viernes, 30 de marzo de 2012

Casi sonríe

Hoy era el último día de este curso. La última rotación ha sido Otorrinolaringología.
Por un lado tenía ganas de terminar: no madrugar tanto, se acabaron las clases. Pero mientras dejábamos la bata en lencería sentía mucha pena. No quiero dejarla.
Representa la vida del estudiante, el día a día, un lugar para ti.
Un sitio que se echa de menos porque aunque estudies la teoría lo que importan son las personas.
Y así ha sido, como tantas veces.
No habíamos terminado de despedirnos cuando vimos en la consulta a J.M.
Tiene cincuenta y muchos, los ojos azules y la cara muy hinchada por el tratamiento. Su mujer hace de su enfermera personal y da gusto ver cómo le cuida.
Al verle entrar por su propio pie no he podido evitar sonreír y acercarme. 
Durante todo el tiempo que estuvo ingresado ni siquiera era capaz de levantarse sin ayuda. Jamás sonreía, jamás hablaba. Solo asentía.
Le he empezado a hablar muy deprisa y me ha cortado, señalándose el oído, porque se ha quedado sordo por el avance del tumor y los estragos del tratamiento.
Su mujer le ha explicado entre señas que me contase cómo se encontraba.
Entonces ha hablado sin parar. Me ha mostrado lo bien que camina ya, dando vueltas por la sala.
Casi sonríe.
- Le han dicho que es complicado que pueda curar su herida de la mandíbula, pero él dice que sí y que sí, está seguro de que va a curarse - decía su mujer.
J.M me miró, con esos ojos inmensos azules y dijo despacio: estoy seguro, puedo con todo.

No había otra forma de terminar este curso tan intenso. 
Empieza la recta final hacia los exámenes, podemos conseguirlo, toca esfuerzo máximo.
- Estoy segura, puedo con todo, podemos con todo.

1 comentario:

Historias entre Fogones dijo...

¡Que bonita historia! me ha conmovido enormemente.La voluntad de las personas mueve montañas.Y se nos empeñamos en luchar por algo, nos esforzamos y creemos en nosotros mismos, por supuesto que podemos con todo y créeme, merece la pena.
Un saludo.