domingo, 4 de agosto de 2013

Y vuelan

- No siempre te podré hacer feliz - murmuró él con resignación.
- Es inevitable colisionar - respondió ella soltando una bocanada de humo. - Me gusta que sea así, es real. Es lo que quiero. Prefiero llorar a veces y creer que explotaré por tu culpa. A fin de cuentas, es sentir, y yo siento todo por ti.

Él ríe, se relaja, vuelve a respirar. Desaparece la mirada tensa y la opresión en los pulmones. La vida es difícil, pero ella lleva las instrucciones tatuadas en su espalda.

- ¿Nunca te he dicho cuánto te quiero? - susurra él.
Pero ella ya no lo escucha, le sonríe negando con la cabeza mientras se sube en la cometa que él sostiene y empieza a volar.

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