miércoles, 27 de julio de 2011

Utoya

Utoya y Utopía tienen el mismo comienzo, pero diferente final.
Dos islas.
Una real, la otra fantástica, pero ambas continentes de personas que buscaban alzancar una compresión del mundo desde sus valores e ideales políticos.
Utopía nunca fue destruida pues sólo existe en mentes ya ausentes y en algunas que hoy la dibujan cambiada; Utoya sí ha sido destruida, pues su imagen jamás será la misma.
Sus árboles, su hierba, sus aguas. Nada borrará lo que allí ocurrió. De la misma manera que el Drina nunca volvió a ser el mismo, ni los ojos del Coliseo, ni los ladrillos de Scheunenviertel, ni la carretera que unió Madrid - Valencia en 1937.
Hay lugares que permanecerán para siempre marcados y es imposible cambiarlo.

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