzo verde, dos ojos de chocolate con nueces y otros dos de verde oliva.
Tres miradas que te atrapan y te enganchan y jamás te sueltan.
Seis manitas rechonchas que me llevan de aquí para allá y pretenden enseñarme ese mundo que dejé olvidado cuando guardé los tebeos en la terraza.
Son mucho más que tres corazones latiendo, son mis tres pequeños tesoros.
Él, el que me sonríe y deja de llorar cuando le tomo en brazos, ella, la que viene corriendo al verme y luego se muere de vergüenza,
y aquella, que me besa en la boca, me coge de la mano y se me sienta encima para cantar canciones inventadas.
Es por eso que hoy llego a casa tan llena de vida,
y no me doy cuenta de que mi corazón ya no está aquí debajo.
Para Y, L y C.

domingo, 17 de octubre de 2010

Hoy el Vaticano canoniza a una monja española y yo me pregunto: ¿para qué?
Realmente si esa mujer vivió por y para los demás supongo que lo hizo de corazón, no por buscar el reconocimiento social ni la admiración de nadie. Con esto no quiero decir que no lo merezca, pero se supone que para canonizar a alguien se deben presentar libros y libros que hablen de quién fue y de todas las buenas acciones que hizo, sin contar con que primero debe pasar por la beatificación, que no tiene otra base que contar los "milagros" que hizo, por lo menos dos
y yo creo que muchos de los que estén leyendo esto sonreirán conmigo al pensar en lo que hoy en día se considera milagro.
De nuevo me miro al espejo y me pregunto porqué muchas personas regalan su fe, que es un bien escaso y muy preciado en estos tiempos que corren, a entidades que más que religiosas parecen empresas.
"Se venden rosarios bendecidos por el Papa a 8,50 euros."
Sí, de nuevo tengo la sensación de que Jesús, sentado en una nube tocando la guitarra, tiene ardor de estómago.
Mientras tanto hoy me he llenado de alegría,
porque pensé que iba a entristecerme el hecho de no comer más sandía,
pero había olvidado que me encanta el sabor de las mandarinas.

sábado, 16 de octubre de 2010

Coger el sol








Existen miles de blogs dedicados a coger el sol con las manos y me encanta perderme por ellos descubriendo a personas que ven desde nuevas perspectivas y roban imágenes tan originales como éstas.
Me encanta, porque hoy me muero de ganas de sonreír.
Esa agradable la sensación de tener el sol entre las manos.

lunes, 11 de octubre de 2010

Encuentros

- Hola, ¿qué eres?
- Una mariquita, igual que tú.
- No, no lo creo.
- Sí, si lo soy ¿no lo ves? Soy de color rojo con puntitos negros.

- ¡Qué no, qué no!Que no puedes ser una mariquita como yo, porque tienes cuatro patas
- ...

- Y eres demasiado grande
- ...

- Y haces mucho ruido cuando te mueves
- ...
- Y...

- Vale, de acuerdo, tu ganas. No soy una mariquita, pero me gustaría serlo
- ¿Y por qué?
- Porque, siendo como soy, no me gusto

- ¿Por qué no te gustas?
- Porque soy verde amarillento y tengo ojos giratorios, que me marean al observar a los demás.
Y mi lengua es demasiado larga y cuando intento hacer amigos todos salen corriendo y me llaman feo. Si fuese mariquita todos me dirían que soy bello.

- Ahí te equivocas. Como mis colores son llamativos y fuertes muchos animales tienen miedo de que sea venenosa y no me hablan. A veces me siento sola.
- Pues yo creo que eres muy bonita mariquita.
- ¿No te doy miedo?
- No, nada. Creo que eres muy graciosa caminando entre las hojas.
- Pues yo creo que tú eres muy divertido girando los ojos.

- Entonces, ¿no me dejas que sea como tú?
- Sí te dejo, pero deberías aceptarte tal y como eres. Tienes defectos, como yo, pero también haces cosas que yo no sé o no puedo lograr, siéntete orgulloso de ello.
- Gracias mariquita.
- De nada camaleón.



