sábado, 8 de enero de 2011

Desde lo más alto

- Qué diferente hubiera sido todo si tú estuvieras bien...
Y mientras lo piensa le acaricia el pelo hacia atrás.
Él está absorto mirando por la ventana, le gusta observar los árboles, son los más altos de todo el pueblo. Muchas noches cuando no puede dormir los mira desde la cama; observa sus copas y se siente privilegiado pues ningún otro habitante del mundo puede contemplarlas. Sólo él.
Él y, algunas veces, su nieta mayor cuando no está gritando o corriendo de un lado para otro.
Entonces le dice "ven..." y la niña avanza y le coge las manos y, juntos, miran por la ventana.
Es muy pequeña todavía, pero aún así sabe que ese momento es especial para los dos y por eso se aguanta las ganas de seguir jugando.

Quizás si él estuviese bien podría contarle por qué el aire se cuela entre las ramas tan sutilmente, para después balancearlas a su compás.
O podría cogerla a caballito para que lo viese todavía aún más alto que nadie.
O quizás,
si él estuviese bien,
nunca se hubiese percatado de la belleza de esos árboles.

Todos, alguna vez o muchas veces, se preguntan cómo serían sus vidas si él estuviera bien, si nunca hubiera sufrido aquel fatídico accidente.
Quizás hoy no serían lo que son, nada sería tal y como es.
Los mismos nombres, caras, pero quién sabe cómo serían por dentro.
Les gusta pensar que todo tiene un porqué, que nada ocurre por casualidad.
Y por eso, aún con todo, dan las gracias.
Abu, ya me quiero ir a jugar - murmura la pequeña.
Y él sonríe y la deposita suavemente en el suelo. Después la ve alejarse y escucha sus gritos llamando a los otros niños por la casa.
Entonces se sumerge en su paz, en su propia mente. Él no se pregunta cómo sería todo si estuviese bien.
Son miles las cosas que se amontonan en su cabeza y que quieren ser reflexionadas o ejercidas, pero lo difícil es conseguirlo.
Por eso cuesta tanto hablar, o atarse los cordones.
Por eso es tan complicado volver atrás y recordar cómo fue antes. Cómo eran y cómo cambiaron.

Por eso prefiere seguir mirando las copas de los árboles, escuchando la risa de las niñas, viendo a sus hijos crecer y hacerse adultos.
Prefiere vivir hoy y ahora
y disfrutar de esos dedos surcando su pelo, de esa voz que cada día está ahí por los dos, de esa persona que día tras día hace de madre, padre, mujer, abuela y amiga.
Porque no elegimos nuestra vida, pero sí podemos vivirla como nosotros queramos.
Y yo quiero hacer como él, que eligió la sonrisa.


(Por y para vosotros)

1 comentario:

Laura Fernández. dijo...

Qué Bonito Laura, gracias por compartirlo, un abrazo.