martes, 12 de febrero de 2008

La otra cara de la cruz

Pido la palabra.
Pero no me la desvistan y maquillen, como ya hicieron con la de otro, como era...si hombre...¡ah! si, la Palabra de Dios.
Seguro que desde alguna parte estará pensando, ¿para qué me dejaron hablar si han ido cambiando todo lo que digo?
Que uno se cansa de levantarse, ¿Qué día es hoy? 8, ¿de qué mes? febrero ¿de qué año? 2008 pero enciendo la radio y lo que escucho me traslada siglos atrás, si hombre, en esa época en la que la Iglesia y el Estado movían conjuntamente los hilos de sus naciones. Y es que la primera ama el poder como ama a su Santo Padre, y la comparación...
Soy un misionero que vive en una pequeña aldea de aquí en Guatemala. Para mí la religión fue la vía para encontrarme a mi mísmo y jamás me arrepentiré de ello. Creo en Dios y en Jesús, porque me enseñaron que el mundo se estropea y hay que arreglarlo, como esas piezas tan maravillosas del reloj que, al llenarse de polvo, a veces encasquillan la maquinaría y hay que abrir y limpiar con cuidado, para que vuelva a funcionar.
Mis manos son las de un hombre viejo.
Mi corazón el de un mozo que tiene esperanza.
Mi alma la de un soñador.
Y mi fe la de un luchador, que no calla aunque se lo manden desde arriba.
Ya basta hombre.
Los pobres se mueren de hambre y en vez de lanzar barras de pan, os dais media vuelta y mientras os las coméis pretendéis que se os otorguen privilegios y poderes por llevar un crucifijo en la mano. Yo hace 40 años que llevo el mío, y jamás sentí tanto dolor al mirarlo, porque me he cansado. Yo también represento a la Iglesia, aquí soy un misionero que sirve y ayuda a las gentes. Allí en España me miran mal, por vuestra culpa.
La verdadera Iglesia se guía por un principio, seguir a Jesús.
Y creo que si Éste se diera la vuelta, sólo nos encontraría a cuatro porque los demás estáis entretenidos comiendo el pan del pueblo.
Ya basta.
Es hora de que la verdadera Iglesia se levante y se enfrente a la que no gusta a nadie.
Para que ésta última regale su riqueza a los pobres.
Para que progrese y se deje de contradiciones absurdas.
Por favor, ¿desde cuando Dios quiere ser representado por reaccionarios, homófogos, machistas e intolerantes?
¿Desde cuando es preferible no usar preservativo y que se contagien a diario cientos de personas de sida?
¿Desde cuando la Iglesia interviene en las elecciones?
¿Cuanto tiempo más vamos a quedarnos callados?
No tengamos miedo, hace mucho tiempo que la Inquisición se hundió en las profundidades, es hora de mostrar la Iglesia verdadera, aquella que progresa, que comprende, que lucha, que ayuda, esa que existe pero que por culpa de cuatro imbéciles no se ve como debería verse.
Los buenos empezamos a cansarnos...y nunca es tarde para una nueva revolución.
Desde un rincón de Guatemala, un servidor de la Iglesia, (pero de la verdadera), firma esta carta de papel para quien quiera leerla y unirse a la lucha.

1 comentario:

Ignacio dijo...

Ojalá ese servidor de la Iglesia estuviera sentado en cierta silla de cierto palacio vaticano, y no en su humilde aldea de Guatemala. Igual entonces habría atisbos de esa buena Iglesia que predica, y que por desgracia no se ha visto mucho últimamente (y cuando digo últimamente me refiero a los últimos 20 siglos)

Un abrazo, y además de pedir la palabra sigue utilizándola, te lo ruego. Así da gusto.