miércoles, 25 de noviembre de 2009

25 de noviembre

Celia mira a su pequeña. La niña colorea tranquilamente sus dibujos sentada en la alfombra. Aún es demasiado pequeña para pensar en el futuro, mamá lo hace por ella. Por eso Celia se entretiene imaginándola con 5 años más y 5 más y 5 más... Sueña con verla como una mujer fuerte, inteligente y luchadora. Y desea, de corazón, que nunca ningún hombre se atreva a maltratarla.


Esto no es una guerra de sexos.
No es una reivindicación feminista.
Esto es una pelea de una gran mayoría compuesta por hombres y mujeres
contra una minoría que aún piensa que una mano en alto e insultos humillantes significan hacerse
respetar.

Es una batalla contra los fundamentos de muchas culturas y religiones que aún creen en esa superioridad del hombre sobre la mujer.
Es un mano a mano contra aquellos y aquellas que no creen en la igualdad, en la palabra y el respeto.

Ya basta.
Quiero un sacerdote y una sacerdotisa.
No quiero el burka.
Quiero debatir porqué tiene que tener tanto poder un Papa
o una Papisa.
No quiero sumisión.
Quiero un estado que no se vea obligado, porque sea políticamente correcto, a tener el mismo número de hombres que de mujeres sino que éstos y éstas sean contratados por sus aptitudes y actitudes.
No quiero discriminación positiva.
Quiero ser mujer, trabajadora, madre y superheroína a la vez.
No quiero que el hombre que vaya a mi lado se sienta mal por eso, al contrario, quiero que él sueñe conmigo.

Y así que llegue el día
en el que cualquier madre, de cualquier etnia, edad y región,
al mirar a su hija pequeña mientras ésta dibuja ajena a todo,
no tenga que temer por su futuro.

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