sábado, 20 de febrero de 2010

Isabel Allende - Hija de la Fortuna

"Todo el mundo nace con algún talento especial y Eliza Sommers descubrió temprano que ella tenía dos: buen olfato y buena memoria.
El primero le sirvió para ganarse la vida,
el segundo para recordarla,
si no con precisión, al menos con poética vaguedad de astrólogo.
Lo que se olvida es como si nunca hubiera sucedido, pero sus recuerdos,
reales o ilusorios, eran muchos y fue como vivir dos veces.
Solía decirle a su fiel amigo, el sabio Tao Chi'en, que su memoria era como la barriga del buque donde se conocieron, vasta y sombría, repleta de cajas, barriles y sacos donde se acumulaban los acontecimientos de toda su existencia.
Despierta no era fácil encontrar algo en aquel grandísimo desorden, pero siempre podía hacerlo dormida, tal como le enseñó Mama Fresia en las noches dulces de su niñez, cuando los contornos de la realidad eran apenas un trazo fino de tinta pálida.
Entraba al lugar de los sueños por un camino muchas veces recorrido y regresaba con grandes precauciones para no despedazar las tenues visiones contra la áspera luz de la consciencia.
Confiaba tanto en ese recurso como otros lo hacen en los números..."


(Otro libro. De nuevo Allende. Esta vez recomendado por mi tía Man.
Sólo es el principio y ya creo estar inmersa en un sueño.)

1 comentario:

Bea dijo...

Intentaré no volver a desaparecer.
La excusa del tiempo, aun ahora, es poco valida.

Un abrazo, preciosa :)