miércoles, 22 de octubre de 2008

Cosas que me gustan del metro

Hoy vuelve a llover. De camino a la universidad me he calado hasta los huesos, es cierto que por muy deprisa que andes te mojas igual, pero si voy más rápido llego antes y me mojo menos...
¿no? Hoy no toca filosofar...
Me gusta el olor de la lluvia, el olor del pan caliente, y más el olor del pan caliente cuando también huele a lluvia. Y el calor humano del metro cuando allí afuera hace tanto tanto frío...
También me gustan los ancianos que visten en vaqueros, y si también se ponen zapatillas de deporte me gustan más.
Me gustan las madres que llevan despeinados a sus hijos, y les visten con colores que no combinan, me gustan los bebés que chupan las barras del metro...
Y los señores que tienen cara de bondadosos porque van ausentes esperando que llegue su parada mientras ponen una media sonrisa, porque se les encuentra pocas veces entre los pasajeros, esos pasajeros que ponen cara de asco cuando te miran.
Me gustan los matrimonios, de esos que llevarán casados toda la vida, porque el marido susurra "siéntate" al ver un asiento vacío, y la esposa le responde "que no que no que voy bien", y él se queda pendiente, observándola, esperando que ella le pida algo para dárselo al momento.
Me gustan los niños de 13 años que por primera vez van al instituto, y les brillan los ojos porque se sienten adultos cogiendo solos el metro.
Me gusta ir en silencio, y ver como contorsionistas desconocidos doblan sus cuellos, vencidos por el sueño, porque parece que van a romperse de un momento a otro.
Y mirar fijamente a alguien, porque sabes que te mirará y al segundo mirará hacia otro lado, pero al segundo volverá a mirarte esperando no coincidir otra vez, y si coincidís, esperará otro rato...y luego volverá a mirar.
Me gusta la gente que va leyendo el periódico al de al lado, y también los que escuchan las conversaciones de los demás. Podrías inventarte una vida, decir que eres millonario y que se te ha estropeado el yate, pues por unos instantes te sentirás importante pensando que esa viejecilla de anteojos diminutos cree que es verdad.
Me gusta pensar que mientras yo estoy aquí, en otros trenes, a otras horas, otras gentes viajarán, irán y vendrán...con sus vidas metidas en los bolsillos.
Me gusta equivocarme cuando juzgo a alguien por su aspecto, porque a veces (que tonta soy) me olvido de que detrás de un estilo de vestir, un peinado, un maquillaje o una forma de hablar, hay mucho más que no se ve a simple vista.
Me gusta...que no me guste nada madrugar.
Porque cuando llego al tren se me olvida todo al ver a otro viejecillo con vaqueros.

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