jueves, 30 de julio de 2009

Julio casi agostino

Es verano.
Y pasan los días...
Y las horas...
Otro verano más.
Cúmulo de sentimientos y sensaciones que borbotean en un frasco cerrado.
Arena negra y acre, coquinas, agua helada, brugal con seven up, piel dorada,
sonrisas, paseos, regalos, vida contemplativa, complicidad.
Y una piña colada.
Mamá, papá.
Emi, Eugenio.
Pepe, Man.
Ana.
Y la brisa, el gazpacho, la sal.
Echar de menos a los que no están y a los que están un poco lejos,
pero pronto volverás a ver.
Comidas copiosas, dietas de helado, juegos con palas, carreras, montados
en canguros y delfines,
construir castillos con barro,
y un hippie haciendo pompas de jabón gigantes.
Regresamos.
Al calor, al sudor.
Lejos del mar, de su libertad.
Y encuentro los ojos de ellas y ellos.
Y me entra un hormigueo, ganas de abrazar, de contar, de perder el tiempo en la hierba, en batidos, en caminos, en el suelo.
Y apareces tú.
Con tus manos.
Con tus ojos.
Tú.
Ese al que había echado tantísimo de menos.
Y hacernos pasar por dos extraños que se conocen por primera vez.
Para que todo tenga la misma intensidad
que cuando nos marchamos.

Y una lágrima en mi mejilla
al recordar la arena, la sal, el gazpacho
y la complicidad entre una familia que se quiere y se cuida tanto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aún os veo a Ana y a ti en el agua, reímos y "donde caben dos caben tres" "donde caben dos, tu también"
Un besito.
MAN