viernes, 22 de enero de 2010

La amistad es como un violín...

Son las circunstancias, son las decisiones o incluso el pasar de las horas los únicos responsables de que las amistades vayan mermando.
No hay gritos, ni mejillas húmedas, tampoco hay palabras hirientes.
A veces lo que denominamos "problemas entre amigos" no pueden solucionarse y no es porque sean imposibles,
sin porque no son problemas.
Es como si dos personas viajasen por un camino y decidiesen atravesar nuevas sendas.
Unos deciden viajar siempre juntos.
Algunos se alejan, pero regresan al reencuentro.
Otros se van y nunca vuelven, bien porque encuentran otros caminos
bien porque no querían seguir viajando.
Y nadie se tapa la boca para asombrarse ni se lleva las manos a la cara, mordiéndose el labio inferior, en señal de disgusto.
Simplemente las amistades van mermando y quizás sea una ley natural inevitable.
Antes lo más preciado era tener un grupo, un símbolo, una complicidad entre sus miembros, una certeza de que no estabas solo.
Ahora, con la recién llegada madurez descubres que no quieres colectivos, que no quieres manadas,
que quieres personas.
Personas, amigos, distintos.
Pero un nexo en común: tú.

Lo dije hace mucho tiempo, la palabra "amigo" es demasiado concreta para abarcar tanto.

Conocidos, colegas, compañeros, camaradas, cómplices.

No es cuestión de llamarse a diario, sino de hablar después de un tiempo y escuchar un sincero "cuéntame todo lo que te ha ocurrido, quiero saberlo, te eché de menos".

Y hablar sin pensar en ninguno momento que le aburrirás, nunca ha pasado ni pasará.

La amistad es algo muy grande y hermoso, párate a sentirla.
Piensa en aquellas personas que estuvieron, que están e imagina a las que estarán.
Piensa en lo que te da cada una.......¿lo ves? ¿lo sientes? cuánta emoción tan diferente ¿verdad?

No sé, no me entristece pensar en las personas a las que he perdido, las recuerdo con muchísimo cariño y sé que al verlas no hay rencor, pero también sé que no hay vuelta atrás, que el camino sigue y las sendas van desperdigándose.
Sólo espero que sus viajes sean maravillosos y que algún día a lo lejos nos saludemos efusivamente con la mano.

Mientras tanto, me quedo con mis amigos, con aquellos que me llaman cuando menos lo merezco y se enfadan sin temer que nos perdamos. Que recuerdan lo que es irrelevante, pero dice todo de mí.
Que emplean su tiempo en un detalle o aguantan mis peores respuestas.
Me quedo con aquellos que respondieron "voy"
cuando, al alejarme de la senda pregunte ¿vienes?.

Con esos que en sus peores días se sientan en el suelo a reflexionar
y colocan un taburete de madera a su lado, esperándome.



Gracias.
A todos y cada uno de vosotros.

1 comentario:

Verónica Criado dijo...

ay! q´ emocionante...tu escrito me hizo reflexionar sobre mis amigos...sobre aquellos q quedaron en el camino y recuerdo con muchísimo cariño...sobre los q´ me hacen el aguante y siguen a mi lado...sobre los q podrian llamarse colegas, compañeros, allegados y suman a mi vida pero no de la misma forma...FELICITACIONES!!! ☺