lunes, 24 de enero de 2011

Siempre

- Madre, ¿por qué la muerte duele tanto?
- No es la muerte la causa del dolor, hijo mío, es la ausencia.
- No entiendo madre.
- Espera un minuto.

- Durante esos sesenta segundos que has guardado silencio, han muerto cuatro niños por inanición. ¿Te duelen sus muertes?

- No sé madre... no siento dolor, pero sí pena por ellos.
- No les pones caras, ni edades y aunque los vieras en fotos tu sentimiento seguiría siendo pena y rabia. Eso eres tú, otro perfectamente podría no sentir nada y no debiéramos llamarlo insensible.
- ¿Ojos que no ven, corazón que no siente?
- No, eso no es totalmente cierto. Hay ojos que lloran sin ver, que sufren sin ver. Las personas no asimilamos la realidad de la misma forma.
- Entiendo...

- Me preguntas por qué duele la muerte y te respondo que no es ella en sí misma, sino la ausencia que deja. Cuando falleció tu padre, tumbado frente a mí, no sentí dolor.
Le observé durante mucho tiempo, no logro recordar cuánto. Le acaricié las manos, le besé los labios, le hablé en voz baja.
Y aún cuando se lo llevaron, e incluso al ver sus cenizas sobrevolar las aguas, seguí sin sentir ningún dolor.
Fue después, cuando vino a visitarme de pronto y decidió quedarse.
Ardía y se propagaba por la casa ascendiendo por las paredes y colándose bajo las puertas.
Se clavó en mi pecho, como una daga, atravesando el corazón de un lado a otro, inundando de sangre mis entrañas.
Y me ahogaba en las fotos, en la cama vacía, en los estantes con sus libros, en la cocina sin su cenicero.
En todas las calles, todos los rostros, todas las noches cálidas y aún más en las frías.
Así me dolió su muerte, hijo mío, pero no fue ella en sí misma, sino su ausencia.

- Entiendo madre.
- La ausencia es la peor de las enfermedades, porque infecta de repente y no puedes hacer otra más que afrontarla. Si lo consigues, la llevarás dentro, mejor o peor, pero jamás te curarás. Tampoco es algo perjudicial, a algunos nos ayuda a valorar la salud, a cuidar la vida.
Otros nunca superan la ausencia, sobre todo si son débiles o si entregaron su vida entera a quién se ha marchado. Pero nadie puede culparlos, es un mal que se acantona en los pulmones y cada vez que respiramos llega a todo el cuerpo, hasta las uñas y las puntas del cabello.

- ¿Tú has superado el dolor, madre?
- No hijo mío, pero tampoco quiero hacerlo. Para mí la propia ausencia me reconforta, me alivia el alma cuando hierve o se agita aquí dentro. Quién nunca ha sufrido dolor por ella, no es realmente humano. Es la esencia de amar a alguien y perderlo, de necesitar a una persona, de vivir por otro, de morir con otro. Por eso, hijo mío, no temas al dolor. Te hará fuerte.

- Madre, no quiero...
- Ahora guarda silencio. No llores.
- Estoy aterrorizado
- Tienes mucho camino por recorrer y yo estaré contigo. Desde que naciste supe que llegaría este día, por eso durante ese tiempo me he cercioré de sellar cada segundo que pasamos unidos, así los fui guardando en tu memoria, así podrás usarlos cuando no esté. Eres un joven fuerte y serás hombre ejemplar. Me gustaría estar aquí para verlo, pero quizás mi presencia no te dejaría volar como está marcado. Recuerda mis palabras.
Cumple tus propósitos, cree en tus éxitos, agradece tus derrotas y jamás pierdas la fe.
- No sé si podré sobrellevar tu ausencia...
- Lo harás. Porque mi vida te pertenece desde el momento en que te llevé dentro de mí.





Tras irse la musa del impresor, quedó una ausencia incurable, que fue haciéndose cada vez más grande tras marcharse él y después su hija. Desde entonces vivo y vivimos con ello, como tantas personas en el mundo afrontan sus terribles dolores. A veces, cuando antes de dormir no puedo conciliar el sueño, escucho esta canción. La convertí en la banda sonora de su ausencia y aunque siempre lloro y me desangro al oírla, también me reconforta.

Hoy más que nunca, la he necesitado.




Como me apena verte llorar,
toma mi mano siéntela.
Yo te protejo de cualquier cosa, no llores más aquí estoy.
Fuerte te ves, pequeño estás.
Quiero abrazarte y te protegeré.
Esta fusión es irrompible,
no llores más aquí estoy.
En mi corazón, tú vivirás, desde hoy será y para siempre amor.
En mi corazón, no importa que dirán, dentro de mi estarás siempre.
Siempre.

1 comentario:

Jimmy dijo...

En primer lugar, déjame felicitarte por tu blog, me encantó lo que leí y me llevó a la inspiración.

Saludos