domingo, 13 de enero de 2008

Destino


Se conocieron en el barrio. Él tenía 15 años, ella 14. Fue verla, y sentir que quería ver esos ojos todos los días de su vida. Sus amigos se burlaban de sus fantasías y le repetían que era un crío, que se dejase de amoríos y se centrase en jugar al fútbol o hacer las típicas gamberradas de los chicos de su edad, pero él sonreía por dentro, como un loco, porque sabía que todos le envidiaban.

Ella ni siquiera sabía que él existía.

Pasó el tiempo, crecieron y para asombro de todos él nunca dejó de quererla. Las burlas se transformaron en frases como "ya son muchos años ¿por qué no te fijas en otras?" y él lo hacía pero ninguna era como ella.

El mismo barrio, el mismo pueblo, las mismas gentes. Llegaba tarde a casa sólo por verla cruzar el parque, por verla ir de la mano con otros chicos, por simplemente alegrarse sabiendo que ella estaba ahí.

Cuando decidió confesárselo, ella no le correspondió. Ya le conocía, incluso a veces hablaban, pero no le quería y no era culpa suya, su corazón no reservaba un espacio para él.

La noticia le desgarró el alma pero aún sabiendo que no debía hacerlo se engañó, y logró convencerse de que todo era mentira y ella realmente le quería pero le ponía a prueba, así que no la olvidó.

Un día se enteró de que ella iba a casarse. Con el corazón a 100 por hora y la rabia en cada poro de su piel fue a la iglesia, y la vio allí, más radiante y bella que nunca, saliendo de la mano con él.

Tristeza, dolor, nauseas, desesperación...todo se amontonaba en su pecho debilitándole. En un último intento se acercó entre la multitud que felicitaba a los recién casados y, tras darle la mano a él en señal de enhorabuena, se acercó a ella, a su oído diciendo:

"Sé que nada de ésto es cierto por eso te seguiré esperando, sólo tienes que buscarme, deja que tu corazón te guíe, yo siempre te querré"

Acto seguido acarició su cara, besó sus labios y salió corriendo ante la mirada atónita de todos los presentes que cesaron su algarabía al instante. Mientras algunos invitados le insultaban e intentaban perseguirle y él corría como un galgo calle arriba, el novio se acercó a ella y le dijo: "¿Quién era ése y por qué te ha besado?" Pero ella no pudo responder, simplemente sintió una punzada de dolor en el estómago, y su madre, al mirarla, leyó en sus ojos que daría cualquier cosa por no haber dicho "si quiero" aquella mañana de abril.

Pasaron los años, y esa muchacha de 20 años se marchó a vivir fuera del pueblo.

Él siguió su vida: continuó trabajando en el negocio familiar, viajó mucho y nunca dejó de pensar en ella.

Mientras, a cientos y cientos kilómetros de él, ella tenía un hijo y se sentía feliz hasta que su vida se transformó en un infierno. Su marido pasó de los "te amo" a creerse su amo, y hacer de su vida una esclavitud. Durante mucho tiempo tuvo que aguantar sus gritos, sus golpes, sus broncas y su falta de respeto y cariño, hasta que se cansó. Cogió a su pequeño y le denunció. Una vez divorciada, volvió al pueblo con su familia y aquel joven que un día besó sus labios y salió corriendo, seguía allí.

Mirando a su hijo se preguntaba si realmente existía el destino. Cuando tenía 14 años un chico de 15 le enviaba flores por su cumpleaños, le escribía poemas y siempre estaba ahí cuando menos lo esperaba para acompañarla a casa o dejarle su chaqueta quedándose congelado en mitad de la calle. ¿Por qué no se dio cuenta? Porque era demasiado joven, era sólo una niña, si, quizás era el amor de su vida pero ¿qué iba a hacer si aún le quedaba tanto mundo por conocer?

Tenía miedo. Ahora sabía que le quería, que era el hombre que la hacía feliz pero no podía irrumpir en su vida, ya no, sólo recibiría la respuesta de "¿cómo puedes ser tan egoísta, de verdad pensaste que te seguiría esperando?"

Y muchas veces quiso ir a verle, sólo a verle, pero le daba miedo.

Él había aprendido a vivir con su recuerdo, a seguir su camino de manera estoica, sin dolor ni placer, sin nada más que comida para comer, ropa para vestir, amigos con los que conversar y una cama para dormir. Pero cuando se enteró de que ella había regresado, dejó todo y salió corriendo, como hizo una vez, para encontrarla. En ese mismo instante ella decidió ser valiente e ir a verle, aunque no pudiese decirle la verdad.

En mitad de la calle se reencontraron. Más viejos, menos vivos pero igual de enamorados. Sobraron las luces, sobró el aire, faltó la música de fondo.

"Te encontré"

"Nunca dejé de esperarte, sabía que volverías"

Se conocieron en el barrio.Él tiene 35 años, ella 34. Fue volver a verla, y sentir que quería ver esos ojos todos los días de su vida....

y los ve.




Tengo un amigo que cree en el destino, y yo también. Hoy me contó una historia real de dos personas que el destino decidió unir y que él conoce. Se lo dedico a ellos, sé que no es la misma al pie de la letra pero habla del destino, que, al fin y al cabo, es la mano que mueve nuestros hilos.

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