jueves, 4 de febrero de 2010

El payaso Pelón


Dicen que amaba a esos niños más que a nada en el mundo.
Un día, uno de los pequeños le preguntó, tocándole con su manita la cabeza, porqué él tenía tanto pelo y a ellos no les salía.
Aquella noche, mientras se miraba frente al espejo sintió cómo si su propio cuerpo le aconsejase que hiciese lo que pensaba.
Y lo hizo.
Al día siguiente todos le miraron sorprendidos.
Y al siguiente.
Todos no, miento, casi todos.
Porque los pequeños jugaron como siempre lo habían hecho, no le preguntaron nada, simplemente se sintieron más fuertes al verle.

Antes se sentaban en sus rodillas y le emarañaban las rastas que le colgaban casi por la cintura.
Ahora le tocaban sonrientes, viendo resbalar sus yemas por su piel descubierta.
Han pasado muchos años desde que supo cual era su lugar en aquel hospital.
Muchos más desde que su madre le echaba la bronca por llevar "el pelo como una mujer" y hacerse trenzas que le llegaban por los hombros.
Y, quizás no habían sido tantos años, pero ya nadie recordaba a aquel muchacho conocido como "el payaso Rastafari".
Ahora todos,
sonreían al verle aparecer en el ascensor del pasillo principal, pronuciando en voz alta:
"¡¡Niños, aquí está vuestro payaso pelón!!"
Y todos gritaban emocionados
preparando sus cabecitas para irse a el mundo de magia que sólo él les traía.

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