domingo, 17 de octubre de 2010

Hoy el Vaticano canoniza a una monja española y yo me pregunto: ¿para qué?
Realmente si esa mujer vivió por y para los demás supongo que lo hizo de corazón, no por buscar el reconocimiento social ni la admiración de nadie. Con esto no quiero decir que no lo merezca, pero se supone que para canonizar a alguien se deben presentar libros y libros que hablen de quién fue y de todas las buenas acciones que hizo, sin contar con que primero debe pasar por la beatificación, que no tiene otra base que contar los "milagros" que hizo, por lo menos dos
y yo creo que muchos de los que estén leyendo esto sonreirán conmigo al pensar en lo que hoy en día se considera milagro.
De nuevo me miro al espejo y me pregunto porqué muchas personas regalan su fe, que es un bien escaso y muy preciado en estos tiempos que corren, a entidades que más que religiosas parecen empresas.
"Se venden rosarios bendecidos por el Papa a 8,50 euros."
Sí, de nuevo tengo la sensación de que Jesús, sentado en una nube tocando la guitarra, tiene ardor de estómago.
Mientras tanto hoy me he llenado de alegría,
porque pensé que iba a entristecerme el hecho de no comer más sandía,
pero había olvidado que me encanta el sabor de las mandarinas.

No hay comentarios: