viernes, 4 de septiembre de 2009

Cualquier viernes de agosto

Tu silbido inconfundible me hizo girar en mitad de la calle.
Según veía que te acercabas mi corazón latía más rápido,
como si fuera la primera vez que me encontrabas.
Entonces, con esa media sonrisa, murmuraste:
"¿Dónde va jovencita?"
Y riéndonos te enseñé la picadura gigante de mosquito que tenía en la frente.
Bueno, no pasa nada, me querrás igual.
Nos comimos el pincho de la una.
Croquetas de pollo sentados en el bordillo de un escaparate.
Hablamos de la gripe A, estornudas y me santigüo.
Lo que tienes que aguantar.
Ríes.
Y me pierdo en esa risa, para siempre.
Había olvidado que eres la única persona que está resfriada los 365 días del año.
Observas mi frente.
Los corticoides del Diproderm hacen su efecto, está menos hinchada.
Aún así se ve a 100 km de distancia...
Llegan las dos, hay que irse a comer, luego vendrán los conciertos, la música y el griterío.
Sí, son las fiestas.
Y mientras nos alejamos me dices "luego hablamos" que significa "más tarde nos vemos" que se traduce a "nos saludaremos con ese abrazo de oso" que más bien quiere decir "te echaré de menos".
Supongo que después de 6 meses te conozco un poquito más.
Y lo mejor, me queda muchísimo todavía por descubrir.
Gracias J.T

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