sábado, 22 de agosto de 2009

Apareció ella

Él y yo hablábamos.
Entonces apareció ella.
Se miraron.
Vi cómo sus ojos se encendían, se llenaban al verla.
Y ella,
con paso lento se acercó a nosotros, sin romper ese lazo
que, en cuestión de segundos, había aparecido entre sus miradas.
Sonriendo le eclipsó
y alzó sus manos,
pidiendo sus brazos.
Sentí celos,
como si alguien me dijera, "sobras aquí".
Sentí algo extraño, no supe porqué mi corazón latía tan rápido y tan arrítmico.
No entendí por qué.
Pero antes de suceder nada, ella cambió su dirección y vino hacia mí.
Me miró tranquila,
como si toda la armonía del mundo corriese por sus venas.
Luego alzó sus manos,
pidiendo mis brazos.
Entonces la rodeé despacio y la elevé hasta
posarla en mi regazo.
Apretó su cabeza contra mi pecho y suspiró.
Entonces, comenzó a atardecer
y pensé, sentada en aquella playa
que tenía en mis brazos el mayor tesoro del mundo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Que decir más que: magnífico.....