Quizás fue la primera persona que, a través de sus libros, me animó a escribir.
Nunca lo sabrá, se fue hace tiempo y nunca llegué a conocerla.
Pero siento que se marchó sabiendo quién era yo y lo que representaba ella para mí.
No olvidaré su voz ronca, tan única y reconocible entre miles.
Su pelo corto y blanco y su media sonrisa pícara.
Aún recuerdo sus versos: de elefantes, arcoiris, caramelos, colores, abecedarios y abuelos.
Y aún conservo en mi cabeza las rimas y la alegría de sus cuentos.
De ella aprendí que "Hay que encender los libros y apagar los televisores".
Si hoy tengo algo bueno en mí, lo que sea, ella tuvo algo de culpa.
Por los bordes del arcón,
donde guardo el camisón,
la carcoma va y se asoma,
¡que carcoma más carcoma!
(...)
Hace días la muy pilla,
se ha metido en la capilla,
y se está comiendo a un santo.
¡Uy qué espanto!
Son tantas las poesías...y los libros...desde sus adivinanzas a sus definiciones del Diccionario Estrafalario...donde guardo el camisón,
la carcoma va y se asoma,
¡que carcoma más carcoma!
(...)
Hace días la muy pilla,
se ha metido en la capilla,
y se está comiendo a un santo.
¡Uy qué espanto!
Una de las mejores poetisas de este país y del mundo entero.
Hace unos días descubrí, indagando en su biografía, que no sólo escribió para niños, también para adultos y qué sorpresa la mía cuando leyendo y releyendo me mostró una parte de ella que nunca conocí siendo niña.
Quizás es lo que siempre quiso, que siendo mayor encontrase la mitad que me faltaba de ella.
Y la encontré.
1 comentario:
Comparto lo de tu abuela Gloria.
Gracias, te leo.
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