domingo, 27 de febrero de 2011

En tus dedos

Te he mirado a los ojos, esos que se alzan entre la gente, que nunca pasarán desapercibidos.
Te he mirado y me he quedado dormida en ellos, meciéndome en tus párpados.
Te he mirado tanto...que jamás podré dejar de mirarte.
Ni de amarte, ni de odiarte.
Eres la única guía del camino, la que todo lo controla. Podría cambiar mi rumbo y mis pasos sólo si tú me lo pidieras, pero no vas a hacerlo.
Guardas mis sueños bajo tu pecho, para que ni el sol puedo calentarlos demasiado, ni la noche sea capaz de confundirlos.
Los llevas contigo, de las misma manera que transportas en tu cabeza mi imagen, en tus labios mi entrega y en tus manos mi esfuerzo.
Por eso cuando te quedas me siento llena y, después, me vacías, para que el peso del mundo no pueda conmigo.
Te dije que estaba triste y sólo respondiste "no hay razón".
Te comenté que tenía miedos, a lo que contestaste "transfórmalo en energía".
Te susurré tantas cosas, la mayoría sin sentido, y siempre respondiste algo que les diera valor.
Volqué mis recuerdos en ti y te bañaste en ellos.
Para después entregarme una caja con toda tu vida.
Me diste fuerzas, aún no teniéndolas tú.
Y hoy me miras, me miras y callas. No esperas nada, sólo respiras lento, tranquilo.
Con esa paz que sólo tienen los que han vivido demasiadas cosas y no temen nada.
Con esa mirada verde inquebrantable.
Con mi fe
y mi vida
en tus dedos.

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