sábado, 15 de mayo de 2010

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Durante toda la semana dejó trazos en las paredes diciéndome "ánimo".
Y se sentó a mi lado, como cada viernes.
Y cogiéndome la mano me perdonó el malhumor.
Supo qué decir, qué no decir.
Y obviar las ojeras y la tristeza de mi rostro.
Mintió cuando me susurró al oído "estás preciosa".
Olvido su semana difícil, sus propios problemas.
Para coger los míos, agitarlos y convertirlos en aire.
Luego sopló.

Para ti Jesús.
Te quiero.

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