domingo, 12 de octubre de 2008

Yo creo en los niños que adoptan elefantes

No lo comprendo. Intento tolerarlo pero me resulta imposible.

Un día me preguntaron por qué razón no era creyente, y respondí que sí era creyente, creo en Dios, pero no en la mierda que los seres humanos hemos inventado. ¿Cómo es posible?

Cuando lees la Biblia todos te hablan del amor, de perdonar, de la igualdad...y esos valores maravillosos los predican hombres, de los cuales una gran mayoría son homófobos, extremadamente conservadores y machistas. Digo mayoría porque no puedo negar que hay buenos sacerdotes en el mundo, por supuesto.

Díganme señoras, ustedes que son aquellas que los domingos se emperifollan hasta las pestañas para acudir a la Iglesia a rezar, tomar el pan y luego visitar el bar de la esquina para tomar el aperitivo...¿se han parado a pensar alguna vez que dentro de la organización ustedes son consideradas inferiores?

Sí...háblenme de las monjas, de las voluntarias, de la importancia de su trabajo en la institución...sí...

Entonces, si una mujer puede hacer tanto y tan bien, ¿por qué razón no podemos ser "curas", es decir, sacerdotisas?

¿Acaso no podríamos dar la bendición, leer la Palabra de Dios y hacer la Liturgia de igual manera que un hombre?

Entonces me dirán que según la tradición sólo los hombres...bla,bla,bla...

Miren, si han conseguido interpretar a su manera el 90% de lo que se dice en las Sagradas Escrituras no creo que nadie se de cuenta de que vuelven a cambiar algo. Dios habló de igualdad...entonces, ¿por qué razón no le hacen caso?

No me extraña que no quiera arreglar el mundo, nos mandó a la mierda hace mucho tiempo.

Por favor...es un llamamiento a los católicos, podemos cambiar esto.

En la Antigua Grecia la religión era un motivo de fiesta, de descanso para los ciudadanos. Nosotros hemos convertido la religión en una telaraña política y social que absorbe a todo aquel que se acerca.

Cuando estuve en Alemania entré en una Iglesia, en Munich, realmente preciosa y grandiosa.

Me senté en uno de los bancos y me santigüé.

Le di gracias a Dios por haber conseguido entrar en Medicina. Cuando el cura empezó a leer y todo el mundo escuchaba atento, me di cuenta de que yo sobraba allí, de que no era mi sitio, incluso me sentí privilegiada porque sé que puedo llamar a su puerta esté donde esté. No necesito ningún altar. Quizás todas aquellas personas no tuviesen esa suerte, porque se encierran en las pautas que les han puesto otras personas.

No lo olvides...

Tu religión y tus creencias las creas, sientes y padeces, cultivas, desarrollas y olvidas tú mismo/a.

No dejes que nadie te diga cómo (dando dinero), cuándo (todos los días de la semana de tal hora a tal hora), dónde (en una Iglesia, capilla, catedral...) y por qué (porque bla,bla,bla...) debes de ser católico, protestante, budista, musulmán, judío...

Tú decides.

Yo, por ejemplo, también creo en los niños que adoptan elefantes...

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