Es más fácil decírtelo sin palabras.
Que tú estés ahí y yo en el otro lado de la habitación
y que todo nos quede grande.
Los muebles, las baldosas, los cuadros y las lámparas.
Y la ventana abierta de par en par.
Que no tenga que inventar excusas para encontrarme contigo
y aún así lo haga,
perdiendo las llaves en tus bolsillos
y los miedos en tus manos.
Para verte de nuevo.
Que mire tu alianza en mi dedo como si fuera parte de mi piel,
y ya no sienta su peso ni su roce.
Y aún así me falte si se pierde.
Es más fácil decírtelo así. Sin pensarlo.
Tú ahí leyendo
y yo aquí soñando,
y cierro los ojos
y, al abrirlos,
estoy hundida en la curva de cuello
de dónde nunca me he marchado.
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