jueves, 24 de enero de 2008

18

Y se detiene.

Ha caminado durante mucho tiempo y hoy alcanza la frontera del camino, esa que divide en antes y el después, una línea invisible pero táctil, que brilla ahí, pintada en el suelo, con un fulgor extraño el cual invita a traspasarla pero sin abandonar a este lado, el miedo que da hacerlo.

Su vestido rojo cubre su inocente cuerpo hasta las rodillas, dejando al aire su espalda.

Su cabello castaño ondea con la leve brisa, y ella cierra los ojos e inicia una danza, y baila, baila sonriendo a la nada.

Después vuelve a abrirlos y siente un escalofrío desde el cuello a la garganta.

Piensa que parece que fue ayer cuando abrió la puerta y emprendió el camino, sin preguntarse nunca por qué estaba ahí, o por qué lo hacía, sencillamente sabía que debía recorrerlo aunque desconociese el fin del trayecto.

Además nunca había estado sola. Cada decisión tomada había sido fecundada con mimo entre cientos de gigantes, siempre fue guiada por la senda, fue premiada por sus logros y recibió castigos por sus faltas. Así se fue forjando hasta ser lo que es hoy.

Se da la vuelta y ve como todos están ahí dándole ánimos.

Suspira, y colocándose un mechón tras la oreja recuerda los primeros kilómetros, cuando no conocía nada del mundo y todo le parecía una fantasía; recuerda los siguientes kilómetros, cuando aprendió a no fatigarse caminando y a llamar a cada cosa por su nombre; y los siguientes, cuando se unieron cientos de personas a su viaje, unos antes otros después, unos continuaron otros lo abandonaron, pero todos dejaron sus huellas en él.

Ha llegado el momento.

Coge aire y mira sus manos, como si de alguna manera quisiera decirles que tendrán que hacer un trabajo mucho más duro.

Mira sus pies y les avisa de que el camino se hará más costoso y ya no podrá subirse a hombros de un gigante, tendrá que aguantar el cansancio.

Siente el corazón, más viejo que ayer, le habla su razón, más sabia que ayer.

Y sabe que a partir de ahora ella es todo lo que hay en ella, responsable de cada paso que de, cada acción que realice, cada sueño que persiga.

Toma aire, inunda sus pulmones de oxígeno y da un paso al frente.

Aplausos...



Y es que 18 años no se cumplen todos los días.






1 comentario:

Ignacio dijo...

Ciertamente, no. De todas maneras, se le da demasiada importancia a eso de las fechas, creo yo. Lo importante es disfrutar, sea la edad que sea, y sacarle el máximo partido posible a la vida.

Muchas felicidades, por cierto. Espero que sean muchos más, y que ande yo cerca para poder felicitarte.

Cuídate mucho, y déjate cuidar, que hoy es tu día.

Nacho