jueves, 26 de septiembre de 2013

Y Batman se volvió loco

- ¿Es posible que Batman se volviera loco y fomentase el odio y la destrucción de su querida ciudad, Gotham City? - dijo Pablito a su papá.

- No, hijo, eso es imposible.Tan imposible como....como...como que un Ministerio de Sanidad de un país cambie una ley antitabaco que proteja la salud de sus ciudadanos para beneficio de una empresa extranjera.Tan imposible como que ese mismo Ministerio de Sanidad cree un nuevo impuesto de asignación de aportación reducida para que los pacientes crónicos (enfermos de cáncer, hepatitis, VIH, enfermos renales, respiratorios.....) paguen un 10% de sus tratamientos con sus bajas pensiones y sueldos de mierda.Tan imposible como que ese mismo Ministerio de Sanidad deje desprotegidos a sus ciudadanos cuando llegue una época de crisis económica.



Entonces Pablito asintió despacio. Volvió a su cuarto. Y con tristeza descubrió como Gotham City era arrasada por un hombre disfrazado de murciélago.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

En ese piso

- Te extraño - susurró rozando con las yemas de sus dedos la puerta.
Al otro lado, su marido se afeitaba con precisión, mientras la radio cantaba a pleno pulmón una canción de Miguel Ríos.
Arrastrando los pies y el alma llegó a la cocina, sacó dos tazas y esperó a que la máquina de café se encendiera.
Después las llenó con leche y nostalgia, una dos de azúcar, la otra dos y media. Colocó una en la encimera, la otra la sujetó entre ambas manos y cerrando los ojos, contó hasta treinta.
Entonces él apareció, ya vestido y con el maletín en la mano derecha. Cogió una manzana de la cesta y miró abstraído hacia el corcho con notas que hace mucho tiempo decidieron poner.
Había una nueva, reciente, de aquella misma mañana. Una nota que ella se había molestado en escribir.
"Comida: filetes empanados y pisto"
Entonces, sin mirarla, se fue.
Una vez sola, como cada día, lloraba en silencio. Lloraba dejando que las lágrimas resbalasen por sus mejillas sin pretender secarlas.
Y miraba la taza de café sobre la encimera.
Y la soledad se convertía en un amante envenenado.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Qué bonito es llegar aquí, después de seis años desde que empezamos este viaje y sentir esta plenitud.
Es afirmar lo que año tras año has usado como motor para no rendirte. Es mirar hacia atrás y ver cada hora invertida, cada paso hacia adelante, cada golpe repentino que parecía haber acabado contigo, pero nada más lejos de la realidad.
Aquí estás. Y aún eres pequeño, inmaduro, proyecto sin terminar.
Pero te sientes un poco más grande, un poco orgulloso, por qué no, de la historia que vas escribiendo.
Ves a tu familia, tu pareja, tus amigos y todos asienten porque han hecho este viaje a tu lado.
Y ves a todos los médicos, enfermeros, auxiliares y demás trabajadores del hospital que te enseñaron a crecer personal y profesionalmente desde el minuto cero, invirtiendo su tiempo en ti a pesar de las dificultades.
Y sobre todo ves a esas personas que dejaron que su malestar, su enfermedad, su urgencia, su dolencia, su proximidad a la muerte, su dolor irremediable, su afán de lucha y su fe, fueran tu aprendizaje.
Y recuerdas sus rostros, sus nombres, su olor, sus miradas.
Recuerdas al primero de todos los pacientes que viste cuando empezabas en tercero.
Y la lista interminable de los que lo siguieron y seguirán.


Sexto curso. Casi, casi el final.
Qué bonito es llegar aquí y ver que tenían razón, cuando dijeron que sí podíamos conseguirlo.

martes, 10 de septiembre de 2013

Septiembre




La vuelta a la rutina es más fácil si, a ratos, puedo...
hundirme en la curva de tu cuello,
colgarme, de nuevo,
de tus brazos.
Y sumergirme.
En esos ojos que ya de tanto mentarlos son de sobra conocidos hasta para quienes jamás te vieron.
Qué suerte tengo, pienso.
Mientras duermes y te veo y nada ocurre salvo tu respiración.
Qué suerte si tras cualquier día duro esta sea la recompensa.
Verte.
La vuelta a la rutina es más fácil cuando voy de tu mano.
Cuando voy en tus brazos...
En tu espalda.