domingo, 25 de julio de 2010

Susurrando...

Me pregunto cómo sería todo sin ti a mi lado.
Cómo me levantaría cada mañana, cómo sería mi vida, si no estuvieras en ella.
Me imagino como un lienzo blanco, pero no vivo, un lienzo transparente, inexistente a los ojos de la gente.
Como una rama fuerte, pero invisible, que se ve sobrevolada por los mirlos y ninguno la considera suficiente como para anidar en ella.
Sería yo misma, pero sin nada de lo he recogido durante todo este tiempo.
Como la cesta del jardín sin las flores,
como el vaso vacío.
Sería como la fe perdida en medio del desastre.
Perdida, sin rumbo.
Como la veleta oxidada que se trastabilla en lo alto del campanario.
Sin ti no habría conocido la otra cara de las monedas,
ni habría descubierto cuánto puedo reír todavía.
No sabría que los besos en la frente se sienten más que en los labios,
y que el amor deja de pertenecerte cuando pierdes el miedo a mostrarte como eres.
Y pasa a ser del mundo, porque en ese momento, el mundo ya es nuestro.
Sin ti las noches no tendrían sueños,
y se quedarían mudas las guitarras, pues los acordes para mí no recibirían nombre.
Supongo que si nunca te hubiera conocido
no creería que tus ojos no son de este mundo
y jamás habría encontrado la manera
de alcanzar la caja de galletas en el estante infinito de la cocina.
Gracias por sujetarme la escalera,
por tu paciencia y tu tiempo.
Por conocerme tal y como soy
y aún con todo continuar a mi lado.

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