Encontré esta foto en el siguiente enlace y me encantó.

http://www.fondosgratis.com.mx/items/arte/digital/4097_no-seas-una-copia/

sábado, 9 de octubre de 2010

Hoy has venido

No es lluvia. Hoy no es lluvia. Parece que sí, que es igual que siempre, que es agua cayendo hacia abajo, agua que viene de las nubes, que quiere quedarse arriba siendo etérea, pero no puede resistir y se desploma.
Pero no hoy.
Hoy se escucha un silbido familiar, que surge de repente y te coge por la espalda y te abraza por detrás.
Hoy no es lluvia, es otra cosa, no sé que cosa, pero definitivamente no es lluvia.

Me he quedado quieta, muy quieta, frente al cristal. Quería captar una sola gota para verla de cerca.
Empecé por las que se movían a lo lejos, pero eran demasiado rápidas.
Seguí por las que venían más cerca, pero se confundían unas con otras.
Terminé por escoger a las que se chocaban contra mi ventana.
Y lo vi.
No eran gotas, ni mucho menos.

Eras tú, abuelo.
Me ha encantado volver a verte.

jueves, 7 de octubre de 2010

Un cuento, papá

Cerró su taquilla y le asaltó una opresión fuerte bajo el pecho.
Recordó la mirada de sus compañeros, cuando se enteraron de que el trabajo se incrementaba y tendrían que invertir más tiempo y esfuerzo.
Se pasó la mano por la cabeza, mirándose al espejo. No le gustaron las arrugas que comenzaban a cubrir su rostro.
Miró el reloj de la pared. Todavía no había terminado sus tareas y ya habían pasado veinte minutos de las nueve.
Pensó en su mujer, en todo el tiempo que llevaba sin poder ir con ella a cenar una noche fuera de casa.
Y en los años que llevaba sin poder irse de vacaciones.
Recordó cómo era cuando empezó aquello, tan joven, tan inconformista y tan entregado y cómo su padre le decía: "No vivas por encima de tus posibilidades, todo irá llegando" y así lo hizo, sin perder nunca la fe en lo que hacía.
Por eso le dolía tanto el pecho.
Imaginó cómo sería el mundo si todos fuésemos libres, imaginó qué ocurriría si en algún momento él y todos los demás compañeros decisiesen dejarlo todo.
Y supo que jamás sería capaz de irse de allí. Porque le necesitaban.

Al salir fuera el aire le golpeó de frente y una oleada de rabia le sacudió por dentro.
Sintió deseos de tirarlo todo.
Tuvo ganas de huir.

Y cuando estaba a punto de derrumbarse sonó su teléfono, era un mensaje:

Mi vida, dice la niña que hasta que no le leas el cuento no piensa dormirse.

Sonrió.
Esta vez fue una oleada de amor lo que sintió.
Entró de nuevo en la sala y dejó todos los papeles pendientes sobre una mesa.
Marcó un número muy largo y esperó.
Tras varios minutos oyó una voz aguda y suave:

- Hoy toca "Caperusita" papá.

Y, aguantándose las ganas de llorar,
poniendo todo el empeño posible
aquel padre le contó, como cada noche,
un cuento a su hija.

