domingo, 19 de junio de 2011

Terminar

- Sólo quiero terminar - dice la pequeña Sunniesoop.
- ¿Terminar de qué?
- Terminar de estudiar y descansar - responde ella.
Bueno diminuta persona con ojos de coca cola, eso no es terminar, es hacer un paréntesis. No resoples, llevo razón. Llevas mucho tiempo sentada en esa silla, moviéndo tus piernecitas blancas mientras bufas cuando la tinta cae en tu brazo. Llevas mucho tiempo con el cuello dolorido, tanto que a veces te miro y me asusto, porque en lugar de verte a ti veo a un contorsionista.
Eso, ríe, cuando ríes estás viva.
Mereces descansar, pero también recuerda que tienes mucha suerte por poder hacer lo que te gusta.
¿O quieres llevar sacos de cemento a tu espalda a las 4 de la mañana para que luego olviden pagarte por ello? Da gracias por lo que tienes.
Sí, bueno, de cemento o de cualquier otra cosa.
Ahora esfuérzate, no queda nada. Luego podrás pasear descalza por la arena y quedarte hasta las tantas en la calle. ¿Sabes? A veces lo único que necesitas es perder un poco el tiempo, como si te pasaras doce horas mirándote los pies. ¿A que sí? Tienes ganas de poder hacer eso. Lo harás.
Ahora concéntrate, memoriza, comprende y asimila. El premio vendrá después.
Yo también tengo ganas de que "termines". Sí, sí.
Más que nada porque tengo miedo de que algún vecino fisgón me denuncie: creen que te he cambiado en el mercado negro por un bebé oso panda.
Eso, ríe. Porque aunque lo parezcas sigues siendo la cosa más bella del mundo.

lunes, 13 de junio de 2011

Nuites

Sigue teniendo miedos, las mismas pesadillas de antes que lo asaltan en mitad de la noche mientras medio planeta duerme. Antes se despertaba aterrado, sobrecogido y daba vueltas por la cama hasta que la realidad le devolvía la paz.
Ahora es parecido, sigue ocurriendo, pero entonces se da la vuelta y la encuentra a ella, durmiendo tranquila como si estuviera en el paraíso. Entonces los temores se desvanecen.

viernes, 3 de junio de 2011

Un, dos, tres

Llegué a casa y me cambié los zapatos de tacón por unas zapatillas de ballet. Y dancé, dancé, dancé cual espiga del campo mecida por la brisa, hasta ti.
Con los brazos en alto, la barbilla elevada, las caderas grandes y el pelo revuelto.
Entonces te inclinaste para recibirme, con los pies cruzados, con la espalda doblada, con el brillo en tus iris inexistentes.
Y bailamos. Un, dos, tres, un, dos, tres. No sé qué día es hoy.
Un, dos, tres, un, dos, tres. No sé qué hora es.
One, two, three, one, two, three. "Inglis pitinglis"
Te detuviste despacio, sosteniéndome en tus brazos. No había casa, no había música, éramos nosotros.
La luz del sol cayendo sobre el río y tú y yo bailando por debajo.
No creo que exista lugar mejor en el mundo que éste - me dices.
Sólo miles - respondo.
Pero no estás tú en ellos.
Un, dos, tres, un, dos, tres. Te pertenezco.