martes, 10 de noviembre de 2009

En la punta de su nariz


Y qué voy a decir...
si cuando miro sobre mi hombro, mientras me calienta los sueños con sus palmas,
me doy cuenta de que lo daría todo
por la mirada verde que me acompaña.


Sólo, sólo con él
mi memoria se convierte en un escaparate,
de esos de película, cuando nieva en un barrio americano y una niña pega su nariz a un cristal iluminado y lleno de juguetes o dulces.
Así me siento cuando recuerdo nuestra historia.
Y se llena mis pupilas
De cómo nos conocimos,
de quienes éramos, de cómo éramos y cómo somos...

Lo daría todo, si me lo pidiera.
Aún sabiendo que nunca me lo pediría.
Porque he descubierto que hace muchísimo tiempo se paró mi reloj en su
muñeca.
Porque abre la puerta y espera a que yo pase primero,
y siempre tiene tiempo para preguntarme si estoy bien.
Porque no le importa mojarse
por vivir juntos un momento absurdo bajo la lluvia (con futuro resfriado)
porque es mi único pensamiento en los trayectos en tren.

Y qué voy a decir,
si desde que le conozco no sé borrar esta sonrisa tonta de mi cara.
Supongo que nadie tiene sus ojos,
que nada es comparable a él.
Y es que encontré mi lugar en la punta de su nariz.

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