miércoles, 12 de agosto de 2009

Un camino


María:
"Recuérdame ¿por qué medicina? La bata pierde su sentido cuando se llena de sangre y el fonendo se estropea cuando el corazón no late. Y 20 años después de acabar la carrera mi madre contiene el llanto con Pablito en brazos. Su mamá ya no me volverá a pedir que le cuide. ¡No quiero sentir esa impotencia!"


María:
"Nose por qué te he mandado ese mensaje, llevaba a mamá a desayunar después de una dura guardia y llorando me ha contado que Pablito, el niño que yo cuidaba, llevaba en coma un mes y que esa misma noche había muerto y como ella estaba de jefa de urgencias de infantil, ha tenido que hablar con los padres, hacer los papeles de defunción y todo...
No quiero... no quiero sentir la impotencia que escapaba de las lágrimas de mi madre... no quiero Laurita... Sigo sin saber por qué te lo suelto sin más, quizás por tu tierno corazón, o porque espero encontrar alivio en tus mágicas palabras, o mucho más simplemente.. por lo que primeramente me unió a tí (médico).

Laura:
No entendí el mensaje. Supuse que sería algún nombre escogido al azar por ti, para explicarme porqué no estudiar medicina. Entonces pensé que estarías agobiada estudiando y por eso ese desfogue movilístico sin principio ni final, muy emotivo, un mensaje que realmente me dejó parada, en mitad del cuarto, sin saber qué responder. Después de crear una contestación más o menos perfecta, hecha con tiempo, razón y mucha ternura, quise enviarla sin saber a ciencia cierta qué querías oír o qué debía decir yo y Movistar me comunicó que no era posible enviarlo, no había saldo suficiente.
Entonces te escribo este privado por el maravilloso tuenti, después de descubrir otro mensaje tuyo, esta vez explicándome qué había pasado.
Al leer tus palabras me he sentido vacía, de repente, me he visto en una sala blanca, con tu madre. La he imaginado guapa, como tú, pelo corto y castaño, con cara triste y enfrente de nosotras a un papá y una mamá desconsolados, asustados, como si el guión de sus vidas se hubiese desvanecido entre llamas.
Y veo a Pablito, a ese niño, cogido de los brazos de tu madre, sin vida.
Y por un lado intento entender la muerte, intento comprender el fallo citológico, histológico, orgánico, sistemático de un increíble e imperfecto cuerpo humano.
Un cuerpo humano diminuto, como el de Pablito.
Pero no puedo. No puedo entenderlo. No sé seguir la ecuación. Nunca entendí las matemáticas.
Me miro la bata blanca, me asusta tanto como a ti.
Me da miedo no saber curar, me aterra fallar, me asusta no ser una superheroína para todo el que me pida ayuda.
Me da miedo pensar en Pablito.
Porque amo la vida, como tú, como tu mamá, como mi padre, como mi tío Pepe.
Médicos.
Cuánto esconde esa palabra.
La vida....en unas manos, en unos segundos.
Pequeña Mateos, aquí en la universidad nos enseñarán lo mejor que puedan a ser infalibles, a meter en nuestras cabezas saberes, esquemas, remedios y palabrejas miles, a hablar, a mirar, a tocar.

Y luego, el mirar a los ojos, recoger la lágrima que cae por la mejilla, la mano en el hombro, el café en el pasillo de urgencias, los puños de impotencia, la luz roja de la puerta, la línea continua de la pantalla, el olor a sangre, el llanto en la sala, las ganas de seguir, la fatiga por no dormir, las disputas con compañeros, los abrazos porque todo salió bien, los aplausos cuando uno no falló, la fraternidad entre amigos, la mirada agradecida, el beso en la cara para el que luchó y no pudo salvar la vida, el guiño en el ojo para el que se va y al que deseamos no volver a ver, por allí...todo eso, vendrá después, sin buscarlo, sin quererlo.

En tu mensaje me preguntabas ¿Por qué medicina? Y yo te respondo "Por Pablito"
Sólo era un niño, no le tocaba morir, la vida es injusta, el mundo es injusto.
Por eso tú y yo, nuestros compañeros de clase, nuestros compañeros de todas las demás universidades, todos, debemos preguntarnos a diario ¿por qué Medicina?
Para responder "Por ellos"
Por todos aquellos que nos necesitan.
Por todos aquellos que ya no la requieren.
Por el apretón de manos.
Y volver a casa lleno de las circunstancias ajenas.
Porque somos humanos y queremos ser útiles.
Es nuestro papel, es nuestro lugar.
Porque serás médico las 24 horas del día, con y sin bata, con y sin fonendo, con y sin ganas de serlo.
Aquí, allí y más allá.
Sé que conocerte no fue casualidad Dr. Mateos.
Ánimo, siempre, ánimo.
Te quiero
(Ardilla)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias bonita.
Cluseau

Anónimo dijo...

Princesa, recuerda la máxima de la medicina:
"Curar alguna vez, mejorar a menudo, CONSOLAR SIEMPRE"
Estas sencillas palabras, ante los casos que tendréis que vivir harán que os sintáis mejor.

Laura Navas M dijo...

Gracias a ti Pepe.
Y gracias a ti también, papá.

Unknown dijo...

Si, la vida es una maravillosa y la muerte una mierda.

Creo que todos los que hacemos una carrera como es medicina o como es enfermeria nos planteamos el sinsentido de la muerte y la enfermedad, el porqué seguir con esto cuando la gente va a morir.

Pues yo te respondo esto: una sola sonrisa de una mujer moribunda atacada por miles de dolencias, una sola sonrisa de un niño con cáncer, una sola mirada de agradecimiento por parte de una persona que lucha por su vida, eso, vale todo el esfuerzo y el trabajo que tengamos que realizar. Por 24 horas sin dormir, por acabar reventado al término del dia. Soy feliz si uno solo de mis pacientes se siente un poquito mejor con mi ayuda.

Yo, sabiendo que puedo apoyar aunque sea solo con mi mera presencia, seguiré con esta locura hasta el final y estoy seguro de que vosotras también.

Un besazo y animo, estoy seguro de que sereis magníficas médicos el dia de mañana y de que vuestros pacientes estaán en vuenas manos.