lunes, 10 de noviembre de 2008

Hasta siempre

Un camino de baldosas amarillas.
Y es como volver a empezar, como intentar seguir, es convencerse de que no te olvidaste nada en la habitación del hotel y salir de allí sin mirar atrás.

No sé, como decirte esto. Espera que lo intente...
Te quiero.
Al final no era tan difícil, pero me daba tanto miedo...
Sobre todo ahora, que sé sin lugar a dudas en que punto nos encontramos.
Yo en el filo de lo imposible, lo inestable.
Sentada en un dedal que hace el pino, mientras tú me das la espalda pensando en qué diccionario se encuentran definidos todos mis desvaríos.
Y muevo mis pies, no llego al suelo.
Me gustaría pedirte la mano y después darte a elegir el lado de la cama, cruzando los dedos para que no escojas el que quiero yo.
Y saber que aunque lo hagas me dará lo mismo, porque dormir a tu lado es como acariciar algodón, oler una cesta de fresas o mirar cómo una abeja bailotea sobre una flor, desconociendo que el polen se irá con ella.
Pero mejor vete, mejor para mí, para ti no lo sé, porque nunca me has dejado claro si soy una frase, un capítulo o una hoja con la esquina doblada en tu vida.
¿Me preguntas qué eres tú?
Déjame pensarlo...¿todas las palabras?
Quizás no merezcas tanto...
Me he dado cuenta...no sé, de que te he dicho que te quiero y no has contestado...
Supongo que me quedo con los dos lados.
Mejor me voy, me llevo el dedal por si me encuentro con otro y a lo mejor se quiere parar a escuchar un ratito mi voz.
Hasta siempre.

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