lunes, 22 de abril de 2013

Ancianas y gatos


No confundas educación con falsedad - le dijo la anciana al gato.- Prefiero que no me mires, que no me saludes, no me preguntes cómo estoy ni me sonrías con dulzura si realmente yo no te produzco ningún agrado.
Prefiero que no te pasees por aquí fingiendo aprecio, que no vengas a mostrarme tu cariño, o tu compañía.
Porque si luego descubro que te mofas de mis gafas y mis faldones, a mis espaldas riéndote con los otros felinos en el tejado, ten bien claro...que la próxima vez que encuentres el tazón hasta arriba de leche en la ventana, esta vieja desmemoriada quizás sin querer le echó amoníaco.

jueves, 18 de abril de 2013

Exámenes, estreses y revoluciones


Le llamaron loco, pero no lo estaba. Solo estaba harto. Y quizás aquella mañana de abril el café y los antidepresivos no fueron suficiente. Como llevaba haciendo desde que le despidieron, se levantó pronto y despertó a sus hijas gemelas. Las ayudó a vestirse, les llenos los bolsillos vacíos de besos gigantes y les hizo repetir en alto que "siempre hay un motivo para sonreír". Después le tocó a una de ellas decir el motivo de ese día y ella miró a su hermana idéntica, luego a su padre y ambas gritaron a la vez: ¡hoy por papá!. No, no fue lo que dijeron o quizás sí lo fue, pero ese día tuvo que llegar. Y no hubo pan de 0.40 cént en el chino. Tampoco vales descuento en el periódico. Ni siquiera llamó a su esposa que en ese momento estaría terminando su turno doble en la fábrica de plásticos. Ese día cambió su rutina por un paseo largo hasta la capital. Largo, largo. Tuvo que coger el tren y dos autobuses.
Pero llegó a la capital.
Y una vez allí se acercó al Palacio de La Moncloa, (no le costó encontrarlo), llamó a la puerta (nadie contestó), llamó repetidas veces (nadie respondió). Entonces sacó una nota y con un imperdible la enganchó en su suéter azul. Le costó trabajo, le temblaban las manos. Después se sentó y esperó mucho tiempo.
Cuando la esposa del presidente y sus hijos  llegaron acompañados por decenas de guardaespaldas, lo encontraron allí, medio dormido, con un cartel que decía: Hoy por mis hijas.
- ¿Qué pretende conseguir? - le inquirió ella.
- Solo un mundo mejor - respondió él.
Y lo que hizo a continuación, es un final libre, el final que cada uno quiera imaginar.
Solo pido que sea bueno, por favor.

martes, 16 de abril de 2013

Al 200%

Exámenes. Otra vez. Como cada año, en la misma época.
Se llevan mejor que los de diciembre, porque fuera me pican los ojos y el sol me sonríe a través del balcón.
"Puedes" dicen, se ponen de acuerdo para recordármelo, aunque como cada año me atormenten los pensamientos de que no.
Más hojas, más cosas, ya no sé ni dónde se quedan guardadas y mucho menos cómo...los ojos dan vueltas, la cabeza gira y duele y el cuello parece sujetar un colgante de 1000 toneladas. Como cada año.
Y no me acostumbro, no puedo.
Pero si me siento más tranquila, eso sí que es cierto. Me conozco, me entiendo y lloro a ratos y a ratos me esfuerzo.
Y parece que todo se me olvida...y parece que viene y lo recuerdo....y solo cuento los días para terminar.
Quinto año.
Y parece que fue ayer cuando empezamos.

YWC

lunes, 1 de abril de 2013

Hola Abril

Hay sonrisas que esconden mucho esfuerzo por seguir en pie.
Y maquillajes que no se echan en la cara, que no se compran en una tienda y que ocultan un nudo bajo el pecho que quiere ser llorado.
Te cruzas con esa persona que quizás hoy no quiere hablar, pero lo hace, no quiere preguntarte cómo estás, pero lo hace o simplemente no quiere seguir, pero sigue.
¿Y por qué sigue?
Porque debe hacerlo. Porque sino sigue ¿quién continúa? Porque sino camina ¿quién lo hará?
Y disimular a veces es más sencillo que abrir los botones del pecho y que alguien mire dentro con sus oídos.
Hay personas que luchan dejándose el alma, la ropa, la piel, la vida. Y nadie lo sabe.
Porque aunque lo supieran eso no le entregaría la victoria.
Es más complicado.
Hay miradas que cuentan mucho más cuando chocan contra el cristal de la ventana o están perdidas en una cafetería, o en un banco de una calle vacía.
Y hay momentos en los que todos nos miramos al espejo, nos contamos los años, nos recordamos los defectos y nos preguntamos si lo estamos haciendo bien.
Hay superheroínas en cada cocina.
Y princesas en cada burdel.
Y personas que escriben y personas que leen.
Hay sonrisas que esconden mucha ilusión por seguir en pie.