martes, 5 de octubre de 2010

El paciente que no sonreía

Me asomé asu habitación.
Estaba sentado en el borde de la cama, mirando hacia el suelo. El corsé parecía una armadura, le daba un aspecto extraño, tuve la sensación de estar acercándome a alguien demasiado frágil que sentía ahogarse en mundo demasiado controlador.
Las enfermeras corrían de un lado para otro y mi médico estaba atendiendo una urgencia en otra planta, por lo que me aferré a mis escasos conocimientos y mi curiosidad y crucé la puerta.
No me miró. Tampoco lo esperaba.
Con un hilo de voz que salió más grave de lo esperado me presenté.
Mi nombre es (...) soy estudiante, (...) espero no molestarle, sólo quería...
Pero no me escuchaba. Me sentí absurda, superflua.
Entonces levantó la cabeza y me miro con lástima.
- Si quieres saber qué me ocurrido, es que me rompí la columna y me han operado. Llevo aquí un mes y medio y ya va bien todo, puedo levantarme y caminar por el pasillo. Ha pasado ya mucho tiempo, pronto me iré de aquí.
Sonreí. Después le dije que me alegraba de que estuviera recuperándose.
Entonces hablamos un poco más, del dolor de su espalda, de sus cortos paseos, de su inminente marcha.
Al llegar el doctor para seguir la ronda me despedí rápido, le dije algo como encantada de conocerle y me fui.
No sé si me respondió, si lo hizo tan bajo que no lo oí o si hubiese preferido que me quedase conversando. Yo sí lo hubiese preferido.

Mientras caminaba hacia otra habitación le pregunté al médico sobre las operaciones de columna.
Él sólo respondió: Sí, ya te explicaré con calma. Respecto a este paciente, es un caso especial, está aquí porque se intentó suicidar.

Ahora mismo, mientras estoy aquí sentada escribiendo, me siento extraña.
Pienso en lo fácil que es cambiar una perspectiva sólo con una palabra.
Cuando le vi esta mañana sólo vi tristeza en su rostro y mi respuesta fue hablar.
Y hablamos, de cosas que rozaban su realidad, la mía, pero sin introducirme en su interior.
También siento miedo al pensar que de haberlo sabido quizás no hubiese entrado a verle, por temor a decir algo equivocado, por no saber qué querría oír.
También es miedo a haberle molestado y a no haber respetado ese aspecto que va pegado a él.
No he visto en sus ojos nada que me contase sus problemas,
no me ha mostrado nada de su interior
y ahora mismo me gustaría poder volver sólo para sentarme a su lado.
Aquí sentada siento mil cosas y veo como la experiencia va despacio, muy lenta todavía, pero se cuela por las rendijas y la sientes.

Hoy pienso en ese hombre que no encuentra sentido a la vida y me doy cuenta de lo fácil que es perder las ganas de seguir.
Pero también de lo fácil que es ganarlas de nuevo, si te ayudan.

Estos días he descubierto muchas cosas. Llevo mucho tiempo conociendo lo que es crecer y madurar y me asusta, pero me llena.
Hoy sólo sé que la vida es corta, es intensa y que estoy cansada de dimes y diretes. Estoy harta de los malentendidos que acaban en ruptura de amistades por orgullo;
de aguantar malas conductas y comentarios intolerables,
de tener fe en personas amigas que se alejan de ti por pereza,
de egoísmos malolientes, de carencias, de mentes primitivas.
Estoy cansada de egocentrismos absurdos, de conversaciones banales, de opiniones baratas, críticas superficiales y caretas de carnaval que duran todo el año.

Estoy harta, ¿por qué?
Porque cuando llego a esa planta veo a la vida
y la veo que lucha en cada cuerpo, de cada habitación
por quedarse.
Y por eso cojo todo lo anterior y lo quemo, lo mando fuera, lejos, no existe.

Y me quedo con la mano anciana que tiembla,
con la herida que sangra
y el dolor que no se va nunca.
Me quedo con la gente que sonríe y pregunta
que se agacha para no parecer tan grande
y se le achinan los ojos cuando ríe.
Me quedo con una nota en una taquilla
un fonendo de juguete
un gesto de complicidad.
Me voy con los que importan, con los que no callan y creen en lo cambios.
Entre sueños, canciones, libros y personas
me voy con quien me rodea, con los que vuelan alto
con los que flotan porque son esponjosas sus almas.

y lo demás va allí donde las enfermeras meten el dolor
que aquí sobra.

Dedicado a ti, porque me has mostrado desde tu sufrimiento que debo de valorar la vida y en ella debo dejar de sufrir cuando no merece la pena.
Espero poder ayudarte yo también a ti.