Te he echado de menos, mar.
He pensado en ti, en tu sal,
en tu vaivén suave y eterno.
He vuelto a soñar con tus sirenas
añorando esa paz
que sólo se siente cuando flotas sobre la nada.
Por eso, sólo con saber que volveré a sumergirme
en tus aguas,
para mí, se para el mundo.
Y sentada frente a ti,
recordaré
que curas el alma.
La manifestación más bella de la naturaleza,
el agua de la vida, que mana de la propia tierra y del cielo.
Porque cada vez que lloramos, surcan nuestra piel lágrimas saladas
porque vienen de ti, porque curan
porque tú, mar, eres la fuente que nos sana.
Por eso, vuelvo a ti.
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