lunes, 15 de junio de 2009

A.G


Estás lejos, hada.
Demasiado lejos para rozarte con mis pestañas
cuando te miro,
justo en ese instante fugaz que antecede
a un abrazo repentino.

Me pregunto qué hacer,
no hay respuestas.
No es la solución un perdón de mi lengua
o uno de tus labios.
Ni siquiera un falso asentimiento
que nos obligue a creer que nada cambió.

Buscamos culpables que vienen de fuera,
cuando el problema
fuimos tú y yo.

Cometimos el error de no saber
cuidarnos,
de escoger un "yo primero"
antes que pararnos a pensarlo,
y decidir "mejor las dos".

Echo de menos tu risa constante,
tu pelo brillante,
tus manos heridas, tu cara dormida,
tu voz hilarante,
tu olor.
Tu cara en mi hombro,
mi susto y tu asombro,
mi "sí" más sincero
tras tu invitación.

Por cada aventura,
los silencios eternos,
ahora no puedo, me asaltan las dudas
te miro de lejos
y no veo fulgor.

¿Qué hacemos, hada?
Nada.
Y parece que los edificios siguen queriendo tapar el sol.

Te extraño,
No estás, aunque nunca te has ido.
Quizás nos equivocamos cuando afirmamos
que lo que había entre una y otra
duraría hasta el último latido.


Estás lejos, hada.
Sólo espero que nunca sea demasiado tarde
para evitar los escarceos cobardes
y convencernos de que al llamarnos amigas
no hubo duda ni error.

No hay comentarios: