sábado, 7 de febrero de 2009

Ella...ella...ella...

Ella tiene las manos frías, frías como la escarcha.
Y las calienta junto a las mías, mías y suyas, se entrecruzan y se abrazan.
Mis manos son grandes, las suyas muy blancas.
Mías, de ella, nuestras. En este momento no sé
a quién pertenece cada pedazo de piel.

Me mira. Me mira y estallo por dentro.
La observo y vuelco el cielo con mi pensamiento, para regalarle todo lo que este universo
contiene.
La vida, la antimateria, la materia, lo inerte.

La amo. La amo tanto que no puedo contenerla en mi pecho.
Y se me escapa su fragancia por la boca.
Me contengo, me callo, evito hablar muy alto. Elijo el silencio.
Así se queda en mí, entre mis pulmones, formando parte de ellos.
Así cuando mi corazón late siente que está cerca, siente que la toca.

Respiro. Respiramos. Expiro sin ella.
Mi bella doncella con labios de estrella, me muero sin ella, ella, ella...

Soy el constructor del mundo si está conmigo.
Millonario vagabundo. Sedentario trotamundos.
Cielo profundo.
Como sus ojos negros.

1 comentario:

Bea dijo...

Y abrazarte a quien te abrace... eso es muy importante :)