lunes, 24 de noviembre de 2008

La mujer que seducía a los girasoles



¿Por qué has elegido sumergirte en un mundo de tinieblas y de melodías melancólicas?

¿No te das cuenta de que el mundo necesita verte feliz?

Deja de huir de los espejos, de pintar de negro tus vivencias; te centras tanto en apagar las luces y en arrancar los vestigios de esperanza que no le das tiempo suficiente al sol para salir.


Un capullo de una planta tarda en abrirse


y si le fuerzas y le ayudas tú a que florezca, morirá.


Tiene que hacerlo solo y con mucho tiempo.


Sé paciente. Déjate florecer y sé consciente de que no todo lo bueno llega rápido.


No necesitas maquillaje. Sólo póntelo si te hace sentir más bella. Y siéntete bella con rimel y con legañas. Recién levantada y cuando salgas de la ducha empapada.


Quiérete por tu sonrisa.


¿Alguna vez te has parado a observarte?


Mírate las manos, las uñas ¿ves que cada dedo es completamente diferente a los demás?Cada uno tiene sus pequeñas características que le hacen único.


Y tus muñecas, acaríciate los codos y tu espalda, tus hombros, esos que tanto aguantan cada día.


Quiérete. Mímalos.


Y cubre tu piel de fragancias exquisitas. Deja que huela a limón, a jazmín, a menta o tulipanes recién cortados. Y baña tu pelo en oro y miel y luego cúbrelo de flores.


No lleves joyas. La joya eres tú.


Date caprichos.


Detrás de toda tormenta, brilla el sol.


Vamos mujer, quiérete.


Eso es.


Y baila desnuda en el salón, haz la compra con tacones, ve a trabajar con vestido de gala y haz una tarta de chocolate para ti sola.


Y cómela sin remordimiento, ya basta de limitaciones y sufrimientos.


Mímate.


Y después sal a pasear, que todo el mundo te vea,


que todos tienen derecho a disfrutarte.


¿No te das cuenta mujer?


¿No te das cuenta de que los girasoles se giran sólo para mirarte?


Sedúceles.




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