lunes, 18 de enero de 2010

Jesús Tirado

Eres mi vida.
Sí, es algo que sé desde hace mucho tiempo y no me ha costado nada comprender porqué.
Quizás seas la decisión más clara que he tomado en mis casi 20 años,
quizás seas la palabra que más se repite en mi cabeza antes de dormir.
Eres todas mis metáforas.
No, no te prometo ser perfecta, no voy a serlo.
Tampoco puedo prometerte la armonía con la que sueñas,
ni siquiera un desayuno bien preparado.
Pero déjame intentarlo.

Cada día me encuentro en la encrucijada de soñar despierta.
Y se me acumula la madurez en la garganta, cuando imagino durante demasiado tiempo cómo seremos.
Tanto, que olvido qué soy o quién soy
y me siento en una silla a hacer la declaración de la renta, esperándote.
No, es muy pronto para un amor tan cimentado.

Pero qué le voy a hacer si esto no es algo fugaz.
Me quito la venda de los ojos y escribo dejando sobre la mesa los sentimientos,
para vernos desde fuera.

Y es así.
Es la única verdad que he conseguido demostrar,
aún me queda comprobar científicamente si el sol es más grande que mi dedo.

Eres tú.
Mi vida.
Así de sencillo se define lo que eres y lo que te rodea, sin ornamentos, sin pomposidad.
La esencia más pura de la nobleza,
la locura de tus ocurrencias,
inocencia en tu voz y timidez en tus ojos,
la fuerza de tus brazos,
la lucha en tu camino.

Eres tú.
La primera persona que se fijó en mí más allá del físico.
Que me demostró que lo único a lo que aspiraba era a cuidarme.

Eres la única persona que me deja sin palabras.
Se me olvida razonar, se me olvida mentir, se me olvida pensar.

Dicen que sí existen las medias naranjas,
yo no sé si lo somos,
con mis ojos "como dos botes de betún de a duro"
y los tuyos, que son verdes transparentes como el agua.

Pero si hay algo que sé
es que te he encontrado y no importa si no amanece mañana.

1 comentario:

Ruth dijo...

¿Qué tendrán los ojos verdes?
:)