miércoles, 16 de septiembre de 2009

Padre Nuestro

Mägo de Oz escribió este salmo de los desheredados.
Lo he escuchado muchas veces, cuando necesito recobrar el sentido y saber por qué estamos aquí.
En los momentos duros hay quiénes rezan, hay quiénes acompañan, quiénes hablan y quiénes sólo escuchan, pero todos están ahí y todos son igual de imprescindibles.
En los momentos duros me pregunto si merece la pena rezar cuando mirando hacia atrás,
no sirvió de nada.
Es entonces cuando alguien me dice, "yo rezaré, tranquila, le diré que estás despistada..."
y me arranca una sonrisa;
es entonces cuando alguien me dice "siempre hemos sacado lo positivo en la vida ¿no? pues hazlo ahora...";
es entonces cuando alguien me dice "...Laura, nunca dejes de creer...yo nunca dejo de hacerlo..".
Y por eso junto las manos y entono este salmo de los desheredados y después
pido de corazón que todo vaya bien.
Sigo pensando que ahí arriba hay algo.
Seas quién seas, seas lo que seas, siempre te dudaré.
Hasta que me des todas las respuestas a lo que no comprendo.
Y aún así, dudando de todo, te agradeceré siempre la buena fortuna.
¿Por qué?
No lo sé, llámalo fe.



Salmo de los desheredados - Mägo de Oz

http://www.youtube.com/watch?v=O3uQjmLP87k&feature=related

Padre Nuestro, de todos nosotros.
De los pobres, de los sin techo.
De los marginados y de los desprotegidos.
De los desheredados y de los dueños de la miseria.
De los que te siguen y de los que, en ti, ya no creemos.
Baja de los cielos, pues aquí está el infierno.
Baja de tu trono, pues aquí hay, guerras,
hambre, injusticias.
No hace falta que seas uno y trino,
con uno sólo que tenga ganas de ayudar, nos bastaría.
¿Cuál es tu reino?
¿El Vaticano, la Banca, la alta política?
Nuestro reino es Nigeria, Etiopía, Colombia, Hiroshima.
El pan nuestro de cada día son las violaciones, la violencia de género, la pederastia,
las dictaduras, el cambio climático.
En la tentación caigo a diario.
No hay mañana en la que no esté tentado de crear a un dios humilde, justo.
Un dios que esté en la tierra, en los valles, los ríos.
Un dios que viva en la lluvia,
que viaje a través del viento y acaricie nuestra alma.
Un dios de los tristes, de los homosexuales, un dios más humano.
Un dios que no castigue, que enseñe.
Un dios que no amenace, que proteja.
Que si me caigo, me levante.
Que si me pierdo, me tienda su mano.
Un dios que si yerro no me culpe.
Que, si dudo, me entienda.
Pues para eso me dotó de inteligencia, para dudar de todo.

Padre Nuestro, de todos nosotros, ¿por qué nos has olvidado?
Padre Nuestro, ciego, sordo y desocupado, ¿por qué nos has abandonado?

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