martes, 27 de octubre de 2009

Sobre una pared...de la Gran Vía

Escribo, porque es mi forma de golpear la pared cuando la rabia me devora por dentro.
Escribo, como dice Di Fellatio, para mantener a distancia la locura.
Escribo, con la mente dormida y el corazón desbordado.
Teniendo fe ciega en lo que mi alma le susurra a mis yemas.

Así vengo aquí, a la imprenta de mi abuelo y con él dejo constancia entre hojas abstractas de mi vida, cómo me siento en lo mejor y lo peor.
No siempre hablo de mí, me gusta inventar historias que son casi reales, pero nunca he usado ni usaré este rincón casi sagrado para mí, para educar, ni mucho menos influir sobre nadie.
Quién llega aquí es bienvenido, porque se introduce en mí, me desnuda con sus ojos, me confieso ante su pantalla.
Soy lo ve, lo que lee.
Lo mismo que se sienta en esta silla y luego se levanta y se aleja, esperando que el que venga disfrute con los pedazos que aquí intento bordar.
Llevo cada escrito tatuado en mi piel.
Con la misma tinta negra china que usaba mi abuelo Nino cuando dibujaba sus cuadros.
Por eso, para bien o mal, escribo como terapia, como medicina, escribo para mí misma porque me ayuda, me consuela, me acompaña y después me enriquece, porque compartir esto con las personas que me componen es mi mayor beneficio.
Es mi regalo.
Es mi placer.
No. Nunca escribo para nadie, egoístamente escribo para mí.
Pero para poder hacerlo necesito ese mundo y por eso muchas de mis entradas llevan ese agradecimiento con nombre y apellidos.
Si alguna vez alguien se ha sentido herido por mis palabras, pido perdón.
Pues si alguna vez hablé no busqué la ofensa, sino mi propio desahogo.
Mis historias no son de nadie, ni siquiera mías.
Quizás a veces olvido que este es mi diario sobre una pared de la Gran Vía.

Cuando hablé del amor pensé en él, en mi familia.
cuando me referí a la amistad, pensé en él, ella, ellos y ellas.
cuando hablé del odio, me referí al mundo.
cuando hablé de marlos, nunca pensé que alguien se identificase de verdad y quién lo hiciese, lo lamento, pero era un personaje totalmente irreal.
cuando hablé de las hadas, pensé en los niños.
cuando hablé de la libertad, pensé en África.
cuando hablé de Tom y Tam, pensé en las desgracias del ser humano.

Y si alguien se dio por aludido,yo no puedo controlarlo.
Yo llego aquí
y desnuda me baño en pintura para danzar en una sala pintada de negro.
No puedo decir más.


Yo no vine al mundo a juzgar a nadie,
y menos a utilizar las palabras como arma.
Simplemente hago uso del verbo ser
siempre esperando ese brillo de luz en el mundo.


Y siempre gracias, a los que venís aquí,
familiares,
amigos,
personas que perdí,
desconocidos.
Gracias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No creo que escribas para dañar a nadie y si alguien lo piensa que extraño que gente asi venga a este blog.
No hace falta que lo expliques, solo con leerte se ve como eres.
Un abrazo

Unknown dijo...

No hagas caso a gente que se deja ofender por cosas que no vienen a cuento con ellos. besos

Anónimo dijo...

Gracias a tí Laura por las cosas que escribes.
¡Que poco te conoce quien piensa que puedes hacer las cosas con malicia!
De todas formas, si alguien piensa eso, en mi tierra se dice: "el que se pica ajos come..."
Un besito.
MAN