Nunca cesa. Nunca para. Nunca es jamás.
Jamás es mentira.
Es mentira, porque llegará un día en el que se pierda para siempre su tic - tac.
Tic, milésimas de segundo, tac.
No recuerdo con certeza cuándo comenzó su andadura,
es el duende sin pies ni cabeza,
ni ojos ni piel.
Encerrado a kilómetros del sol.
Aún así se quema, aún así duda.
Tiene dos pequeñas orejas.
Dos aurículas.
Para escuchar.
Tic - tac.
No sabe de qué color es el mar.
Tic - tac.
No entiende la física, ni la química, ni cómo se aprende a volar.
Pero sabe quién eres. Te conoce mejor de lo que tú hayas imaginado.
Se ha roto, se ha encendido y ha llorado.
Está dedicando su vida a mantenerte a ti.
Y late, late, late, late, late, late (...)
Hoy mientras estudiaba me he parado a pensar (cómo tantas veces) en lo maravilloso que es el organismo humano; es increíble como desde que nacemos ese pequeño corazón crece y no deja de latir, día tras día, bombeando sangre, sin tener vacaciones, sin pedir un día libre para descansar, nunca. Y aunque lo rompas, lo vendas, lo engañes o lo olvides, no se queja.
Por eso hoy va por ti, corazón.
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