Pero no hoy.
Hoy se escucha un silbido familiar, que surge de repente y te coge por la espalda y te abraza por detrás.
Hoy no es lluvia, es otra cosa, no sé que cosa, pero definitivamente no es lluvia.
Me he quedado quieta, muy quieta, frente al cristal. Quería captar una sola gota para verla de cerca.
Empecé por las que se movían a lo lejos, pero eran demasiado rápidas.
Seguí por las que venían más cerca, pero se confundían unas con otras.
Terminé por escoger a las que se chocaban contra mi ventana.
Y lo vi.
No eran gotas, ni mucho menos.
Eras tú, abuelo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario