domingo, 2 de enero de 2011

2 de enero

El dos de enero de dos mil once fue el comienzo de una era marcada por una palabra: salud.
Bienvenidos a un país un poco más protegido.
Desde hoy no se puede fumar en espacios públicos cerrados.
Es una de las mejores noticias que he conocido en mi vida.
Son muchos los que no acaban de comprender el valor de esta ley, pero es sencillo.
No se puede fumar en espacio públicos.
¿Por qué? Porque el humo del tabaco contiene partículas de benzantraceno, un hidrocarburo altamente cancerígeno y yo, como no fumadora, tengo derecho a no intoxicarme.
Aquí no se persigue a los fumadores, no se les tacha de nada, ni se les discrimina.
NO.
Aquí se protege a los no fumadores.
Y por eso hoy, doy las gracias.

Cáncer de pulmón, cáncer de vejiga, cáncer de lengua, alteraciones bucales, alteraciones de la fertilidad, envejecimiento precoz, EPOC, enfisema pulmonar, patologías de columna por destrucción ósea, problemas vasculares...
Todo eso contiene un cigarrillo, todo eso hoy, queda al otro lado de la línea.
Si todavía alguien no se alegra por esta ley y alega que es una falta de libertad, que "es mucho peor robar", etc, etc, etc... sólo diré: salud.

Porque es lo más valioso que cualquier persona puede poseer.

Porque hoy se protege la salud, hoy se defiende el derecho a no respirar humo de tabaco de forma obligada.
Ya sólo queda luchar contra la contaminación producida por coches, por fábricas...
Pero hoy nadie me quitará la sonrisa...

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