domingo, 14 de febrero de 2010

La patita negra

Me encanta volver en el tren los viernes.
Me ruge el estómago de hambre y el cansancio de la semana se acomoda en mis hombros, pero sólo puedo pensar en que tengo tiempo.
Después de unos días agotadores, pero para nada malos, pues las personas con las que comparto horas y horas son increíbles,
llega el momento de relajarse.
De coger el teléfono y llamar a mis amigos.
De vernos como si hubieramos estado juntos toda la semana.
De continuar cada tema que quedó pendiente el domingo anterior.
De escuchar sus voces y sus tonterías,
sus riñas y sobre todo la risa....
Me encanta ver a cada uno, porque es mi pequeño mundo que no se altera,
que aguanta cada cambio en nuestras vidas
y nos mantiene unidos.
Me gusta mucho, muchísimo.
Y no lo cambiaría por nada en el mundo.
Me gusta.
Porque el domingo por la tarde deja de ser odioso
y me quedo sumergida en mis divagaciones,
contando los segundos que quedan para el viernes que viene.

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