domingo, 20 de mayo de 2012

Tenía que escribirlo

Siempre lo he dicho.
A pesar las dificultades, tengo fe.
No creo en la Santa Iglesia, no creo las historias de la biblia, no cumplo ni cumpliré los Diez Mandamientos y no me siento peor persona por no hacerlo. Es más, todos los valores que intento reflejar en mi día a día pretenden ser buenos.
No creo en muchas cosas, pero sí creo otras. Y ahí reside mi fe. Esa mirada al cielo cuando algo dentro duele, esa energía que nace de la nada cuando estás rendido. La gota de esperanza, la motivación. Y es mi fe, mi creencia y no pienso imponérsela a nadie.
Por eso cuando hablo con dios no tengo miedo, ni sigo dogmas, ni me golpeo tres veces el pecho.
Simplemente hablo y dejo que el aire me bese la cara y mueva mi pelo. Y mi abuelo me sople en la nuca para que me ría.
Por eso cuando me entero de las actividades que hacía Sor María Gómez Valbuena o el mismo Marcial Maciel tengo ganas de vomitar (en sus caras).
Y, de la misma manera, cuando leo lo siguiente, vuelvo a recordar que no hay que perder la fe (sea como sea tu fe):

Carta de la semana EL PAIS SEMANAL (domingo 20 de mayo)

Sobre el escrito de Maruja Torres "Los hijos robados", de la página 6 del 6 de mayo:
Soy sacerdote de 80 años. Llevo toda la vida oponiéndome al tratamiento de padre atribuido a los sacerdotes por ser opuesto a la voluntad de Jesús, que decía: "No llaméis padre en la tierra, porque uno solo es vuestro, el del cielo. No os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos" (Evangelio de San Mateo, capítulo 23, versículos 8 y 9). Esto dicho para recriminar la prepotencia, la superioridad, el buscar los primeros puestos. Jesús quería un mundo de iguales. Por eso lo mataron.
Y lo siguen matando". Domingo Riera. Madrid.


La religión no nos hace buenos, nos hace buenos la vida. Y no tiene que ser fácil o difícil. Debe haber alguien que nos enseñe, sin engañarnos, a verlo por nosotros mismos. Y ese alguien puede ser un Jesús o cualquier persona con "su" propia fe. O puede ser un paseo por el campo.
Estoy cansada de imposiciones, vendas en los ojos, arrepentimientos, dinero y fanatismos. Muy cansada.


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