domingo, 3 de agosto de 2008

Los secretos de Berlín

Dicen que cerca de la Puerta de Brandemburgo hay un lugar donde hace mucho, mucho tiempo, bajo la tierra, se suicidó un hombre. Ese acto no fue heroico, no fue locura momentánea, fue por terror. Prefirió matarse él mismo para que no lo hicieran otros. Y ahí yace su presencia, su mugriento y maloliente recuerdo, el cual cada día se ve atormentado por decenas de miles de personas que caminan sobre él.
Si llegas allí, nadie mentará su nombre. Incluso más de uno regresará a su hogar sin saber que hubo bajo sus pies. Nadie rezará una oración por su alma ni se oirán cantos ni salmos en su honor.
Puede que veas flores, muchas flores, puede que no. Pero no serán para él, sino para los que asesinó.
Encima de su tumba una pequeña ciudad de bloques de hormigón se alza cada mañana y se esconde cada atardecer. No tienen nada más que simplicidad. Su tacto es áspero, frío de noche y ardiente de día. Las callejuelas que se extienden entre las gigantescas piedras son interminables.
Allí, entre todo el barullo de personas, encontré a una niña. Con falda corta, bambas y una coleta, esperaba ansiosa que sus amigos se escondieran para poder contar: jugaban al escondite.



Fue gratificante.
De esos pensamientos repentinos que llegan hasta tu cabeza para alegrarte.
Sobre el lugar donde yace el recuerdo de un monstruo los niños jugaban, sin respeto a su nombre ni a su figura, sólo respetando no rozar ni dañar los 1711 bloques de hormigón.

Sí, esos 1711 bloques que representan 1711 campos de concentración.

Porque el monumento al holocausto judío se encuentra justo encima del búnker de hitler*.
*(no es una falta ortográfica, sino que no escribo su nombre en mayúsculas porque no tengo ningún tipo de respeto hacia él.)

Si algún día pasan por allí, no piensen en él, no le den ese honor. Disfruten del sonido de las voces de la gente riendo y hablando, de los niños jugando, de cientos de idiomas distintos... al fin y al cabo, eso es lo que debería quedar realmente en los libros de historia.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó la entrada, Laura.
Simplemente. :)