sábado, 8 de agosto de 2009

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Nos tumbamos en las rocas. Me miraste de reojo, sin saber qué decir.
El silencio cubría las piedras y sin mediar palabra sacaste una galleta
para dármela a mí.
Tu galleta.
Entonces desperté y saboreé los restos de aquel sueño.
1:00 a.m.
Bostecé, te eché de menos.
Te busqué en las sábanas, en los bolsos colgados de la pared, en la taza del nesquick.
En el sol de la ventana, el olor del parque de enfrente.
Me toqué la frente, ardía.
Intenté dormir.

Entonces sonó el teléfono, un mensaje.

"Pequeña..no sé si te he dicho alguna vez que quiero estar contigo el resto de mi vida"

Y desde la playa, con insomnio, viendo un partido de R.Madrid - Toronto, me llamas y te digo que por qué eres así, entonces te cuento un chiste pésimo "¿Qué se ve desde la torre más alta de Toronto? Torontontero...(8)"
Y creo que te duermes sonriendo...

Me despido de tu voz. Te echo de menos.
Sueño que caminamos por las piedras, dando saltitos, huyendo de los niños que intentan atraparnos porque somos muy tiernos. Tú eres azul y yo rosa y me encanta que de vez en cuando me regales esa galleta tan importante para ti.

Despierto. Calor de agosto. Un nuevo día por delante.
Suena el teléfono.
"Buenos días...."
Te vas a la playa y yo me quedo aquí...
Pero me quedo con ese "adiós mi vida".

Y en algún lugar de Gandía surca el agua un peluche azul.


Mientras otro rosa de nariz naranja le espera aquí.

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