Dibujé sobre tu cuerpo espirales de seda, con las yemas de mis dedos
recorrí tu espalda, suave, morena,
y escuché...latir el corazón bajo la piel.
Nos miramos escudriñando las pupilas, en busca de naves perdidas
que ondean sus velas sin rumbo en el inmenso mar
de la vida.
Me pediste que no me fuera, "no te vayas...todavía",
y me quedé para siempre dormida, calentando con mis piernas tus pies.
En esa cama que bautizamos como el rincón escondido,
donde tus sueños y los míos se funden bajo el mismo somier.
Si tuviera que elegir entre el mundo, el aire o estar contigo,
mentiría si te digo
que sin ti estaría bien.
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